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Una carta para Jesús, quien una vez fue niño:

Querido Jesús, es muy difícil para nosotros imaginar cómo eran realmente los tiempos en que viniste a nuestro mundo. Pero los Evangelios nos dicen que naciste en un lugar muy oscuro y sin luz eléctrica, apartado bastante de la comodidad de nuestros días.

Los animales y el cielo estrellado fueron tus compañeros en la noche de tu nacimiento. Hoy en día, cualquier niño que nace en nuestras ciudades lo hace rodeado de comodidades. Tú fuiste privado de agua caliente y toallitas para bebés.

Nadie te tomó una foto para ponerte en las redes sociales por unos cuantos likes. Sin embargo, ningún otro bebé ha sido tan retratado en importantes lienzos, como lo ha sido tú durante siglos.

Jesús, yo tendría un deseo para que lo cumplieras por mí.

¿Puedes escucharme?

Mira, me di cuenta de que muchas veces en Navidad se anuncia tu nacimiento y se escuchan villancicos tan tiernos… Luces, regalos, buenos deseos… Ese ambiente es tan mágico… Las mesas están llenas de abundante comida. Hay todo tipo de manjares. Es una fiesta, un recordatorio especial de tu venida a nuestro mundo y de tu amor por nosotros, los enfermos y afectados por la maldad.

Aquí está mi petición para ti:

Quiero que todos los niños sean protegidos en los hogares donde nacen. Que sean tratados con amor, como tú fuiste cuidado y amado por tu familia.

Hago esta petición ante ti, para que ningún niño sea privado de ninguno de sus padres, sino que crezca en seguridad y paz.

Te escribo, buen Jesús, para que cada niño pueda tener guía y consejo de sus mayores. También en la mejor profesión para cada uno de ellos según su carácter y sus dones, tal como tú lo tuviste. La gente hablaba de ti: “¿No es éste el hijo del carpintero?”

Y sobre todo, te escribo esta carta por los niños más pequeños, por los indefensos. Cuida a aquellos que nacen en casas llenas de odio y división. Envía a tu ángel, para que sean apartados del sendero peligroso, como fuiste Tú. Guíales lejos de la ira de Herodes.

Jesús, esta carta es para ti, porque tú también fuiste un niño.

Te pido por todos los niños, porque nosotros también fuimos niños.

Pero también es una petición para los padres, porque el gran regalo que tú nos das son los hijos. Con ellos queremos pasar la eternidad a tu lado.

Más allá de mi solicitud, quisiera también agradecerte por escoger tener un cuerpo como el nuestro.

Tu sentiste como ser humano, lloraste como un niño y experimentaste el frio, el calor y el cansancio después del trabajo duro. Experimentaste la pobreza, ya que naciste en un pesebre. Pero también el amor, en los mimos de tus padres, tan humildes.

Jesús, mi corazón se llena de gratitud por enseñarme lo importante de crecer en anonimato y silencio, simple, sencillo y modesto. Como debe ser la pedagogía de cada niña y niño. Simplemente desarrollarse y disfrutar de cada etapa de la vida hasta la madurez.

Maravilloso Jesús, estaré esperando, confiado, Tu respuesta.

Autor: Richard Ruszuly, secretario ministerial de la Iglesia Adventista en España
Imagen: Photo by Gigin Krishnan on Unsplash 

Revista Adventista de España