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Un modelo de evangelización para esposos y esposas casados con no cristianos, según 1 Pedro 3:1-12 [2]

1“Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, 2al observar su conducta íntegra y respetuosa.

3Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. 4Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. 5Así se adornaban en tiempos antiguos las santas mujeres que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo. 6Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor.

7De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada,[3] y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes.

8En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes. 9No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición. 10En efecto, ‘el que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; 11que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga. 12Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal’” (Nueva Versión Internacional, 1999).

Introducción

Hablar de 1 Pedro, es adentrarnos en una de las epístolas más complejas de la Escritura. La dificultad tiene que ver con el lenguaje utilizado en la confección de la carta, atribuible en buena parte a Silvano, el amanuense que probablemente colaboró como secretario[4] del apóstol (1 Pedro 5:12).[5] Al respecto, P. J. Achtemeier señala que esta epístola posee, estilísticamente una de las “mejores prosas del Nuevo Testamento”.[6] Sin embargo, esto no se ha notado en los estudios, donde normalmente los exegetas le han dado más importancia a las epístolas paulinas y juaninas que a Pedro.[7] Sin embargo, eso ha cambiado en los últimos años, puesto que muchos exégetas se han dado cuenta de la riqueza conceptual del texto.[8]

Otro frente de conflicto está referido a los usos que se han dado históricamente a algunos de los textos de la epístola haciéndolos aparecer de una manera impropia con el contexto general de la Escritura. Por esa razón, en los últimos años ha habido un aumento considerable de estudios en la primera epístola de Pedro,[9] intentando corregir esa tendencia.

Específicamente en la sección que analizamos, se la ha utilizado para señalar por ejemplo:

Que la mujer debe soportar, incluso el maltrato y el suplicio, porque de esa forma está siendo una buena esposa cristiana que se “somete” a su marido. Incluso se ha sostenido que su sufrimiento podría ser un medio para la salvación de su esposo. En ese sentido, su martirio heroico debería convertirse en un medio para que sus maridos acepten el evangelio.[10]

Se sigue con la lógica de que las esposas deben someterse unilateralmente a sus esposos, de la misma forma en que lo hacen a Jesucristo.[11] Lógica que no puede defenderse con Pedro, pero que se la usa porque se supone que es el punto de vista del Nuevo Testamento.

Lo que estas interpretaciones sesgadas pasan por alto es que siempre el concepto de sumisión en el pensamiento neo testamentario está en el contexto de la mutualidad (1 Corintios 7:3-5; Efesios 5:18-33; Colosenses 3:13-19; 1 Pedro 2:16-3:8), y siempre se dan directrices claras en el texto que acompaña para los esposos, con el fin de prevenir el abuso (Efesios 5:28-29; Colosenses 3:19; 1 Pedro 3:7-12).

Intención de la carta

Un ejercicio fundamental a la hora de analizar una sección bíblica es reflexionar sobre los motivos que tuvo el autor para escribir su epístola.

En 1 Pedro es evidente que la preocupación del autor está en el contexto de la persecusión que algunos sufren a causa de su fe (1 Pedro 4:13-16). No era un juego declararse cristiano en el momento en que Pedro escribe la carta, él está consciente que los cristianos podrían padecer incluso la muerte por sus convicciones religiosas.

Esto le da a la carta un carácter dramático. Seguramente Pedro conoce a alguno de sus hermanos en la fe que han padecido o padecen de persecución y sufrimiento por causa del evangelio. En muchos sentidos, es una carta escrita desde la frontera. Es el viejo apóstol dándoles ánimo a la iglesia que está siendo perseguida por quienes no creen en Jesús. Por eso algunos han tildado su contenido como una “ética para el exilio”.[12]

Una de las razones de la dispersión es la persecución que se ha iniciado en contra de los cristianos por los rumores propagados desde Roma. Es bien conocida la historia de quienes comenzaron a utilizar a los cristianos como chivos expiatorios de sus miedos y conflictos políticos. Los cristianos bajo Nerón (37-68) fueron  acusados de “incesto, impiedad, ateísmo, odio a la humanidad y sedición”.[13]

Por lo tanto, el trasfondo de una no oficial persecución de los cristianos (según la expresión de Achtemeier),[14] es el contexto sobre el cual se desarrollan las reflexiones del autor. Como señala Elliot, reflexiones que plantean un estilo de vida en medio de “la hostilidad, el acoso, y el ostracismo de naturaleza social y ‘no oficial’”.[15] D. Warden concluye algo similar, en este caso teniendo como foco las consecuencias de las persecuciones ocurridas bajo el imperio de Domiciano (51-96), que afectaron decididamente a las provincias y sociedades locales en contra de los cristianos.[16]

En dicho contexto social convulsionado y peligroso, las palabras de Pedro de “someterse a toda institución humana, ya sea al rey como a superior, ya los gobernadores” (1 Pedro 2:13-14) adquieren una importancia radical. No sólo es un desafío a lo que naturalmente haría un perseguido falsamente, sino que supone una estrategia de evangelización difícil de entender. Lo que Pedro procura es que entiendan que sólo “haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:15). De allí la invitación, aparentemente absurda en dicho contexto: “Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey” (1 Pedro 2:17).

Pedro da instrucciones que tienen una connotación clara en un contexto convulsionado. En dichas circunstancias, los llama a mostrarse de manera diferente frente al mundo. Les indica a los ciudadanos que deben actuar adecuadamente con las autoridades (2:13-16); a los criados les indica que su comportamiento debe ser ejemplar con sus patrones (2:18); las esposas deben estar unidas a sus maridos (3:1-2); y los esposos deben tratar con cuidado a sus esposas (3:7).  Claramente el contexto señala una forma de trato que está vinculada directamente con el vivir en medio de una sociedad no cristiana. Los ciudadanos se relacionan con autoridades que no conocen a Jesús, sin embargo, lo mismo sucede con criados que viven junto a amos que no entienden su fe, esposas ligadas a maridos no creyentes, y esposos en la misma situación.

Destinatarios

Habitualmente se ha supuesto que los receptores de la carta son gentiles, y se acepta que entre ellos hay una comunidad judía minoritaria.[17] Algunos de los textos que han sido atribuidos a lectores gentiles viviendo una vida pre-cristiana con conductas ajenas a la costumbre judía son 1.14, 18; 2.9; 4.3-4.[18]

Es indudable que algunos de los receptores de la carta son nuevos conversos que están siendo instruidos en la forma correcta de vivir el cristianismo (1:22; 2:2; 3:18-22). Gentiles covertidos, tal como se evidencia en 4:3, en este texto en particular el escritor les habla de su pasado idólatra y de los excesos en relación al alcohol y el sexo. El apóstol da especial énfasis en la forma antigua de vida que tenían cuando desconocían a Jesús y su nueva forma de vida (1:3, 14, 18, 21; 2:10). Les habla de haber sido “rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados” (1:18).

Ciertos elementos presentados en el texto han llevado a algunos intérpretes a pensar que los receptores son de grupos sociales de pocos recursos.  Por ejemplo, la referencia a los esclavos (2:18); la situación socio-política al mencionar que son “peregrinos y extranjeros” (2:11), lo que hace suponer que quienes han de leer la carta están limitados en sus derechos civiles; por esa razón W. L. Schutter llega a afirmar que los receptores sin duda son de las clases menos favorecidas.[19] En un análisis sociológico J. H. Elliott afirma que los receptores fueron primariamente gente de espacios rurales de Asia Menor.[20] En una linea ligeramente diferente Achtemeier sostiene que los receptores son diversos,[21] se basa en la descripción que hace Plinio de los cristianos de Asia Menor cuando los describe como “de muchas edades, rangos y de ambos sexos”, sostiene que esta “supertición” (cristianismo), no está “confinada a las ciudades, sino también está presente en pueblos y áreas rurales”.[22]

Las referencias a esclavos y mujeres, hacen pensar que son la mayoría de los receptores.[23] En 3:3 se evidencia la presencia de algunas mujeres ricas que pueden hacer ostentación de recursos.

Estructura de la sección

La estructura general de la epístola no es clara, lo que ha llevado a los comentaristas a dividirla en dos,[24] tres[25] y más secciones.[26]

Es evidente en este texto que Pedro está utilizando una estructura literaria común en sus días y que se observa en autores clásicos como Aristóteles ((384–322 a.C.), por ejemplo. Corresponde a lo que romanos y griegos llamaban un “código de familia”, una forma muy utilizada con el fin de dar instrucciones a las familias respecto de sus dudas y problemas personales que se vivían en el seno de las familias.[27] Esta forma de escritura suponía que las familias estaban compuestas por tres tipos de relaciones: Esposo-esposa; padres-hijos; amos-esclavos.[28] Estructura que se observa con claridad en la exposición.

Problemáticas que presenta el texto

Uno de los conflictos al leer esta sección de la carta, que ha sido llamada “el corazón de la carta”[29] de Pedro, es si es posible aplicar en el mundo contemporáneo el mismo orden social presentado por el autor de la epístola.

La riqueza de la sección está vinculada especialmente a las instrucciones que da para interactuar con los valores y moral de un mundo pagano, que no acepta a Jesucristo como salvador.

Los judíos que se han convertido en cristianos están viviendo en un mundo que no sabe ni acepta la posibilidad de conocer a Jesucristo. Por lo tanto, las recomendaciones de Pedro no deberían sacarse de ese contexto. El antagonismo no es la vía correcta,[30] tampoco lo es la asimilación, sino la inteligencia y la actitud correcta frente a gente que no conoce el cristianismo. En la epístola de Pedro, los cristianos están llamados a realizar buenas obras en todas las esferas de su vida, incluyendo el ámbito político-social.[31] En este sentido, su enseñanza apunta no a una separación de la sociedad, sino del pecado.[32]

Algunos ven en las palabras de Jeremías: “busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad” (Jeremías 29:7), un paradigma para la propuesta de Pedro, de la interacción correcta con las autoridades y las personas con las cuales los cristianos se relacionan.

De todos modos, es crucialmente importante analizar, en el contexto actual, el tipo de relación propuesta por el apóstol, para su contexto y bajo las condiciones en que estaba viviendo.

Algunos autores sugieren que tal como hoy no aceptamos como válida la esclavitud, que es mencionada en el texto bíblico, tampoco deberíamos aceptar algunos tipos de relaciones subordinadas que la Escritura plantea.[33] No deja de tener lógica este planteamiento, en especial en un contexto donde sería inaceptable tener esclavos por ejemplo. El problema de esta forma de pensamiento es que terminamos dejando que el contexto cultural contemporáneo dicte lo que es correcto en el texto. Una forma de ver el texto que podría tornarse especialmente compleja, por ejemplo, en el contexto de la aceptación de ciertos tipos de relacionamiento que claramente son rechazadas por la Biblia.[34] Eso implica que hay que buscar otro tipo de explicación que no fuerce al lector a buscar una interpretación de tipo cultural.

Esta sección no ha estado excenta de debates enconados. Por ejemplo D. L. Balch señala que los conceptos expresados por Pedro en relación al código de familia suponen una “aculturización de la diáspora judía reflejando la estructura doméstica romana con el fin de no impugnar su hegemonía”.[35] Para él, esta sección de Pedro, simplemente refleja una “paganización del cristianismo”,[36] puesto que supondría un alejamiento de los criterios propuestos en la Torah y en las mismas palabras de Cristo,[37] una especie de acomodación[38] a los supuestos culturales en los que están inmersos los cristianos de ese tiempo.

Por su parte, Elliot, quien contesta a Balch, señala que en la discusión de Pedro, no se busca una asimilación con la cultura, sino que les indica una forma de interactuar con una comunidad hostil al cristianismo.[39] El consenso mayoritario de las investigaciones apuntan a este último punto de vista. G. M. Serve señala, al respecto, que la propuesta de Pedro es más bien una “estrategia pragmática”[40] para minimizar el impacto de estar viviendo en una comunidad no cristiana que además es hostil al cristianismo.

Bruce Winter por su parte señala que las exhortaciones de Pedro van dirigidas a una comunidad cristiana rica para que se adapte a las condiciones sociales por el bien de la meta común de la proclamación del mensaje de Cristo.[41] Eso significa convertirse en agentes de bendición en los contextos sociales donde les toca interactuar.

Lamentablemente esta sección sólo ha servido para complicar la vida de muchas personas y ha servido de excusa para vivir un modo de vida que nada tiene que ver con lo que plantea el texto bíblico.

La situación de las esposas

Habitualmente se ha utilizado esta sección para afirmar que las esposas deben someterse unilateralmente a sus esposos,[42] lo cual vendría a ser, como dice un autor un argumento de asociación “patriarcal”[43]. El argumento que se ha dado es que la mayoría de las versiones ha traducido “someterse”, y ese es el sentido que se le otorga al texto. Se exigiría, unilateralmente de las mujeres sumisión, y se defiende sosteniendo que aquello es “un escrito está, Palabra del Señor”,[44] sin entender que dicho argumento va precisamente en contra del llamado bíblico para que varones y mujeres vivan la libertad plena en Cristo.[45]

Sin embargo, la expresión u`potasso,menai (hypotassomenai, que viene del verbo hypotasso) que se utiliza en este versículo significa más bien “aceptar” o “respetar”. Además, el rango semántico es mucho más amplio del que habitualmente se entiende. Los sinónimos de la expresión están en el 2:17: “respeto, amor, temor”. Es evidente una tendencia en la traducción que refleja estereotipos masculinos o androcéntricos, cosa que muchos han evidenciado en las traducciones bíblicas.[46] Dicha forma de ver el texto en la lengua contemporánea no necesariamente reflejaría los tiempos, cultura y contexto en el que fueron originalmente presentados. La traducción debería reflejar no las ideas contemporáneas, sino el contexto original y la intención global del autor. El llamado actual es a buscar traducciones más honestas, y menos “políticamente correctas”.[47]

En sentido estrictamente literal la expresión significaría estar “bajo el mando de”, sin embargo, ese uso es exclusivamente en contextos militares,[48] lo cual no es el caso.

Por lo tanto, la mejor explicación es que en una situación eventualmente peligrosa para mujeres que han decidido hacerse cristianas, sin la autorización de sus esposos incrédulos, Pedro les aconseja a ellas que respeten a sus maridos, de tal forma que por medio de sus conductas ellas puedan ganarlos para el evangelio.

La analogía con Sara

Una situación especialmente compleja de la sección es la referencia a Sara. Muchos lo utilizan como argumento de la sumisión unilateral de la esposa al marido. Sin embargo, al analizar con cuidado la expresión “señor” utilizada en el texto y ver su referencia en el Antiguo Testamento (Génesis 18:12), el asunto se torna complicado porque dicha expresión no sólo no aparece en el Antiguo Testamento de esa forma, sino que además, al observar con cuidado la relación de Abraham y Sara lo que se observa es un vínculo de paridad y mutualidad, más que de subordinación. Por esa razón Mark Kiley propone que  “en la mente del autor de 1 Pedro, Genesis 12 y 20 forman parte del trasfondo no declarado de este versículo”,[49] toda vez que sólo en esos versículos se encuentra el contexto global de la relación que mantenían Abraham y Sara.

Muchos suponen que lo que se observa en el texto de Génesis es un trato más bien desdeñoso y burlón, de parte de Sara, más que de subordinación. Al contrario, en otros incidentes se observa más a un Abraham obediente que una Sara subordinada.

Por su parte Dorothy I. Sly sostiene que la forma en que eran tratados los relatos de Sara y Abraham en el momento en que Pedro escribe su carta, es lo que está en el trasfondo de sus palabras y la manera en que usa la historia a la que hace referencia.[50] Eso implicaría cierta influencia de Filón y Josefo en el pensamiento de Pedro, lo cual es discutible. Lo que no se discute, es que las ideas de estos dos escritores estaban presentes en el contexto cultural helénico de la época,[51] y eso, puede, sin duda, haber llegado al pensamiento del apóstol.

La mayoría de las versiones castellanas refleja el problema textual de Génesis 18:12, por eso hay versiones que omiten la palabra “señor”.[52] Blach, sostiene que el término más que sumisión lo que señala es un insulto para Abraham,[53] una forma irónica y desdeñosa de tratarlo en el contexto de la vejez y de su imposibilidad de engendrar. Esto tiene sentido en relación al nombre del patriarca que significa “padre de multitudes”, por lo tanto, Pedro hace uso de este concepto presente en el cúmulo de imágenes que se usaban para referirse a la relación de él con Sara.[54] Por otro lado, esto alcanza más relevancia cuando se entiende que el contexto en cual se usa la expresión “señor” en el ejemplo que pone Pedro, no es de obediencia, sino más bien de extrañeza frente a la propuesta de Abraham.

La otra expresión compleja es la palabra “obedeció”, lo que hace dudar de su correcto uso o interpretación, porque a juzgar por el desarrollo de la historia de Sara y Abraham, ambos obedecen mutuamente en diferentes situaciones. No se observa una jerarquización clara, como era común en el contexto patriarcal. Sly observa que en Filón y Josefo, se discute el tema de quién obedece a quién, en la relación del patriarca y su esposa,[55] señal de que el tema era importante entre los judíos.

Ambos autores señalan reglas muy específicas en relación a esta lectura. Filón sostiene que “las esposas deben estar al servicio de sus esposos”,[56]  por su parte Josefo afirma que “las Escrituras declaran que ‘una mujer es inferior a su esposo en todas las cosas’, por lo tanto debe ser obediente a él”.[57] Aunque es evidente que la Escritura señala que Abraham obedeció a Sara, Filón —para salvar el asunto— realiza una alegorización de esta mención, puesto que va en contra de sus preconceptos sexistas. Por eso, que al comentar esta sección, señala que Sara era excelente en virtud y sabiduría, por esa razón,  Abraham obedece en su mente a la sabiduría.[58] Busca diferentes trucos retóricos para negar la mutualidad evidente en el texto y negarle a Sara algún tipo de igualdad con el patriarca.[59]

Lo cierto es que la expresión aparece en Génesis 18:12 donde en la LXX (la que debe haber sido conocida por Pedro y sus contemporáneos), se usa una forma de “obediencia” con la expresión hypakouein, sin embargo, en Génesis 16:2 aparece Abraham “escuchando” a su esposa y se utiliza misma expresión (hypekouse), y luego en Génesis 21:12 Dios le dice al patriarca que “haga caso” (akouein) a su esposa y usa la misma raíz que se ha utilizado en Génesis 18:12 y 16:2.  Una expresión similar existe en Génesis 16:6 en relación a Agar donde se usa la expresión (akoue).  Evidentemente, este análisis tira por la borda la supuesta unilateralidad de la relación de Abraham sobre Sara, y los pone a ambos en la misma situación de “escucharse” y “hacerse caso” mutuamente, que es el mejor sentido de la traducción de estos textos.[60]

Ahora, si se sigue la lógica del contexto de Pedro y el uso que hace de esta referencia, lo que está haciendo es poner a Abraham como un antiejemplo. La razón es simple, Abraham tuvo comportamientos ajenos a la voluntad divina. No escuchó la palabra de Dios. De hecho, expuso a su esposa a una situación compleja en el caso de Abimelec, y Sara le hizo caso con el propósito de salvarle la vida. Ella eligió someterse por un fin superior, en ese sentido, la historia de Abraham es análoga a la situación de las mujeres del primer siglo que están casadas con hombres que “no obedecen la Palabra” (1 Pedro 3:1).  En ese sentido Sara es un ejemplo para las mujeres cristianas que están en una situación precaria porque ella decidió libremente sufrir vicariamente con el fin de salvar la vida de su esposo.[61]

En esta historia y el uso que hace Pedro de ella es un buen ejemplo de la interpolación de historias del Antiguo Testamento, con el fin de mostrar el sufrimiento de las comunidades cristianas de Asia Menor.[62]

Por otro lado, toda obediencia tiene un límite puesto que ellas, como cristianas, tienen un deber primario con Dios.  Eso nos lleva a la siguiente pregunta:

¿Se contradice Pedro?

El mismo Pedro estableció un principio en Hechos cuando sostiene que es “menester obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). ¿Será que con los años cambió de opinión? ¿Este concepto aplica sólo para los varones y no para las mujeres?

Si se contrasta literalmente el texto de 1 de Pedro con Hechos, hay una evidente contradicción, que echa por tierra el concepto de libertad en Cristo y la necesidad de someternos a Dios y no a otros seres humanos.

Sin embargo, si se observa el concepto desde la perspectiva de una estrategia que busca que los no-cristianos conozcan a Dios y sepan de Jesucristo, el asunto adquiere otro matiz. Los cristianos están llamados, en 1 de Pedro, a vivir de tal modo que sus vidas produzcan impacto y muchos logren entender y aceptar a Jesucristo.[63]

Si tomamos al pie de la letra las palabras de Pedro sin considerar el contexto y la intención del apóstol, entonces, tendríamos que reescribir 1 Corintios 9:20 y agregar: “Con los abusadores y discriminadores, me volví abusador y discriminador”. Difícilmente Pedro podría estar apoyando un concepto que contradice totalmente sus palabras y la forma en cómo entendió a Jesucristo.  Evidentemente la intencionalidad de sus palabras es otra. Sería inconcebible que el apóstol estuviera abogando a favor de la discriminación, la violencia y las conductas que Cristo con su vida rechazó.  Más aún cuando en el contexto Pedro señala: “No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición” (1 Pedro 3:9) y agrega para que no queden dudas: “Apártese del mal y haga el bien” (1 Pedro 3:11) en alusión al texto de Salmo 34:12-14, que sus interlocutores debían conocer muy bien.

Discriminar, someter, maltratar, enajenar, disminuir, faltar el respeto, desconsiderar, infantilizar, violentar, etc. son conductas malas, que se observaban claramente en el contexto de Pedro… no es posible que les esté sugiriendo a los cristianos que sigan tratando a sus esposas de esa manera.  Sería una contradicción evidente.

La propuesta misionológica de Pedro

Como hemos visto a lo largo de este estudio, la propuesta de Pedro apunta a enseñar cómo comportarse en un contexto hostil al cristianismo y al que, a la vez, hay que presentar el cristianismo. Es de esa forma una herramienta para presentar “un microcosmos de la fe cristiana y el deber”,[64] un modelo de acción. Presenta un paradigma de conducta que no tiene parangón en otro libro de la Escritura, fuera de los evangelios.[65]

Para todos los tipos de vínculos: ciudadanos, esclavos, esposas y esposos, la forma de comportarse es la misma: Vivir de tal modo que sus vidas en sí mismas sean un argumento irrefutable a favor del cristianismo.[66] Su intención es que los no-cristianos carezcan de razones para oponerse a Cristo.

Las esposas casadas con no cristianos

En el contexto específico de las esposas casadas con no cristianos les señala que la “sumisión” al no cristiano está en relación a ser “un testigo del sacrificio de Cristo”.[67] Por lo tanto, esta recomendación está en el contexto de una misión evangelística.

A veces no se capta la fuerza del pedido de Pedro a esas esposas cristianas, casadas con no cristianos. Ellas han entendido lo que significa ser libres en Cristo. Saben que Dios no hace acepción de personas. Entienden que por la gracia de Jesucristo tienen acceso directo a Dios, y que por lo tanto, no necesitan un intermediador varón para obtener el beneplácito divino. Ellas además se saben personas, valiosas, porque Cristo vino a morir por ellas.

Este concepto es especialmente importante porque en tiempos en los cuales Pedro está escribiendo las esposas son considerada propiedad del esposo. De hecho el estatus legal de una mujer casada no era diferente al de un niño.[68] En ese contexto, el pedido de someterse a sus maridos, y más aún, siendo estos no cristianos aparece como un retroceso frente a lo que han conocido y saben del nuevo estatus adquirido con Cristo.

Por esa razón Barth L. Campbell observa que “indudablemente, las esposas cristianas a las cuales Pedro escribe no tienen virtualmente posibilidades de elegir un arreglo marital igualitario. De esa forma, que ellas permanezcan en su fe cristiana, manteniendo su propia identidad religiosa… es completamente revolucionario”.[69] Pedro les está pidiendo que se mantengan unidas a sus esposos no cristianos, y que también permanezcan en la fe. Algo no fácil de realizar para quienes entienden que en Jesucristo son plenamente libres y ya no necesitan estar atadas a otro ser humano.

Los receptores de la carta de Pedro son “pioneros de la fe en tierras extranjeras”,[70] como tales necesitan algunas claves para poder vivir conforme a la misión suprema que Jesús les ha encomendado, “ser testigos” (Hechos 1:8), en donde quieran que estén. “La misión cristiana” es llevada a cabo por “un movimiento de peregrinos y extranjeros, sin una indicación geográfica de origen (una patris) o sin la política de seguridad de una polis o la ciudadanía. Es esta situación de grave carencia de vivienda y el sentimiento de no pertenencia” la que da las claves para entender su contenido.[71]

De hecho, tal como sostienen investigadores del término paroikos de 2:11 señala no gente que es “extranjera”, necesariamente, sino a quienes han venido a ser tratados como ajenos y extraños por el estilo de vida que han adquirido una vez que se han convertido al cristianismo.[72] En dicho contexto, algunos comentaristas mencionan que las recomendaciones de Pedro van enfocadas a una estrategia para sobrevivir, por una parte, y cumplir la misión, por otro lado, en un medio hostil y ajeno al estilo de vida cristiano. Especialmente, porque los cristianos “son nativos tratados como si estuvieran apartados”.[73] De allí el énfasis de Pedro de recordarles que aunque son maltratados por sus pares, ellos son “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios” (1 Pedro 2:9).

En dicho contexto, la sumisión a los esposos se entiende en un contexto de injusticia y de estar en medio un ambiente hostil,[74] en ningún caso debe tomárselo como un paradigma en todo tipo de relacionamiento, puesto que a los esposos cristianos, interactuando con esposas no-cristianas, les sugiere algo muy diferente: “Sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto” (3:17), en otras palabras, no imiten el modelo de sus vecinos no cristianos, ustedes están llamados a vivir de una forma diferente, eso conforme al pensamiento de Pedro, de mostrar dos caminos, el estilo de vida cristiano y el de quienes no creen.[75] Es la petición de principio que hace Pedro: “Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación” (1 Pedro 2:12). En otras palabras, la misión los obliga a obrar de la mejor forma posible, con el fin de que los incrédulos lleguen a conocer a Jesucristo.

Los esposos casados con mujeres no cristianas

En muchos sentidos la situación de los esposos, casados con mujeres no cristianas, es mejor, porque culturalmente son ellos los que llevan el control. Son parte de una sociedad que no respeta a la mujer, que la trata como esclava y donde los animales suelen costar más que una mujer.

Tal como ha hecho en Efesios 5:21 en adelante, donde Pablo invita a los cristianos a tratar a sus esposas de manera diferente a como lo hace la cultura circundante, aquí Pedro introduce un principio similar.

La recomendación de Pedro es que traten a sus esposas con respeto, evidentemente, porque esa no era la tónica de Asia Menor, donde las mujeres eran tratadas como bienes muebles que se transaban al mejor postor. En Grecia y toda Asia Menor, “una joven casadera era una mercancía humana que se transfería de la casa de su padre a la de su marido, donde adquiría el apellido de este último y quedaba sometida a su control”.[76]

Tal como señala la historiadora Marilyn Yalom,[77] sabemos mucho de las mujeres griegas y romanas, pero no de sus voces, sino de la escritura de varones que escribieron sobre mujeres, porque a excepción de la poetisa griega Safo (650-580 a.C.), las voces de las mujeres fueron silenciadas y sólo es posible saber de ellas por la arqueología y otros datos indirectos.

Las novias se entregaban a los novios en un pacto previamente realizado entre el varón que se casaba con el padre. La novia no estaba presente y no era consultada, señal de la poca estima en que se la tenía. Su función básica era procrear hijos, y nada más. Por esa razón en la sociedad griega “la mujer no entraba de forma definitiva en la familia del marido hasta que daba a luz un hijo. Hasta entonces, su padre podía acabar con el matrimonio en cualquier momento”,[78] evidentemente sin estar obligado a mencionárselo a la mujer, que para todos los efectos, no tenía voz ni voto.

Del mismo modo el esposo “podía repudiar a su mujer a voluntad y sin justificación, siempre y cuando estuviera dispuesto a devolver la dote”.[79]

El varón no le debía respeto a su esposa. De hecho, “podía tener relaciones sexuales complementarias fuera del tálamo nupcial con concubinas, amantes y esclavos de ambos sexos”.[80] Por eso que la recomendación de Pedro, a los esposos en particular, adquiere en este contexto tanta relevancia. Respetar a la esposa significa tenerla en cuenta y tratarla como una persona valiosa.

La imagen que sugieren varias versiones castellanas de tratar a la mujer como “vaso frágil”, no se vincula con que la mujer es más débil o algo similar, aunque socialmente lo sea, sino a darle un valor que en su tiempo no tenía. Los vasos a los que hace alusión el texto son frágiles porque son valiosos, hechos de materiales nobles y muy caros. De hecho, sólo los ricos tenían esos “vasos frágiles”, la mayoría de las personas tenía vasos de madera o de piedra, que evidentemente, no eran frágiles. Así que lejos de infantilizar a la mujer, como hacen algunos con estos textos, lo que está haciendo Pedro es todo lo contrario, es darle un valor superlativo que la pone en un lugar preponderamentemente diferente a la cultura en la que están inmersas.

Las mujeres, al contrario de los varones, tenían muchas limitaciones, luego de tener un hijo “no podían poner fin ni al matrimonio más horrendo”.[81] Por esa razón la recomendación de Pedro de recordarles que ellas son coherederas de la salvación es realmente importante. Les está diciendo a esos hombres que no se compadecen de la mujer que sus esposas están en el mismo lugar que ellos, el evangelio los ha puesto en una situación de paridad, cosa inconcebible en contextos no cristianos.

Les recuerda Pedro que deben hacer esto que él les recomienda por una función evangelizadora, porque de ese modo darán testimonio de su fe ante sus esposas paganas. Por esa razón, su última exhortación tiene un carácter enigmático: “Así nada estorbará las oraciones de ustedes”. Es evidente que el apóstol está entendiendo que, si no tratan a sus esposas como coherederas de la gracia, con respeto y consideración, estarán alterando el plan divino y sus “oraciones” serán estorbadas.

En síntesis, la propuesta de Pedro es revolucionaria para un tiempo donde las relaciones de pareja no están marcadas por el amor y la consideración, como es la tónica en la actualidad. Lo que prima en ellos es arbitrariedad, verticalismo y absoluta falta de respeto a la elección de la mujer, de su dignidad como tal y de sus deseos personales. El evangelio viene a corregir eso.

Conclusión

Cuando se sacan las recomendaciones de Pedro de su contexto histórico cultural, entonces, se pierde la fuerza y sentido de lo que está expresando.

Por otro lado, al estudiar esta sección desconectada del resto del libro, entonces, tampoco se logra captar el sentido de lo que el apóstol está planteando.

Muchos de los cristianos de Asia Menor están viviendo situaciones injustas en un contexto de persecución. A ellos, les dice que respeten las autoridades, a sus amos, esposos y esposas. Todo con el fin de ganarlos para el evangelio y se conviertan a Jesucristo.

Los consejos específicos a las esposas cristianas casadas con no cristianos son:

  1. Respetar a sus maridos, aún cuando sean no cristianos.
  2. Que su comportamiento sea tal que impacte la vida de sus esposos.
  3. Que su conducta sea íntegra y respetuosa.
  4. Que no pongan su preocupación en el adorno externo, sino en un carácter noble.
  5. Que tengan un espíritu suave y apacible.

Para los esposos cristianos casados con mujeres no cristianas les señala que:

  1. Comprensivos con sus esposas (especialmente en el contexto de esposas que no son cristianas).
  2. Les pide que las traten con cuidado y respeto, ya que socialmente sus vidas son más vulnerables.
  3. Les recuerda que ellas también son coherederas de la gracia, es decir, también fueron llamadas al evangelio.

Luego vienen los consejos para todos, que tienen especial relevancia en el contexto de la persecución y sufrimiento que están siendo objeto.

La sección en estudio, por lo tanto, propone un modelo de interacción con esposos y esposas no cristianas, paradigma que bien puede servir para hoy.

Hacer un uso sexista de estos versículos no sólo es sacar de contexto el pensamiento de Pedro, sino que además, introduce un sesgo impropio en la Escritura.

Todos, varones y mujeres, hemos sido llamados a la libertad, la paridad, la complementación y la mutualidad. No hay lugar para jerarquías cuando conocemos a Cristo, por lo tanto, y siendo fieles al pensamiento de Pedro, que sostiene que hay que “obedecer a Dios antes que a los hombres”, la explicación va por la vía de una estrategia de evangelismo y no de un paradigma de estilo de vida, como suponen quienes usan de manera sexista estos textos y pretenden mantener en una permanente infantilización y subordinación a la mujer, lo que es contrario a la intención de Cristo que rompió con todos las divisiones que había entre los seres humanos con su muerte y resurrección.

 

Autor: Miguel Angel Núñez. Pastor adventista ordenado; Doctor en Teología Sistemática y Magister en Teología Pastoral (Universidad Adventista del Plata, Argentina); Licenciado en Filosofía y Educación (Universidad de Concepción, Chile); Licenciado en Teología (Universidad Adventista de Chile); Licenciado en Teología (Universidad Adventista del Plata); Orientador Familiar (Universidad Católica del Norte, Chile); Magister en Conflicto y Mediación (grado en curso; Universidad Miguel de Cervantes, España). Ha sido docente universitario en Perú, Argentina, Chile, México y profesor visitante para universidades de El Salvador, EE.UU., Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ha publicado 60 libros. Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, ruso, rumano y al portugués. Se preparan traducciones de sus libros en búlgaro y francés. Conferenciante internacional.

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[2] El presente artículo fue presentado como ponencia en el Simposio Sudamericano de Teología, Brasil, 2009.

[3] Otras versiones traducen “vaso frágil”.

[4] S. J. Kistemaker, Exposition of the Epistles of Peter and of the Epistle of Jude (New Testament Commentary; Grand Rapids, MI.: Baker, 1987), 207. Otros refutan este rol y sostienen que Silvano fue simplemente el mensajero de la carta, veáse Randolf Richards, “Silvanus Was Not Peter’s Secretary: Theological Bias in Interpreting in 1 Peter 5:12”, Journal of Evangelical Theological Society 43 (2000): 417-32.

[5] Hay estudiosos que consideran a Silvano el autor de la epístola, por ejemplo P. H. Davids, The First Epistle of Peter (NICNT; Grand Rapids, MI.: Eerdmans, 1990), 198; I. H. Marshall, 1 Peter (IVP New Testament Commentary; Downers Grove, IL.: InterVarsity Press, 1991), 173-174; George K. Barr, “The Structure of Hebrews and of 1st and 2nd Peter”, Irish Biblical Studies 19 (1997): 24.

[6] P. J. Achtemeier, 1 Peter: A Commentary on First Peter (Minneapolis: Fortress Press, 1996), 2.

[7] J. Ramsey Michaels explica que en parte esto se debe a la brevedad de 1 y 2 de Pedro, especialmente en comparación al cuerpo literario de las obras paulinas.  J. Ramsey Michaels, 1 Peter (Word Biblical Commentary; Dallas: Word, Incorporated, 2002), 49: xxxi.

[8] John H. Elliott, “The Rehabilitation of an Exegetical Step-Child: 1 Peter in Recent Research”, Journal of Biblical Literature, 95/2 (1976): 243.

[9] Una síntesis crítica de los estudios más relevantes de los últimos años se encuentra en Mark Dubis, “Research on 1 Peter: A Survey of Scholarly Literature Since 1985”, Currents in Biblical Research 4/2 (2006): 199-239.

[10]   Catherine Clark Kroeger y Nancy Nason-Clark, No Place for Abuse: Biblical & Practical Resources to Counteract Domestic Violence (Downers Grove, Ill.: InterVarsity, 2001), 91-2.

[11]   George W. Knight III, “Husbands and Wives as Analogues of Christ and the Church”, Recovering Biblical Manhood and Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, Wayne Grudem y John Piper, eds. (Wheaton, Ill.: Good News Publishers, 1991), 174.

[12]         H. C. Kee, F. W. Young y K. Froehlich, Understanding the New Testament (2a ed.; Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1965), 355-379.

[13]         Kroeger y Nason-Clark, No Place for Abuse, 92.

[14]         Achtemeier, 1 Peter, 23-36.

[15]         Elliott, “The Rehabilitation of an Exegetical Step-Child”, 252.

[16]         D. Warden, “Imperial Persecution and the Dating of 1 Peter and Revelation”, Journal of Evangelical Theological Society 34 (1991): 203-12.

[17]         N. Hillyer, 1 and 2 Peter, Jude (NIBCNT, 16; Peabody, MA.: Hendrickson, 1992), 4; Achtemeier, 1 Peter, 50-51.

[18]         Michaels, 1 Peter, xlvi.

[19]              W. L. Schutter, Hermeneutic and Composition in 1 Peter (Tübingen: Mohr, 1989), 11.

[20]         J. H. Elliott, A Home for the Homeless: A Sociological Exegesis of 1 Peter, Its Situation and Strategy (2a. ed.; Philadelphia: Fortress Press, 1990), 62-64; Idem., 1 Peter: A New Translation with Introduction and Commentary (AB, 37B; New York: Doubleday, 2000), 90.

[21]         Achtemeier, 1 Peter, 50-57.

[22]         Plinio, Epistulae 10.96

[23]         Achtemeier, 1 Peter, 50-57.

[24]         Algunos sostienen que la división es 1:3–2:10 y 2:11–5:11; veáse L. M. Antoniotti, “Structure littéraire et sens de la Première Épître de Pierre”, Revue Thomiste 85 (1985): 533-60; C. H. Talbert, “Once Again: The Plan of 1 Peter”, en C.H. Talbert, ed., Perspectives on First Peter (NABPR Special Studies Series, 9; Macon, GA.: Mercer, 1986), 141-51. Otros afirman que la división es 1:3-12 y 1:13–5:11, veáse D. W. Kendall, “The Literary and Theological Function of 1 Peter 1:3-12”, en Ibid., 103-20.

[25]         Michaels divide la epístola en 1:3–2:10, 2:11–4:11 y 4:12–5:11, Michaels, 1 Peter, xxxiv. Dalton, en cambio sostiene que la subdivisión es 1:3–2:10, 2:11–3:12 y 3:13–5:11,  W. J. Dalton, Christ’s Proclamation to the Spirits: A Study of 1 Peter 3:18–4:6 (2a. ed.; AnBib, 23; Rome: Pontifical Biblical Institute, 1989), 72-86.

[26]         Hay quienes sostienen que la epístola tiene cuatro secciones: 1:3–2:10, 2:11–4:11, 4:12-19 y 5:1-11. Veáse Elliott, A Home for the Homeless, 234-6.

[27]         Sharyn Dowd, “1 Peter”, en Women’s Bible Commentary (Carol Ann Newsom y Sharon H. Ringe, eds.; Philadelphia: Westminster John Knox Press, 1998), 463.

[28]         Esta forma se observa con claridad en Efesios 5:22-6:9.

[29]         D. Schroeder, “Once You Were No People…” en H. Huebner, ed., Church as Theological Community: Essays in Honour of David Schroeder (Winnipeg: Canadian Mennonite Bible College, 1990), 37.

[30]         Bruce W. Winter, Seek the Welfare of the City: Christians as Benefactors and Citizens (Grand Rapids, MI.: Eerdmands, 1994), 13.

[31]         Ibid.

[32]         Ibid., 15.

[33]         Schroeder, “Once You Were No People…”, 37.

[34]         Por ejemplo, los matrimonios gays, la relación homosexual o las relaciones de pareja informales.

[35]         D. L. Balch, “Hellenization-acculturation in 1 Peter”, en C. H. Talbert, ed., Perspectives on First Peter (Macon, GA.: Mercer): 97.

[36]         Ibid.

[37]         Un punto de vista similar sostiene E. Krentz, “Order in the ‘House’ of God: The Haustafel in 1 Peter 2:11–3:12”, en J.V. Hills, ed., Common Life in the Early Church: Essays Honoring Graydon F. Snyder (Harrisburg, PA.: Trinity Press International, 1998),  279-85.

[38]         J. K. Applegate, “The Co-Elect Woman of 1 Peter”, New Testament Study 38 (1992): 587-604.

[39]         J. H. Elliott, “1 Peter, Its Situation and Strategy: A Discussion with David Balch”, en Talbert, ed., Perspectives on First Peter, 72.

[40]         G. M. Zerbe, “Non-Retaliation in 1 Peter: A Pragmatic or a Christological Ethic?” en G. M. Zerbe, Non-Retaliation in Early Jewish and New Testament Texts: Ethical Themes in Social Contexts (JSPSup, 13; Sheffield: JSOT Press): 270-91.

[41]         Bruce Winter, “‘Seek the Welfare of the City’: Social Ethics according to 1 Peter”, Themelios 13 (1988): 91-94.

[42]         Hay autores que sostienen que el afirmar esta sumisión unilateral crea las condiciones para la violencia doméstica y el abuso sistemático de la mujer en el contexto familiar. Véase Shondrah Tarrezz Nash y Latonya Hesterberg, “Biblical Framings of and Responses to Spousal Violence in the Narratives of Abused Christian Women”, Violence Against Women 15/3 (2009): 340-361. En dicho caso, la oposición a un sistema de sometimiento puede ser entendido como insubordinación e ir en contra de los “criterios bíblicos”. Veáse M. D. Pagelow y P. Johnson, P. “Abuse in the American Family: The Role of Religion”, en A. L. Horton y J. A. Williamson, eds., Abuse and religion: When praying isn’t enough (Lexington, MA.: D.C. Heath and Company, 1988), 1-12.

[43]         R. L. Richardson, “From ‘Subjection to Authority’ to ‘Mutual Submission’: The Ethic of Subordination in 1 Peter”, Faith and Mission 4 (1987): 74.

[44]              Musa W. Dube, “Who Do You Say that I Am?”, Feminist Theology 15/3 (2007): 365.

[45]         Ibid.

[46]         Para una síntesis del problema véase David G. Horrell, “Familiar Friend or Alien Stranger? On Translating the Bible”, The Expository Themes (2005): 402-408.

[47]         Ibid., 408. A eso habría que agregar las diferentes discusiones que se han dado en el último tiempo sobre el aparato crítico y el análisis textual de las epístolas de Pedro, haciendo que en algunos casos no esté claro totalmente la palabra que debería utilizarse como correcta, para una discusión del tema veáse J. K. Elliott, “The Petrine Epistles in the ‘Editio Critica Maior’”, Novum Testamentum, 42/4 (2000): 328-339.

[48]         Kroeger y Nason-Clark, No Place for Abuse, 93.

[49]         Mark Kiley, “Like Sara: The Tale of Terror behind 1 Peter 3:6”, Journal of Biblical Literature, 106/4 (1987), 690.

[50]         Dorothy I. Sly, “1 Peter 3:6b in the Light of Philo and Josephus”, Journal of Biblical Literature, 110/1 (1991), 126.

[51]         Para una revisión de cómo interpretaban los contemporáneos de Pedro el libro de Génesis, por ejemplo, y la relación del varón y la mujer veáse Kristen E. Kvan, Linda S. Schearing y Valarie H. Ziegler, Eve & Adam: Jewish, Christian, and Muslim Readings on Genesis and Gender (Bloomington: Indiana University Press, 1999).

[52]         La Biblia de Jerusalén simplemente traduce “mi marido viejo”, la misma linea de pensamiento sigue la Nueva Versión Internacional. Las diferentes traducciones de la Reina y Valera han dejado la expresión “señor”.

[53]         Balch, Let Wives Be Submissive, 104-105.

[54]         D. Senior, 1 & 2 Peter (Wilmington, DE.: Michael Glazier, 1980), 57.

[55]         Sly, “1 Peter 3:6b in the Light of Philo and Josephus”, 126.

[56]         Filon, Hypothetical: Apology for the Jews, 7.3. En linea: https://www.earlychristianwritings.com/yonge/book37.html. Consultado el 10 de junio 2009.

[57]         Josefo, Ag. Ap. 2.24.

[58]         Sly, “1 Peter 3:6b in the Light of Philo and Josephus”, 126.

[59]         Para más información sobre los usos alegóricos y retóricos de Filón véase el excelente estudio de Dorothy I. Sly, Philo’s Alexandria (New York: Routledge, 1996).

[60]         En realidad, la traducción debería ayudarnos a reconsiderar la interpretación sesgada que muchas veces se dan a estos textos partiendo de premisas sexistas, misóginas o machistas.

[61]         Aída Besançon Spencer, “Peter’s Pedagogical Method in 1 Peter 3:6”, Bulletin for Biblical Research 10/1 (2000): 113-144.

[62]         Gene L. Green, “The Use of the Old Testament for Christian Ethics in 1 Peter”, Tyndale Bulletin 41/2 (1990): 226.

[63]         J. H. Elliott, The Elect and the Holy: An Exegetical Examination of 1 Peter 2.4-10 and the Phrase basileion hierateuma (Leiden: Brill, 1966), 184-185.

[64]         E. G. Selwyn, The First Epistle of St. Peter (London: MacMillan, 1955), 1.

[65]         J. W. C. Wand, The General Epistles of St. Peter and St. Jude (London: Methuen, 1934), 1.

[66]         Winter, Seek the Welfare of the City, 21.

[67]         Michal Beth Dinkler, “Sarah’s Submission: Peter’s Analogy in 1 Peter 3:5–6”, Priscilla Papers 21/3 (2007): 9.

[68]         Gilbert Bilezikian, Beyond Sex Roles: What the Bible Says About a Woman’s Place in Church and Family (2a ed.; Grand Rapids, MI.: Baker, 2004), 63.

[69]         Barth L. Campbell, Honor, Shame, and the Rhetoric of 1 Peter (SBL Dissertation Series 160: 1998), 151.

[70]         Kiley, “Like Sara”, 690.

[71]         Elliott, “The Rehabilitation of an Exegetical Step-Child”, 253.

[72]         Elliott, Home for the Homeless, 131.

[73]         Kiley, “Like Sara: The Tale of Terror behind 1 Peter 3:6”, 690.

[74]         Ibid., 692.

[75]         Para una discusión del tema véase Robert E. Aldridge, “Peter and the ‘Two Ways’”, Vigiliae Christianae, 53/3 (1999): 233-264.

[76]         Marilyn Yalom, Historia de la esposa (Barcelona: Ediciones Salamandra, 2003), 66.

[77]         Ibid., 39-68.

[78]         Ibid., 45.

[79]         Ibid.

[80]         Ibid.

[81]         Ibid., 46.

Revista Adventista de España