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Lección 4 para el 23 de julio de 2022: VER EL ROSTRO DEL ORFEBRE.

«Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza, con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu» (2Co. 3:18 NVI).

¿Cómo somos transformados a la semejanza de Jesús? ¿Cuál es nuestra parte en esta obra?

  • El objetivo:

    • Reproducir la imagen de Dios.
      • En un principio, Dios creó a la humanidad a su imagen (Gn. 1:27). Pero el pecado ha ido desfigurando esa imagen hasta hacerla casi irreconocible.
      • Una de las funciones del Evangelio es restaurar esa imagen en nosotros (Ro. 8:29).
      • Insertos en medio de un conflicto cósmico, somos espectáculo al mundo y a los seres celestiales, que necesitan ver en nosotros el reflejo del carácter de Jesús (1Co. 4:9; Ef. 3:10).
    • Ser como el oro.
      • Dios había declarado que Job era un “hombre perfecto y recto” (Job 1:1). Pero entre los seres celestiales se sembró la duda acerca de los motivos por los que Job se comportaba así (Job 1:9-11).
      • Al borde de la desesperación, incapaz de comprender por qué le ocurrían tantas desgracias, Job llegó a comprender que estaba siendo probado. Estaba seguro de que ese proceso lo haría brillar como el oro, que sería perfeccionado.
      • Es en las pruebas más difíciles donde el carácter se manifiesta plenamente, y se refina. En esos momentos críticos, Dios saca al exterior el carácter que, tal vez, nunca se manifestaría de otro modo.
  • El resultado:

    • El desarrollo del carácter.
      • Lo que diferenciaba unas vírgenes de otras era la provisión de aceite (Mt. 25:1-4). Aunque la interpretación primera del aceite es el Espíritu Santo, también podemos compararlo con el carácter.
      • No podemos esperar salir victoriosos del conflicto si no hemos desarrollado previamente el carácter a través de una relación estrecha con Jesús.
      • Según Jesús, este carácter se demuestra en nuestra relación con los demás (Mt. 25:34-36).
      • Ver el rostro del orfebre nos hace cambiar.
    • Victoria en el conflicto.
      • El libro de Daniel, al igual que Apocalipsis, termina hablándonos de un tiempo, el tiempo del fin, en el que la humanidad estará claramente dividida en dos grupos: los impíos y los limpios, los que entienden y los que no entienden (Dn. 12:10; Ap. 22:11).
      • Según Jeremías, éste será un “tiempo de angustia para Jacob” (Jer. 30:7). Habiendo concluido el tiempo de gracia, los salvos habrán alcanzado la victoria, y serán refinados y purificados, mientras que los impíos se obstinarán en su rebelión contra Dios.
  • El apoyo:

    • La comunidad.
      • Es evidente que el desarrollo del carácter es una obra individual. Pero, ¿qué decir del carácter de la comunidad? ¿Puede la iglesia, como cuerpo, desarrollar y perfeccionar su carácter?
      • El carácter de la iglesia es la suma y la colaboración del carácter de cada uno de sus miembros.
      • Este carácter se manifiesta y refina cuando trabajamos juntos en comunión unos con otros en favor de los demás. Esto será también un testimonio para los seres celestiales (Efesios 3:10).
      • Necesitamos ver el rostro del orfebre, y mostrarlo a la sociedad.

Para meditar:

«Los conflictos que se experimentan en la tierra, en la providencia de Dios, proporcionan la preparación necesaria para desarrollar caracteres apropiados para las cortes del cielo. Debemos ser miembros de la familia real, hijos de Dios, y “todas las cosas les ayudan a bien” a los que a Dios aman y se someten a su voluntad». Elena G. White (Nuestra elevada vocación, 6 de noviembre).

«Cuando nos sobrecojan las pruebas, no meditemos en la magnitud de ellas, ni pensemos que no podemos gozarnos en el Señor. Es cierto que tendremos sentimientos cambiantes. Pasaremos por momentos de desánimo y depresión. ¿Pero viviremos por sentimiento o por fe? Cuando nuestros hermanos y amigos hablen imprudentemente, no nos descorazonemos. Recordemos que nos hallamos en un mundo de pruebas y dolor, de penas y desilusiones. Estas experiencias deberían conducimos a Cristo. Si no lo hacen, sufriremos una pérdida». Elena G. White (Alza tus ojos, 26 de agosto).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

 

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