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Lección 4 para el 27 de enero de 2024: EL SEÑOR OYE Y SALVA.

El Señor no es un dios lejano y pasivo. Él nos conoce, cuida, defiende y libera.

Dios nos oye y actúa en nuestro favor. Así fue la experiencia del pueblo de Israel; y la experiencia de los salmistas que clamaron a Dios en los momentos de dificultad.

No estamos solos en nuestras dificultades, tenemos un Señor que acude en nuestra defensa.

  • El Señor conoce (Salmo 139).

    • David sabe que toda su vida es transparente ante Dios (Sal. 139:2-3). Dios ya lo conocía antes de nacer, pues fue Él quien lo hizo crecer en el vientre de su madre (Salmo 139:13-16).
    • Puede encontrarse con Dios allá donde vaya. Si sube a lo alto (los cielos), está allí; si baja a lo profundo (el Seol), lo encuentra; si se dirige al este (las alas del alba), Él le guía; si se dirige al oeste (el extremo del mar), su mano lo defiende (Salmo. 139:7-10).
    • No existe ningún lugar tan oscuro que pueda ocultarlo de Dios (Sal. 139:11-12). Pero David no busca huir. Quiere y desea ser examinado por Dios. Intenta vivir una vida recta que agrade a Dios, apartándose del mal (Salmo 139:17-23).
    • Si falla, Dios enderezará sus caminos (Salmo 139:24). ¿Es ésta tu experiencia con Dios?
  • El Señor cuida (Salmo 121).

    • No importa cuán desesperada sea tu situación, Dios oye (Salmo 130:1-2). Él actúa en nuestro favor (Salmo 9:10). Hay esperanza para todo aquel que busca el favor del Señor (Salmo 16:8).
    • En el salmo 121 encontramos una descripción de nuestro Ayudador, Socorro y Guardián:
      • No permitirá que resbalemos en el camino de la vida (v. 3)
      • Vela constantemente sobre nosotros (v. 4)
      • Nos brinda refugio físico y espiritual (v. 5-6)
      • Está siempre a nuestro lado para defendernos (v. 7)
      • Nos cuidará en todo momento, y en todo lugar (v. 8)
    • ¿Dónde acudir a buscar ayuda en la dificultad? ¿A los montes? ¿Al poder económico? ¿A los poderes políticos? ¿A nuestros familiares y amigos? (Salmo 121:1).
    • Todos ellos pueden fallarnos. Solo hay Uno que nunca falla (Salmo 121:2).
  • El Señor defiende (Salmo 17).

    • Confiado en una vida coherente con lo que Dios espera de él, David le pide que sea su defensor (Salmo 17:1-5).
    • El salmista usa la metáfora de las aves para hablarnos de cómo nos defiende Dios (Salmo 91:4). También usa un lenguaje militar para hablarnos de su defensa activa (Salmo 91:4).
    • Otras metáforas incluyen el «abrigo», la «sombra», el «castillo», la «diestra» (Salmo 91:1-2; 17:7-8). Todas ellas nos hablan de protección y seguridad.
    • Sin duda, tenemos un Señor que nos defiende en toda adversidad. Acudamos a Él. Refugiémonos bajo su sombra.
  • El Señor libera (Salmo 114).

    • El salmo 114 expresa de una forma breve y poética la forma en que Dios allanó las dificultades para que su pueblo llegase a la Tierra Prometida: el mar [Rojo] vio a Dios y huyó (v. 3a); el río Jordán se volvió atrás (v. 3b); los montes y los collados saltaron (v. 4)
    • Como Creador, Dios usó su poder sobre la naturaleza para liberar a su pueblo. ¿No hará lo mismo hoy por nosotros?
    • Al igual que ellos, nosotros también hemos sido liberados milagrosamente del pecado, y nuestro viaje a la Canaán Celestial está plagado de peligros (montes y collados). Pero ante el Señor «tiembla la tierra» (Salmo 114:7).
  • El Señor oye y salva.

    • Dios mora en las alturas, pero desde allí oye y salva (Salmo 20:2; 3:4; 1ª Romanos 8:30).
    • Por esta razón, podemos acercarnos confiadamente a Él con la certeza de que seremos escuchados (Hebreos 4:16).
    • Pero ¿qué puede hacer Él desde su santuario? Dar salvación (Salmo 14:7); guardarnos del mal (Salmo 27:5); proveer nuestras necesidades (Salmo 36:8); defender al indefenso (Salmo 68:5); fortalecernos (Salmo 68:35).
    • Cuando las personas mantienen una relación correcta con Dios mediante el arrepentimiento y la aceptación de su gracia y su perdón, pueden invocar la garantía divina de liberación. El servicio del Santuario representaba la salvación que se encuentra en Jesús.

Para meditar:

«Presentad a Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados y temores. No podéis agobiarle ni cansarle. El que tiene contados los cabellos de vuestra cabeza no es indiferente a las necesidades de sus hijos. “Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5:11). Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aun por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que Él no la pueda soportar, pues sostiene los mundos y rige todos los asuntos del universo.

»Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que Él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan obscuro que Él no lo pueda leer, ni perplejidad tan grande que no la pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial lo note, sin que tome en ello un interés inmediato». (Elena G. White, El camino a Cristo, pg. 100).

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

Revista Adventista de España