Comienzo estas líneas deseando que las familias afectadas por la DANA puedan encontrar consuelo y paz en estos tiempos tan complicados. La solidaridad de los ciudadanos nos recuerda la importancia de ayudarnos unos a otros y sostenernos en los momentos más frágiles. Son muchos los que se han movilizado para ayudar y muchos más los que lo hubieran hecho de haber tenido la oportunidad.
Las donaciones siguen llegando poco a poco a la cuenta de ADRA. Cada euro es una expresión de amor y un clamor humano frente al dolor de los que sufren. Damos gracias a Dios por los corazones solidarios y dadivosos que apoyan, colaboran y dan con amor.
Dicho todo esto, e ignorando las complejas realidades políticas y sociales en nuestro país, quiero señalar la obvia realidad que indica que las cosas nos afectan más cuanto más cerca de nosotros ocurren. Valencia, Albacete, Málaga son ciudades «nuestras». Aldaia, Paiporta, Alfafar o Letur son pueblos que lamentablemente han copado las primeras páginas de nuestros informativos. Nos duele el clamor de los que grababan las terribles imágenes desde sus balcones. Alarma ver lugares que conocemos bien convertidos en escenarios irreconocibles. Nos emociona ver a nuestra gente cruzando puentes con palas, picos y garrafas de agua dispuestos a ayudar cueste lo que cueste.
El mundo, en víspera de una crisis espectacular
Transitamos por las últimas páginas del calendario del año 2024 y sorprende leer un pensamiento escrito ciento once años atrás: «El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro. Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la intensidad que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en víspera de una crisis espectacular» (Elena de White, La Historia de Profetas y Reyes, página 394).
Algunos habréis podido reconocer que este pensamiento es el que encontramos en la primera página del libro Eventos de los Últimos días. Observamos el mundo y no podemos dejar de reconocer que vivimos tiempos revueltos. Guerras que destruyen vidas y rumores de guerra que amenazan la estabilidad de territorios muy inestables. Enfermedades descontroladas y amenazas de pestes que están por llegar. La naturaleza gime (Romanos 8:22) y la humanidad se angustia frente a lo que está por llegar (Lucas 21:25).
El tiempo de angustia irá en aumento hasta el final
Fijaos en cómo lo escribió Elena White en un pensamiento que aún es más antiguo que el anterior: «Las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad. Las agencias del mal se coligan y acrecen sus fuerzas para la gran crisis final. Grandes cambios están a punto de producirse en el mundo, y los movimientos finales serán rápidos». (Elena de White, Joyas de los Testimonios, Volumen 3, página 280).
Si este pensamiento tuvo sentido en la víspera de las dos grandes guerras mundiales del s. XX, hoy la crisis final está mucho más cerca que cuando se escribieron esas palabras.
Lo que ha pasado en Valencia puede simplemente ser una catástrofe más. No es la primera de esa magnitud y seguramente no será la última. Hoy quizás no sea el fin del mundo; de hecho, probablemente no lo sea, pero el aumento en frecuencia e intensidad de los eventos que hoy podemos seguir casi en directo hace que muchos reconozcan «que algo grande y decisivo está por acontecer».
En el mismo libro que ya hemos citado, Eventos de los últimos días, leemos que «el tiempo de angustia, que irá en aumento hasta el fin, está a las puertas» (página 14). Jesús comparó el tiempo cercano a la parusía con la mujer que está de parto. Las contracciones aumentan en frecuencia e intensidad a medida que se acerca el momento del parto. De la misma manera, tal y como podemos ver, la angustia va en aumento. Cada día un poco más cerca.
Tengamos la actitud correcta
Frente a la realidad que nos ha tocado vivir, nuestro cariñoso Salvador nos pide que tengamos la actitud correcta. Ayudemos, colaboremos, impliquémonos y no dejemos que nada nos haga olvidar el conflicto real del que formamos parte. Después de anunciar que la gente vivirá con angustia «confundidas a causa del bramido del mar y de las olas», Jesús nos dice que, «… cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca». (Lucas 21: 25, 28).
Nuestra redención está cerca. Cada vez más cerca.
Dios bendiga a la gente que ha sido afectada por la DANA. Dios nos proteja de las DANAS que todavía han de llegar. Por encima de todo, que no dejemos de mirar hacia Aquel que ha prometido volver para llevarnos, por fin, a casa.
«Destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor las lágrimas de todos los rostros, y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho» (Isaías 25:8).
Amén.
Autor: Óscar López Teulé, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
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