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dia de preparaciónEl texto se encarga de señalar que «era el día de la preparación, y estaba para comenzar el sábado» (Lucas 23: 54).

Para los adventistas, llegar al sábado implica descansar de la semana. El estrés del día a día da paso al reposo divino. Descansamos de nuestras obras, de nuestro esfuerzo, para centrarnos en Él: quién es y qué ha hecho por nosotros.

Saludamos al sábado con el deseo de desconectar. Lo abrazamos como necesario y lo disfrutamos como anticipo de lo que está por venir. El sábado nos recuerda que fuimos creados, pero también que fuimos redimidos y que nuestro Señor pronto volverá.

No solo era el día de preparación para el día santo semanal, sino que además era día de preparación para la Pascua. El apóstol Juan afirma que «aquel sábado era de gran solemnidad» (Juan 19: 31) y, por lo tanto, convertía a aquel viernes en un mero trámite previo a lo realmente importante.

Pero aquel día de preparación fue dramáticamente único en la historia de la humanidad. Más allá de la religión, aquel día se sellaría la redención.

Día de preparación

Puedo ver a los religiosos mirando nerviosos al sol. Las horas avanzan demasiado rápido cuando ves que el sábado se aproxima y se acorta el tiempo de preparación. Baños rituales, ropas especiales y solemnes ceremoniales aguardan a aquellos que simplemente quieren acabar con Jesús.

Le han acosado, insultado, mentido y ridiculizado. Todo vale cuando se trata de proteger la tradición. Jesús ha sido un enemigo inquebrantable, pero ahora van a acabar con él. Le han llevado ante Pilato y allí su sed de sangre no ha quedado satisfecha, ni siquiera cuando el gobernador lo ha mandado flagelar. Le han acompañado hasta el palacio de Herodes. Las burlas y los golpes han dañado a Jesús, pero no han despertado compasión alguna en ellos.

De nuevo ante Pilato, ven dudar al gobernador y rabian porque ven las horas pasar. No tienen tiempo para dudar, solo un profundo deseo de matar. Con odio y premura incitan a la gente a exigir que crucifiquen al desfigurado y casi irreconocible Jesús.

Prisa y nerviosismo para acabar con Aquel que no les permite celebrar la tradición. Es día de preparación. Se acerca el sábado.

Hacia el Calvario

El lugar de la calavera, fuera de Jerusalén, es lo suficientemente lejano como para que la víctima de su odio tropiece y caiga en varias ocasiones. Si sigue así, no llegará. Y eso les pone aún más nerviosos. El tiempo corre y se acerca el sábado. Ellos no le ayudarán, porque contaminarse hubiera significado no poder observar la Pascua.

En su ceguera espiritual, los religiosos creen que lo malo es lo que tocan y no lo que piensan. No perciben que son sus sentimientos de odio y maldad los que los incapacitan para adorar a Dios. Pero así han llegado a ser. Corriendo a celebrar un sábado sin saber qué están celebrando. Forma sin fondo. Ritos sin amor.

Los enormes clavos se hunden en la tierna carne de Jesús mientras el pesado martillo hace su cruel labor de fijar al Salvador a aquel madero. En el precioso libro El Deseado de todas las gentes leemos que El Salvador no dejó oír un murmullo de queja. Su rostro permaneció sereno. Pero había grandes gotas de sudor sobre su frente. No hubo mano compasiva que enjugase el rocío de muerte de su rostro, ni se oyeron palabras de simpatía y fidelidad inquebrantable que sostuviesen su corazón humano…

Al levantar la cruz, el dolor es casi insoportable. Nadie se compadece de él, pero él ora por todos ellos. Mientras sufre y ora, ellos se burlan y descargan su ira sobre él. Es día de preparación. Se acerca el sábado. Mientras se burlan de Jesús, los que conocían la profecía no perciben que ellos, precisamente, están cumpliendo lo profetizado.

Cristo agoniza en la cruz

Un pueblo ciego que no ha querido ver, pero que se prepara escrupulosamente para celebrar un sábado especial.

Jesús no desfallece por temor a la muerte. Percibe la gravedad del pecado. Siente el peso del mal. La culpabilidad de la raza humana le hace sentir la ira de Dios. Jesús, por amor, se hace pecado por aquellos que, siendo víctimas del pecado, ya no perciben la gravedad de pecar. Agoniza en una cruz en un día de preparación, mientras que, aquellos a los que vino a salvar, tienen prisa por volver a la ciudad. Hay un sábado que celebrar.

El inmaculado Hijo de Dios cuelga de la cruz: su carne lacerada por los azotes. Aquellas manos que tantas veces se habían extendido para bendecir, están clavadas en la madera. Sus pies tan incansables en los ministerios de amor estaban también clavados a la cruz. Esa cabeza real estaba herida por la corona de espinas y aquellos labios temblorosos formulaban clamores de dolor.

No te quepa duda. Todo esto por amor a ti y a mí.

Era viernes. Día de preparación. Día de salvación.

Murió, resucitó y nos salvó

Su sacrificio da un nuevo sentido al sábado. No sólo hemos sido creados, sino también redimidos. Hoy tenemos motivos para celebrar, pero no cometamos el error de dejar a Jesús fuera de la ciudad.

El sábado solo es sábado si Jesús está en él. Nuestra preparación ha de girar en torno a él, a su sacrificio y su amor.

Si hoy es día de preparación, lo es porque, dejando atrás la semana, nos disponemos a intensificar nuestra relación con él ayunando de todo aquello que estorba y sobra. Y, la verdad, querido amigo, es que es mucho lo que estorba y sobra, así que, bienvenido sea el sábado.

Hoy, la cruz ya no es algo de lo que nos avergonzamos y huimos, sino algo que abrazamos y agradecemos. No idolatramos al instrumento, sino que adoramos al que murió.

Por cierto, el sábado descansó, pero de madrugada resucitó. La muerte no lo pudo retener y la salvación es una realidad que él nos puede ofrecer.

Así pues, querido lector: Feliz día de preparación. Disfruta, en Cristo, de la salvación.

Autor: Óscar López, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España. 

2 comentarios

  • Hemy Saucedo dice:

    Hermoso mensaje!!
    Me ha emocionado mucho al saber que nuestro Maestro ha sufrido tanto por nosotros.
    Gracias Pastor! por este hermoso mensaje!!
    Compartiré!!

  • Isabel Cervantes dice:

    Muchas gracias pastor López por tan hermoso mensaje. Que el Señor le bendiga.

Revista Adventista de España