
Escuela Sabática para jóvenes y adultos: Servir y Salvar
Servir y Salvar. Cuando hayamos nacido de lo alto, habrá en nosotros el mismo sentir que hubo en Jesús.
Servir y Salvar. Cuando hayamos nacido de lo alto, habrá en nosotros el mismo sentir que hubo en Jesús.
“Consolaos, consolaos, pueblo mío” fue la recomendación de Dios a los creyentes, transmitida por Isaías, a través de los siglos.
En los días aciagos tengamos fe en Dios, quien lleva adelante sus designios y hace bien todas las cosas en favor de su pueblo.
El transcurso de la historia parece depender de la voluntad de los hombres, pero al final se cumplen los designios y la voluntad de Dios.
“Cristo es el “Príncipe de paz”, y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado.
Necesitamos situarnos del lado de Dios y desechar nuestros ídolos, sean cuales sean. Alejémonos del espiritismo, la magia y la Nueva Era.
Más allá de su cumplimiento inmediato o futuro, ésta es una profecía universal: Dios está con nosotros, aún cuando tengamos que pasar por situaciones difíciles.
A todo aquel que llega a ser partícipe de su gracia, el Señor le señala una obra que hacer en favor de los demás.
Debemos dar a Dios todo el corazón, para que se realice el cambio por el cual hemos de ser transformados conforme a la semejanza divina.
Cuando seamos resucitados por Jesús comenzaremos una nueva y apasionante etapa educativa: la escuela del más allá.
Cada sábado, se leía e interpretaba la Ley en las sinagogas. Se buscaba un conocimiento más profundo de la voluntad de Dios.
Adán no podía ser feliz sin ocupación. El Creador sabía lo que le convenía para ser feliz; y tan pronto como lo creó le asignó su trabajo.
El arte y la ciencia verdaderos nos conectan con el Creador y no contienen nada contrario a la Palabra de Dios, porque tienen el mismo Autor.
La razón de ser de cada iglesia, sea grande o pequeña, es aprender de Jesús y compartirlo. De esta forma, cada iglesia es un centro educativo.
La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor. Este es el objetivo de la educación, el gran propósito de la vida.
A Dios le importa qué adoramos, cómo adoramos y por qué adoramos. Por tanto, es importante conocer los fundamentos de la verdadera adoración.
“Cuando el enemigo os diga que el Señor os ha abandonado, decidle que sabéis que no lo ha hecho, pues declara: “No te desampararé, ni te dejaré”. Hebreos 13:5.
Tierno, compasivo, lleno de simpatía, considerado, Cristo representó el carácter de Dios y se consagró al servicio de Dios y del hombre.
En la cosmovisión atea, el sentido de moralidad es relativo. Por tanto, las decisiones morales también son relativas.
La prosperidad temporal y espiritual han sido prometidas a condición de que se obedezca la ley de Dios. La obediencia es nuestra felicidad.
Niños y jóvenes tendrán a Dios como su maestro y guía gracias al ejemplo de sus padres, y a la influencia de los cultos en familia.
Hoy tenemos la oportunidad de aprender del error de Adán y Eva para poder beneficiarnos de la educación de nuestro Maestro y Salvador.
Después de descender el Espíritu Santo, cuando los discípulos salieron a proclamar al Salvador, su único deseo era la salvación de las almas.
Los tres ángeles de Apocalipsis 14 representan a aquellos que aceptan la luz de los mensajes de Dios, y salen como agentes suyos a predicar.
Al darme cuenta de lo que Cristo ha hecho por mí, estaré dispuesto a compartir con otros las maravillas que Jesús ha hecho por mí y en mí.
“La bendición del Señor descenderá sobre los miembros de la iglesia que participan en la obra y cada día se reúnen en pequeños grupos para orar por su éxito”.
El ser bondadoso con los ingratos y los malos, el hacer lo bueno sin esperar recompensa, es la señal con la que los hijos del Altísimo revelan su vocación.
Debemos revelar tiernamente a otros la gracia de Cristo que nos ha sido manifestada. El alma se llenará de una gran ternura y compasión por los demás.
Pidamos a Dios que nos muestre nuestros dones y en qué áreas podemos usarlos. No importa tanto cuántos dones tenemos sino qué hacemos con los que tenemos.
Confiando en la eficiencia del Espíritu Santo, hemos de testificar de la misericordia, la bondad y el amor de un Salvador crucificado y resucitado.
Nuestro gran Sumo Sacerdote coloca su justicia de parte del sincero suplicante, y la oración de Cristo se une con la del ser humano que ruega.
Si seguimos los pasos de Jesús, hemos de hacer lo que él hizo. Debemos brindar a los hombres la misma ayuda que Él les extendía.
El gozo de la salvación nos lleva a aprovechar toda oportunidad para compartir el mensaje con aquellos que aún no lo conocen.
Todos los que han gustado “la buena palabra de Dios, y las virtudes del siglo venidero” (Heb.6:5) tienen trabajo en sus propios hogares y entre los vecinos.
Los siervos de Cristo deben testificar por su Jefe con el poder del Espíritu Santo. El intenso deseo de salvar a otros debe caracterizarles.
Nuestra agenda debe incluir un momento diario para el estudio y la oración para conectarnos con la Fuente de Vida, y reflejar a Jesús en nuestra vida.
Progresaremos en el verdadero conocimiento espiritual tan sólo en la medida en que comprendamos nuestra propia pequeñez y nuestra entera dependencia de Dios
Estamos viviendo en medio de las escenas finales de la historia de esta tierra. Las profecías se están cumpliendo rápidamente.
Cuando los científicos hablan desde un punto de vista puramente humano, con toda seguridad llegan a conclusiones erróneas.
Disponemos de la auténtica historia de los comienzos del mundo, no necesitamos enredarnos con conjeturas humanas y teorías indignas de confianza.
La suposición de que los acontecimientos de la primera semana tuvieron una duración indefinida, atenta directamente contra el fundamento del sábado.
Necesitamos entender algunos conceptos, sobre los idiomas y el contexto en el que fue escrita la Biblia, para poder tener una idea más clara de su mensaje.
¿Qué haré para salvarme? Debes abandonar tus propias interpretaciones e ideas precondcebidas. Estudia para aprender qué dice el Señor.
Interpretamos la Biblia comparando versículo con versículo, dentro de su contexto, teniendo en cuenta todo lo que del tema se dice en la Escritura (Isaías 28:10).
La prioridad dada a cualquier fuente o combinación de fuentes tiene una influencia significativa en nuestra teología; finalmente determinará la dirección de toda la tarea teológica.
La Palabra de Dios incluye las escrituras del Antiguo Testamento, así como las del Nuevo. El uno no está completo sin el otro. Cristo declaró que las verdades del Antiguo Testamento son tan valiosas como las del Nuevo.
El conocimiento de la verdad depende no tanto de la fuerza intelectual como de la pureza de propósito, la sencillez de una fe ferviente y confiada.
La Biblia entera es una revelación de la gloria de Dios en Cristo. Aceptada, creída y obedecida, constituye el gran instrumento para la transformación del carácter.
Estamos viviendo en medio de las escenas finales de la historia de esta tierra. Las profecías se están cumpliendo rápidamente.
No se auguran tiempos fáciles, pero se nos asegura que –cuando acabe la batalla–, al igual que Daniel, recibiremos nuestra heredad.
Orad, pues; orad sin cesar. El Señor que oyó la oración de Daniel, oirá la vuestra si os acercáis a él como Daniel lo hizo.
La purificación del Santuario Celestial comienza en 1844, poco después del periodo de opresión del cuerno pequeño, que se extendió desde 538 hasta 1798.
Después de la persecución infringida por el “cuerno pequeño” -y reavivada por la “imagen de la bestia”-, el pueblo de Dios recibirá un reino eterno.
La vida de Daniel es un ejemplo de que se puede llegar a ser un hombre o mujer íntegro/a, aun en esta vida, si se hace de Dios la fuente de nuestra fuerza.
La historia de Belsasar nos enseña a no desaprovechar las oportunidades que Dios, en su misericordia, nos ofrece para que aceptemos su salvación.
“Necesitamos realizar cambios decididos. Es tiempo de que humillemos nuestro orgullo, nuestros corazones obstinados, y busquemos al Señor mientras pueda ser hallado”.
Como en los días de Daniel, en el tiempo del fin los gobiernos civiles también impondrán deberes religiosos probando así la fe de los hijos de Dios.
En Daniel 2, el Señor le muestra a Nabucodonosor la evolución de todos los imperios mundiales, pero sobre todo que “hay un Dios en los cielos”.
Daniel no confió en su propia moral. Oró e hizo a Dios su fortaleza. El temor de Dios estaba de continuo delante de él en todos los asuntos de su vida.
Debemos entender que la grandeza y los poderes en el mundo tienen su hora. El único reino que permanecerá para siempre será el de Cristo.
“Quien esté a la cabeza en la causa de Dios debe ser inteligente, capaz, ecuánime, de una paciencia como la de Cristo y de un dominio propio perfecto”.
“Nadie que tema a Dios puede unirse sin peligro con quien no le teme. “¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?” (Amós 3:3)
A su vuelta, Nehemías se encontró con que el pueblo se había olvidado de su pacto con Dios. Nehemías 13 relata la forma en que hizo frente a esta crisis.
Educad el alma en la alegría, la gratitud y la expresión de gracias a Dios por su gran amor. Dios quiere que cultivemos un espíritu animoso y feliz.
Así como un niño pone su mano en la de su padre, y camina junto a él con plena confianza, haya oscuridad o luz, así también los hijos de Dios debemos andar con Jesús.
“No podemos cambiar nuestros corazones, pero sí podemos escoger servir a Dios. Entonces Él obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad”.
“Sería una escena muy agradable para Dios y los ángeles que nos uniéramos, como el Israel de antaño, en un pacto para guardar Su Ley”.
Dios reavivó la relación con su pueblo al recordarles Su fidelidad. Descubrir el gozo del Evangelio nos impulsa a compartirlo con los demás.
Mediante actos de generosidad podemos demostrar la sinceridad de nuestra gratitud por la misericordia de Dios. El gran mandamiento de Su Ley es amar. Si no amamos, no estamos guardando la Ley.
Si obedecemos a Dios, nos veremos frente a montañas de dificultades, aparentemente insuperables. Probarán nuestra fe. Confiemos en Dios y desaparecerán.
Aunque todos somos llamados a la salvación, Dios nos llama de forma especial para realizar una tarea específica dentro de Su plan.
Ya sea que nos toque actuar como dirigentes en algún proyecto, o en nuestra relación habitual con los demás, debemos incluir a Dios en nuestros planes
Llegó a ser Esdras un portavoz de Dios que educaba en los principios que rigen el cielo a cuantos le rodeaban. Su obra principal consistió en enseñar.
Cada iglesia cristiana es una comunidad de siervos. Para servirnos los unos a los otros y para servir a la comunidad.
La misericordia no es algo puntual o forzado en la vida del creyente. Debemos cultivar un espíritu generoso, un deseo permanente de ayudar a los demás.
“Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera sólo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales” (1ª de Corintios 15:19 NVI).
El evangelio nos cambia. Cuando conocemos a Cristo, y vivimos una relación personal con Él, el Espíritu Santo nos va transformando a imagen de Jesús.
Solamente amando y sirviendo desinteresadamente a quienes necesitan ayuda podremos dar una demostración práctica de las verdades del Evangelio.
“Es bueno y humilde… se preocupa para que los demás sean felices… Su manera de ser no es brusca ni dictatorial… Refleja la luz del cielo”.
Dios nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos, también nosotros, consolar a quienes están sufriendo.
La adoración es una actitud. Ha de ser el reflejo de una vida de amor y servicio a nuestro Dios, el único digno de ser adorado (Salmo 96:4). La adoración que Dios desea recibir incluye la preocupación por los demás (v.6)
Cuando oramos a Dios, nos comprometemos a obrar con justicia, a amar la misericordia, y a andar humildemente con Dios, recibimos gran bendición.
El clamor de los profetas es siempre al arrepentimiento. Dios está dispuesto a perdonar al pecador, pero exige también un cambio de conducta.
Deberíamos esforzarnos por manifestar la perfección de Dios, permitiéndole obrar, a través de nosotros, Sus propósitos de justicia, misericordia y bondad.
Dios puso el sábado para que el hombre cesara su trabajo, mirara la tierra y los cielos, y pudiese reflexionar en el amor de Dios y corresponderlo.
“Al distribuir la herencia de su pueblo, Dios se propuso enseñarle, y a las generaciones futuras, los principios correctos referentes a la propiedad”.
Desde la Creación misma, somos responsables de la naturaleza, los animales y también de cuidar a nuestros hermanos y congéneres.
Dios nos invita a reconciliarnos, también con la familia, a través del arrepentimiento y el cambio de comportamiento. 1º con Dios, después con los demás.
“Si abrimos nuestros corazones, y nuestras casas, a los divinos principios de la vida, seremos canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante”.
Derribemos los muros de separación. Esforcémonos por vivir todos en armonía, en Jesús, trabajando por la salvación de nuestros semejantes.
En el hogar deben fomentarse la bondad y el amor. Donde reine el Espíritu de Dios no habrá incompatibilidad, porque ambos reflejarán el carácter de Cristo.
El sufrimiento aquí, para el cristiano, es tan solo un momento de angustia previo al gozo eterno de la vida con Cristo. Soportable en la bendita esperanza.
Una paternidad responsable nos lleva a plantearnos cómo educar a nuestros hijos para hacer de ellos ciudadanos del Cielo.
“El secreto de la verdadera unidad en la iglesia, y en la familia, no estriba en la diplomacia o la administración, etc. sino en la unión con Cristo.” (EGW)
“Como todos los dones de Dios a la humanidad, el amor y el casamiento fueron pervertidos por el pecado; pero el Evangelio le devuelve su pureza y belleza”.
El libro de Proverbios es rico en consejos prácticos para mejorar las relaciones interpersonales. También para la vida familiar.
Los hijos de Dios nunca estamos realmente solos. El Señor siempre está con nosotros impartiendonos compañía, bendiciones, consuelo, fuerzas…
La vida es cambio, y debemos estar preparados para esos cambios. En Su Palabra, Dios nos da sabios consejos para ayudarnos.
“Lo que debéis entender es la verdadera fuerza de la voluntad. Esta es el poder gobernante en la naturaleza del hombre, la facultad de decidir o escoger”.
Dios quiere sanarnos y libertarnos. Pero como esto exige la renovación de toda nuestra naturaleza, debemos entregarnos a Él completamente