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escatología

En la teología contemporánea de la época de Jesús, el libro de Daniel estaba situado en el canon judío entre «los Escritos», la tercera gran parte de la Biblia Hebrea. Daniel no era considerado un profeta. Ya se había aceptado que el libro era histórico y no profético. Para ellos, todo lo relativo a su contenido se había cumplido en la época de Antíoco IV, rey de Siria. Sus acciones contra el Templo de Jerusalén y el intento de abolición de la Alianza, los llevó a pensar en clave nacionalista y no profético-escatológica. Entendiendo que el escrito de Daniel haría mención a la época del rey heleno, en 1ª Macabeos 1:54 escribieron su idea sobre el libro de Daniel:

«El día quince del mes de Quisleu del año ciento cuarenta y cinco, levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la Desolación. También construyeron altares en las ciudades de alrededor de Judá».

En opinión de L. F. Hartman[1], en su comentario al libro de Daniel:

«La obra se escribió, ante todo, para animar a los judíos a que se mantuviesen fieles a la religión de sus antepasados en una época en la que no sólo sentían el fuerte atractivo que sobre ellos ejercía la cultura helenística, llegada a un alto grado de universalismo e íntimamente conectada con el paganismo helenista, sino que además eran víctimas de una sangrienta persecución con la que se les intentaba obligar a abandonar la ley de Moisés y aceptar la religión de Antíoco IV Epífanes».

La conversación de los discípulos con Jesús

La profanación sacrílega del Templo de Jerusalén, a manos de este general heleno, reavivó la visión del Templo en la escatología de la época. Pensaban que el final del mundo estaba ligado a la existencia del Templo. La escatología sin Templo no era aceptada en la época. Todos estos datos, son de gran importancia para entender la cosmovisión de los discípulos con Jesús. En Mateo 24: 1-2 encontramos:

«Y saliendo Jesús, se iba del Templo cuando sus discípulos se acercaron para mostrarle las edificaciones del Templo. Tomando entonces la palabra, Él les dijo: “¿Veis todas estas cosas? De cierto os digo: De ningún modo quedará aquí piedra sobre piedra que no sea totalmente `derribada´ (καταλυθήσεται, futuro indicativo (BTX3))”»[2].

La pregunta de Jesús, y su respuesta, tienen la intención de desmitificar, en la mente de los discípulos, que el Templo de Jerusalén sería destruido en pocos años, y que el momento de la Parusía no dependerá de la existencia de ese monumento de piedra. Como veremos en este artículo, Jesús vuelve a resituar la escatología de su época, desde la visión bíblica y no a través del pensamiento judío.

1. Lectura de Mateo 24

Los caps. 24 y 25 forman una unidad temática. En el primero encontramos el discurso escatológico de Jesús, por contener una revelación sobre el fin del mundo y los acontecimientos que envuelven a ese acontecimiento.

El segundo hace tres aplicaciones: parábola de las 10 adolescentes (Mat 2: 1-24); parábola de los talentos (25: 14-30) y parábola sobre la separación definitiva de la humanidad en dos grupos bien definidos, representada por la separación de las cabras de las ovejas (25: 31-46)

La cosmovisión semítica de los autores de la Biblia los lleva a escribir sus libros manteniendo un sistema de estructuración radicalmente distinto al que, por nuestra parte, heredamos del mundo griego. Leeremos los textos siguiendo los recursos literarios propios del texto[3]:

A (24,1-2): Jesús habla con sus discípulos sobre el Templo.

B (24,3-14): os perseguirán por causa de mi nombre.

C (24,15-28): el sufrimiento y Dios acortará el tiempo.

D (24,29-31): la señal de la venida del Hijo del Hombre.

C’ (24,32-35): no pasará esta generación sin que todo acontezca.

B’ (24,36-44): dos hombres y dos mujeres en vivir diario: uno tomado, otro dejado.

A’ (24,45-51): los siervos buenos y malos.

Tabla 1: Estructura Literaria a Mateo 24 y 25. Propuesta nuestra.

El centro ideológico y temático, lo hallamos en [D (24:29-31): la venida del Hijo del ser humano]. Las microsecciones [A-A’] forman un paralelismo antitético; [B-B’] forman un paralelismo sintético, mientras que [C-C’] es igualmente un paralelismo sinonímico. Todo ello será analizado a continuación.

El pensamiento de la época

El cap. 24 nos sitúa sobre el horizonte de como Jesús desmitifica la escatología de su tiempo. Sin profundizar mucho en el tema, como ya hemos hecho referencia, diremos que, para sus contemporáneos, todo el libro de Daniel se habría escrito post eventum. La Biblia de Jerusalén (BJ)[4], recoge el pensamiento de la época de la siguiente forma: 1 Macabeos 1: 54-61:

«El día quince del mes de Quisleu del año ciento cuarenta y cinco (167 aC) levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la Abominación de la Desolación. También construyeron altares en las ciudades de alrededor de Judá. A las puertas de las casas y en las plazas quemaban incienso. Rompían y echaban al fuego los libros de la Ley que podían hallar. Al que encontraban con un ejemplar de la Alianza en su poder, o bien descubrían que observaba los preceptos de la Ley, era condenado a muerte por decisión real. Actuaban violentamente contra los israelitas que sorprendían un mes y otro en las ciudades; El día veinticinco de cada mes ofrecían sacrificios en el ara que se alzaba sobre el altar de los holocaustos. A las [2 Mac. 6:10] mujeres que hacían circuncidar a sus hijos las llevaban a la muerte, conforme al edicto, con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían efectuado la circuncisión».

Según el comentario de la BJ al v. 15 [5]: «La abominación de la desolación, (Dan. 9: 27; 11: 31), es el altar de Baal Samem o Zeus Olímpico, edificado sobre el gran altar de los holocaustos».[6] La tradición de los padres, había interpretado Dan. 11: 31, como el cumplimento en las acciones acaecidas con motivo de la invasión de Jerusalén por el general heleno Antíoco IV, pero Jesús está en total desacuerdo con esta interpretación. En Mat 24:15 dice: «por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, dicha por el profeta Daniel, puesta en el lugar santo (el que esté leyendo, entienda)» (BTX3).

Jesús proyecta el cumplimiento de las referencias a Daniel

Jesús proyecta el cumplimiento de las referencias a Daniel hacia el futuro, llamando a Daniel profeta (προφήτης), añadiendo: `cuando veías´ (ὁράω, aoristo subjuntivo 2ª persona del plural). Cuando los creyentes vean esas señales anunciadas en el cap. 24, deben estar preparados para huir (Mat. 24: 16-18). Para Jesús todo este contexto, no es histórico sino escatológico. Y el Templo al que hace referencia Daniel, es el escatológico y celestial. Jesús señala una consecuencia trascendental para la humanidad (Mat. 24: 40):

«Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro será dejado, Dos mujeres estarán moliendo en el molino: una será tomada y la otra será dejada. ¡Velad, pues, porque no sabéis en cuál día viene vuestro Señor!».

Con motivo de la Segunda Venida se hará una separación. Unos serán tomados y otros serán dejados (Mat. 24: 40); Será la primera consecuencia de la escatología bíblica. La explicación que Jesús hace a continuación, por medio de sus tres parábolas, muestra a la humanidad dividida en dos partes.

2. Lectura Mateo 25

La lectura del cap., podría quedar de la siguiente forma:

A (25,1-13): parábola de las diez adolescentes invitadas a las bodas.

B (25,14-30): parábola de los talentos.

A’ (25,31-46): parábola de las ovejas y las cabras.

Tabla 2: estructura literaria de Mateo 25, propuesta personal

En el cap. 25, Jesús dará respuesta a la segunda parte de la pregunta planteada por sus discípulos en 24: 3 «Dinos, ¿cuándo será esto, y cuál la señal de tu venida, y de la consumación de la era?» Lo hace presentado en tres parábolas (müšälîm-παραβολή) desde un doble aspecto que llamaremos «la espera inteligente o espera necia». El adjetivo necio lo entendemos con el sentido de «… que no sabe lo que podía o debía saber»[7]. Igualmente, el creyente deberá enfocar su experiencia religiosa como «sabio, experto, instruido».[8]

La primera parábola

En la narración de la primera parábola (Mat. 25: 1-13), nos muestra a diez adolescentes invitadas por la novia, según la costumbre de la época, para señalar al novio el camino al banquete de boda. Jesús sitúa la separación en el momento de la llegada del novio (Mat. 25: 6-7): «Pero a la medianoche hubo un clamor: ¡He aquí el esposo, salid a su encuentro!, y todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas».

Es en este único momento cuando se ocasiona la separación entre unas y otras identificadas como sabías (φρονίμοις, adjetivo femenino plural), y el resto identificadas como «estúpidas» (μωραὶ, adjetivo femenino plural) (25: 7-8). La sentencia de separación definitiva entre ellas sale de los labios del esposo (Mat. 25: 11-12): «11 luego, las otras vírgenes también llegan diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero él respondiendo, dijo: En verdad os digo que no os he conocido» (οἶδα, perfecto indicativo).

La separación definitiva queda consolidada. El problema no está, según la parábola, en dormir durante la espera, pues fue igual para las diez. La contrariedad radica en que mientras dormían se fue agotando el aceite, con lo que podrían haber avivado sus lámparas, que les garantizaba la entrada.  El aceite como señal y símbolo, como afirma A. Ropera:[9]

El aceite de oliva es símbolo de fuerza espiritual, salud y vigor, a la vez que de luz, por servir como combustible en las lámparas utilizadas en la iluminación (cf. Mat. 25:1-13). Es también, sobre todo el aceite perfumado, un símbolo de alegría ((Sal. 45:7; Prov. 27:9; Ec. 7:1; 9:8; cf. Eclo. 9:8; Heb. 1:9) y así se utilizaba especialmente en las festividades (Am. 6:6).

Sobre las vírgenes dormidas

Bonnard[10] comentará:

No se reprende a las vírgenes por estar dormidas, pues para ellas había pasado ya el tiempo de la actividad. Es antes del comienzo de la fiesta nupcial cuando deberían haber hecho lo que había que hacer (tomar el aceite = ser fieles).

Jesús, hablando del momento escatológico de su regreso, deja claro que el período de la vida del ser humano es el único momento para clarificar la eternidad, que será definitivamente interrumpida por su regreso a la tierra. En la Biblia no encontramos, hasta donde hemos visto, momentos posteriores para cambiar las decisiones humanas después de la espera.

En la segunda parábola (Mateo 25: 14-30), nos introduce en el mismo momento de la espera, pero desde otra orientación. Comienza con la afirmación de que se trata del mismo tiempo, ya utilizado en la parábola anterior (Mat. 25: 14) «porque es como un hombre que, yéndose de viaje, llamó a sus siervos (δοῦλος) y les encargó sus bienes». Es cierto que δοῦλος tiene un significado genérico de esclavo-sirviente, pero como se observa en el contexto, estos δοῦλος, masculino plural, modificado por el adjetivo ἰδίους propio o particular, indicando que son algo más que simples esclavos, al ser encargados de gestionar su patrimonio.

El reparto fue según el punto de vista que su Señor tenía de cada uno de ellos: (Mat. 25: 15) «a uno dio cinco talentos (τάλαντα) a otro dos, y a otro uno; a cada uno según su capacidad. Y se fue de viaje». En este momento, según la parábola, comienza la espera entre su marcha y su regreso. Los dos primeros se sitúan en la espera inteligente, pero el tercero no sabe aprovechar el privilegio otorgado por su Señor.

La definición del Señor

La propia definición que da el Señor resulta sugerente:

Mateo 25: 24-25 dice: «y acercándose también el que ha recibido (εἰληφὼς), participio presente, un talento (τάλαντον), dijo: “Señor, yo te conocía que eres hombre exigente, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo (φοβηθεὶς, participio aoristo), y habiendo ido, escondí tu talento en la tierra: aquí tienes lo tuyo”».

Comentar que sería necesario analizar el significado de φοβέω en un contexto más amplio. Este término griego es la traducción en los LXX[11] del hebreo (´îrä´) utilizado por ejemplo en Gen. 3: 10: «y dijo: he oído tu sonido en el huerto y he tenido miedo (´îrä´) porque estoy desnudo; y me he escondido».  El término ´îrä´ identifica la reacción del ser humano cuando no entiende los planes de Dios para él. El siervo de la parábola no supo gestionar la espera, al no comprender los planes de su Señor en su vida.

La justificación de su actitud queda reflejada en el texto: (Mat. 25: 25) «Yo te conocía que eres hombre exigente, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste». Sin duda, proyecta hacia el Señor su frustración por su fracaso en la espera. La respuesta fue inmediata: (25: 28) «quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene los diez talentos», y finalmente (Mat. 25: 30) «y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujido de los dientes». Ya no había posibilidades de gestionar esos bienes.

El final de la segunda parábola

La segunda parábola termina de la misma forma que la anterior. Durante la espera, entre la marcha del Señor y su regreso, es el único periodo que disponemos para entregar nuestros dones al Señor del universo. A su regreso ya todo estará decidido, no por el Señor, pues en su resurrección quedó resuelto el problema del Pecado: Jesús murió y resucitó por todos, pero no para todos. La enseñanza de esta parábola es: aquellos que convirtieron sus talentos en dones, tienen un destino eterno, pero aquellos que no sepan convertir sus talentes en dones no tendrán ninguna otra oportunidad más.

La tercera parábola

La tercera de las parábolas (25: 31-46), no es nada más que la aceptación de parte del «Hijo del hombre», en su visión escatológica (cf., Dn 7: 13), de las decisiones que cada uno ha tomado. Esta expresión para identificar al que viene, es utilizada por el propio Jesús en contextos donde está representando a la humanidad ante el Padre (cf., Mat. 3: 17).

La característica de este tercer relato pedagógico por parte de Jesús, es la conclusión a la espera. Esa conclusión y actuación de que viene, es la ratificación de la actitud del ser humano. La diferencia entre las ovejas y las cabras (Mat. 25: 32) es simplemente el adverbio de negación `no´ (οὐκ). Pues sin el adverbio las dos serían exactamente iguales. Ahora nos paramos en la sentencia (25: 45-46).

En Mat. 25: 45-46, Jesús les responderá diciendo: «De cierto os digo: En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco me lo hicisteis a mí. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».

Conclusión

De nuevo, como en la primera entrega de esta serie, nos encontramos con el término `eterno´ (αἰώνιος). El contexto nos permite entender que este adjetivo está íntimamente relacionado con el sustantivo al que modifica. En este caso lo encontramos dos veces, pero con un sentido antagónico. El primer uso `hacia dentro castigo eterno´ (εἰς κόλασιν αἰώνιο (Mat.)) y, por otro lado, «los justos (δίκαιος) hacia dentro vida eterna (εἰς ζωὴν αἰώνιον)», la proposición εἰς indica dirección, `hacia adentro de´.

En Dan. 12: 1-3 encontramos:

«En aquel tiempo (`ët) se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo, y será tiempo (`ët) de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces. Pero en aquel tiempo (`ët) será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el rollo. Y una multitud de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida (Hayyê) eterna (`ôläm), y otros para vergüenza (Háräpôt) y confusión (dir´ôn) eterna (`ôläm) y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad».

En estos textos se plantea una antítesis importante para nuestro estudio: «unos para vida eterna» versus «otros para vergüenza y confusión eterna». En ambas partes del binomio se utiliza `ôläm con el sentido de un estado permanente sin posibilidad de cambio, en ambos casos. Se presenta una realidad fácil de comprender para los que tendrán vida eterna, para siempre.

Pero en la situación contraria se plantea la necesidad de buscar un equilibrio con el resto de la Biblia. ¿Se desprende de esta afirmación que podría revertirse en algún momento futuro la vergüenza y la confusión? La respuesta es negativa y la consecuencia: es que viven para siempre, no cambiaría su estado. Las tres parábolas analizadas dan la visión final: En la primera quedan fuera; en la segunda se le quita lo que se le había confiado y en la tercera van al «castigo» eterno.

Tomando en cuenta el sentido antropológico planteado en la Biblia, ¿sufren por los siglos sin fin, o en un momento determinado dejan de existir para siempre?. Intentaremos dar respuesta en el libro del Apocalipsis, que será el próximo tema: Universalismo y Escatología en el Apocalipsis.

Autor: Pablo Armero, Dr. en Teología y profesor de Escatología Bíblica en la Facultad Adventista de Teología (Sagunto)
Imagen: Foto de Aaron Burden en Unsplash 

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Referencias

[1] R. E. Brown; J. A. Fitzmyer, R. E. Murphy, Comentario Bíblico San Jerónimo, t.2 (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971) 295.
[2] Biblia Textual, ed., 2ª (Sociedad Bíblica Interamericana, 2008), en lo sucesivo BTX3. Cuando no se indique otra traducción, utilizaremos esta.
[3] K. Aland, M. Black, C. M. Martini, B. M. Metzger, A. Wikgren, 3ª ed., The Greek New Tetament, (Münster: Sociedades Bíblicas Unidas, 1975)
[4] J. A, Ubieta, Biblia de Jerusalén, (Bilbao: Desclee de Bruwer 1975), en lo sucesivo BJ.
[5] Nueva Biblia de Jerusalén, ed.  4ª, dir. J. A. Ubieta (Bilbao: Editorial Desclée De Brouwer, 2009)
Comentario al texto 1,54.
[6] J. Ubieta, Biblia….
[7] https://dle.rae.es/necio.
[8] https://dle.rae.es/inteligente?m=form.
[9] A. Ropero, Gran Diccionario Enciclopédico, (Barcelona: Editorial Clie, 2014), entrada «aceite».
[10] P. Bonnard. Evangelio según San Mateo, (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1976) 538.
[11] Llamada también Septuaginta, la primera traducción interpretación del conjunto de libros de la Biblia Hebrea, añadiendo algunos libros no canónicos, como Macabeos.
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