Todos tenemos un pasado de ignorancia del que vamos saliendo a medida que la luz de la verdad resplandece en nuestros corazones.
ESPIRITUAL
Todos estamos de paso. Somos, como todos los que han creído, “extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11:13).
La vida eterna es una decisión que podemos tomar aquí y ahora. Justo antes que acabe el año. Un propósito de año nuevo con consecuencias eternas.
La señal de la presencia de Dios en el creyente es este proceso de perfeccionamiento del amor de Dios mediante la fidelidad a la Palabra.
Frente a interpretaciones humanas, la palabra profética. Ante desvaríos varios, la sana doctrina. Frente a sensacionalismos: “así dice Jehová”.
Seamos el cuerpo de Cristo, transformémonos pareciéndonos a Él y amando como Él nos enseñó. Vivamos el evangelio y seamos Sus instrumentos.
Pase lo que pase, recordemos quién es nuestro Dios. Todo está bajo su control. Nuestro Dios es “el Dios que ve” (Gn.16:13).
Imagino la sonrisa del Señor cuando nos diga: “Ya os lo había dicho”. Y la sonrisa de los redimidos cuando digamos: “Menos mal que nos lo habías dicho”.
Salir de la ciudad forma parte del diálogo adventista. Pero no de cualquier manera, ni con urgencia. Dios marcará el momento y el camino a seguir.
Si la salvación depende de creer, el ser prosperado (crecer) en la vida espiritual depende de lo atento que estemos a “toda palabra que sale de la boca de Dios”
Cuando me ataquen, o cuestionen mis creencias y opiniones, responderé con la mansedumbre de Cristo si Él mora, por fe, en mi corazón.
En este nuevo año, permite que que el Espíritu Santo reproduzca en ti el carácter lleno de amor de Jesús, y disfruta de Su presencia cada día.
“Jesús es el centro viviente de todo. Ponga a Cristo en cada sermón. Sean tratadas la preciosa misericordia y la gloria de Jesucristo”.
“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda la creación. Todo declara, en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor”.
Durante los mil años que transcurrirán entre la primera resurrección y la segunda, los justos verificarán el juicio de los impíos. También Satanás y los ángeles malos son juzgados por Cristo y su pueblo.
La Segunda Venida de Cristo es el día de la liberación. Las tumbas no pueden retener a aquellos que durmieron en Jesús. Su voz poderosa los despierta y los llama de nuevo a la existencia.
Aunque el tiempo de angustia será una prueba terrible para el pueblo de Dios, será el momento de mirar hacia arriba a fin de que, por la fe, podamos ver el arco de la promesa que nos envuelve.
El mensaje no será llevado adelante tanto con argumentos como por medio de la convicción profunda inspirada por el Espíritu de Dios.
“Solo los que hayan fortalecido su espíritu con las verdades de la Biblia podrán resistir en el último gran conflicto”. Hemos sido llamados a sostener “la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas”.
Plagas y desastres sacudirán la tierra, y culparán a los que sean fieles a la verdad bíblica. Se dirá que ofenden a Dios al violar el descanso dominical.
Pronto veremos y palparemos los propósitos del romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución.
El engaño satánico a través del espiritismo será terrible. Todos aquellos cuya fe no esté firmemente cimentada en la Palabra de Dios serán confundidos y vencidos.
Cristo murió en nuestro lugar, pagó el precio de nuestro rescate. Es un regalo divino que permitirá que algún día podamos reunirnos con aquellos que ya no están.