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Lección 13 para el 23 de septiembre de 2023: HACIENDO LA PAZ.

Así nos presenta Pablo, el “embajador en cadenas”, nuestra parte en el conflicto entre Cristo y Satanás:

Para “hacer frente a las artimañas del diablo” y luchar “contra fuerzas espirituales malignas”, Dios ha provisto a sus siervos de una armadura espiritual para que “puedan resistir hasta el fin con firmeza” (Ef. 6:11-13 NVI).

Bien pertrechados con esta armadura, los creyentes presentamos un frente unido ante el enemigo; somos dirigidos por nuestro Capitán –Cristo Jesús–; cooperamos en cada batalla; y esperamos la victoria final, cuando “sus enemigos [de Cristo] sean puestos por estrado de sus pies” (Hebreos 10:13).

  • Los soldados del ejército de Dios.

    • Al enumerar y describir la armadura de Dios, Pablo no pretende representar a un guerrero solitario. Al contrario, utiliza los verbos en segunda persona del plural (Ef. 6:10-13): “fortaleceos”; “vestíos”; “podáis”, “tomad”. Está visualizando todo un ejército de guerreros unidos en pie de guerra contra el mal.
    • La esposa de Cristo –la Iglesia– está compuesta por distintos miembros que cumplen su función específica dentro del cuerpo; por distintos ladrillos que conforman el edificio/templo; por soldados equipados para luchar codo con codo hasta el día glorioso en el que la Iglesia pueda unirse con su Esposo en una unión eterna.
    • Unidos por el Espíritu Santo, formamos “un ejército grande en extremo” (Ezequiel 37:10). La victoria no se obtendrá con proezas heroicas realizadas por soldados aislados, actuando por su propia cuenta, independientes del resto de soldados.
    • La victoria se obtiene cuando actuamos en cooperación con el resto, ocupando el puesto y realizando la misión que Dios ha preparado para cada uno de nosotros.
  • El equipamiento del soldado:

    • La verdad y la justicia. Efesios 6:14.
      • Antes de entrar en batalla, debemos estar correctamente vestidos. Las ropas amplias que se usaban en la antigüedad eran cómodas, pero podían estorbar cuando se hacía un esfuerzo físico.
      • Cristo y su palabra es la verdad (Juan 14:6). Si estamos afianzados en la verdad, ninguna duda estorbará nuestro avance.
      • Una vez ceñidos, necesitamos ponernos el “chaleco antibalas”. La coraza, compuesta por láminas de metal entrelazadas entre sí, protegía al soldado de recibir una herida mortal en el corazón, los pulmones o el vientre. Dios nos provee de su justicia para protegernos de heridas que puedan causarnos muerte espiritual.
      • La justicia protectora que recibimos de Dios se convierte en parte integrante de nuestra conducta, y dispensamos a los demás un trato justo y bueno.
  • El evangelio de la paz. Efesios 6:15.

    • Vivimos en una guerra en la que todos comenzamos en el lado equivocado. Somos, por naturaleza, enemigos de Dios. Pero Él entra en el conflicto para rescatarnos, para arrancarnos de las garras del maligno y darnos paz (Jn. 16:33).
    • Por tanto, nuestros pies han de estar siempre dispuestos a compartir el evangelio que hemos recibido, llevando paz al corazón de las personas. No debemos “matar” o “vencer” a nuestros contrincantes. Debemos animarlos a que cambien de bando, y abracen el “evangelio de la paz”.
    • Según la carta a los efesios, la paz surge de Jesús, y es nuestra responsabilidad mantenerla y compartirla:
      • Efesios 2:14: Jesús, nuestra paz, ha derribado las murallas que nos separan.
      • Efesios 2:15: Jesús ha comprado esa paz con su propia sangre.
      • Efesios 2:17: Jesús ha anunciado las buenas nuevas de paz.
      • Efesios 4:3: Debemos guardar la unidad en el vínculo de la paz.
      • Efesios 6:15: Debemos tener la disposición de proclamar el evangelio de la paz (NVI).
  • La fe, la salvación y la Palabra. Efesios 6:16-17.

    • El escudo:
      • Compuesto de madera forrada de cuero y con adornos de metal, el escudo podía proteger completamente a un soldado agachado, e impedía que las flechas o los golpes de espada lo hiriesen.
      • Dios es nuestro escudo (Sal. 3:3; 18:2). Por fe, enfrentamos el conflicto confiando completamente en Su protección. Es la fe la que apagará los dardos de las pruebas con las que el maligno quiere abatirnos.
    • El yelmo:
      • El casco metálico de los romanos tenía varias piezas que protegían el cuello y las mejillas del soldado. De este modo, la cabeza quedaba totalmente protegida.
      • Nuestros pensamientos deben estar enfocados en la salvación que Dios ha obtenido por nosotros, y en la esperanza de que pronto esa salvación se materializará en una vida eterna sin pecado (1Ts. 5:8).
    • La espada del espíritu:
      • Con una longitud de medio metro, y una hoja recta y ancha de doble filo, la espada romana permitía al soldado tanto defenderse de los golpes enemigos, como contratacar.
      • Pablo habla de la palabra de Dios como “más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu” (Heb. 4:12). Es ésta la única arma capaz de convertir al enemigo en aliado.
  • El ingrediente unificador:

    • La oración. Efesios 6:18-20.
      • Ante la batalla que se avecinaba, Josafat invitó al pueblo a postrarse en oración ante Dios (2Cr. 20:18).
      • Cuánto más en la lucha espiritual en la que estamos inmersos, la oración tiene una función primordial. Es la que nos permite relacionarnos con nuestro General para plantearle nuestras perplejidades y recibir sus instrucciones. Pablo hace tres indicaciones acerca de la oración:
      • Cómo debe ser la oración:
        • “En todo tiempo”. Nunca debemos dejar de orar, aun cuando no veamos respuesta (Lc. 18:1-8; 1Ts. 5:17).
        • “En el Espíritu”. El Espíritu Santo transforma nuestras oraciones con “gemidos que no pueden expresarse con palabras” (Rom. 8:26 NVI).
      • A quién ayuda nuestra oración:
        • Debemos suplicar “por todos los santos”. No estamos solos en la lucha, debemos apoyarnos unos a otros a través de la oración intercesora.
      • Pedidos específicos:
        • “Y por mí”. Aquellos que son llamados a proclamar el evangelio necesitan especialmente de las oraciones de los creyentes para poder presentar el mensaje “con denuedo” (“con valor” NVI).

Para meditar:

“Un ejército en batalla se confundiría y se debilitaría a menos que todos trabajaran en conjunto. Si los soldados representaran sus propias ideas impulsivas, sin referencia a las posiciones ni al trabajo de los demás, serían una colección de átomos independientes; no podrían hacer el trabajo de un cuerpo organizado. Por eso los soldados de Cristo deben actuar en armonía. No hay que apreciarlos por sí solos. Si hacen esto, el pueblo del Señor, en lugar de estar en perfecta armonía, de tener el mismo sentir, el mismo propósito, y de consagrarse a un gran objetivo, notará que sus esfuerzos son inútiles, que ha desperdiciado su tiempo y sus capacidades. La unión hace la fuerza. Incluso si pocas almas convertidas actúan en armonía, con un gran propósito y bajo una sola autoridad, lograrán victorias en cada enfrentamiento”. Elena G. White (Spalding and Magan Collection, p. 121).

“Debemos cubrirnos con cada pieza de la armadura, y entonces permanecer firmes. El Señor nos ha honrado eligiéndonos como soldados suyos. Combatamos valientemente por él, poniéndonos de parte de lo recto en toda circunstancia… Revestíos de esa justicia divinamente protegida, como coraza que todos tenemos el privilegio de usar. Protegerá vuestra vida espiritual […]

Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. Este no dejará que una sola alma que con arrepentimiento y fe haya pedido su protección caiga bajo el poder del enemigo”. Elena G. White (La maravillosa gracia de Dios, 23 de enero).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

Revista Adventista de España