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“The End”. ¿Os acordáis cuando las películas terminaban así?

Situando el contexto

Para aprovechar y comprender mejor el sentido de la Escritura, es muy útil conocer la cronologia en la cual se enmarca la narración bíblica. No es algo imprescindible, pues uno puede captar la esencia del mensaje bíblico sin conocer mucho de historia. Pero, sin ser imprescindible, resulta provechoso conocer el desarrollo histórico y cronológico en el que se enmarca la historia bíblica.

Así pues, saber si un profeta está escribiendo antes, durante o después del exilio babilónico otorga una clara ventaja al estudiante de la Biblia a la hora de entender el mensaje y sus implicaciones. Saber que el reino de Israel se dividió a partir del reinado de Roboam, permite entender claramente a quién se refieren los escritores cuando hablan del reino del Norte (Efraín o Israel, con su capital Samaria) o del reino del sur (Judá, siendo su capital Jerusalén).

Línea cronológica

La Biblia sigue una línea cronológica básica. Desde la creación hasta la restauración final y completa de todas las cosas, desde el primer capítulo de Génesis hasta el último capítulo del Apocalipsis, el punto central es la cruz. La vida de Cristo a lo largo de los relatos de los cuatro evangelios ilumina absolutamente todo lo revelado en el Antiguo Testamento y explica con claridad todo lo desarrollado en el Nuevo Testamento.

No pretendo entrar demasiado en detalle, y tampoco tengo el tiempo para ello, pero si miramos con atención la cronología del gran plan de salvación, podríamos destacar ciertos elementos importantes. El esquema Creación-Cruz-Segunda Venida, integra otros hechos destacados tales como la caída y la promesa de un descendiente que acabaría con Satanás; el llamado de Abraham; la salida de Egipto y la revelación de Dios en el Sinaí. También el establecimiento del pueblo de Israel en la tierra prometida, así como su alejamiento de Dios y el consecuente exilio babilónico; el nacimiento, la vida y la muerte de Jesús; o su resurrección y el nacimiento de la iglesia cristiana.

The Endo. El final del conflicto

Todo esto es precioso, pero no es el objeto de este artículo. Quiero centrarme en la última parte de la cronología bíblica. La que va desde la Segunda Venida de Jesús hasta la ejecución de la sentencia contra Satanás: “para siempre dejarás de ser” (Eze. 28: 19). Este período de la narracción bíblica tiene una duración específica y lo conocemos como Milenio: Inicio de eternidad para unos y final de existencia para otros.

A lo largo de la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, podemos encontrar la promesa del triunfo final de Dios sobre el pecado, la muerte y la condenación. Lo que la cruz hizo posible, fue anunciado en el Antiguo Testamento. Allí encontramos la declaración de Job: “Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (Job 19: 25-26). El profeta Daniel anuncia el tiempo en el que “se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo… tiempo en el que será libertado tu pueblo” (Dan. 12: 1-2).

El mismo Jesús prometió que volvería otra vez. Dicha promesa se repite una y otra vez en el Nuevo Testamento. Ha sido la bendita y maravillosa esperanza que ha motivado la vida de millones de creyentes a lo largo de la historia y que vibra en el alma de todos los cristianos en esta generación.

Por otra parte, más allá de la promesa de su venida, con todo lo que eso implica, a saber, la resurrección de los justos que fallecieron en Cristo y la muerte de los impíos que estén todavía vivos después de las plagas que asolarán la tierra, todavía se nos habla de un momento maravilloso y definitivo que tendrá lugar mil años después de la Segunda Venida del Señor. De esto, probablemente el texto más explícito lo encontramos en Apocalipsis 20, pero son muchos los textos que apuntan en esa dirección a lo largo de la Biblia.

Dos resurrecciones

Daniel anunció que “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión perpetua” (Dan. 12: 2). A lo mismo se refería Jesús cuando dijo que “todos los que están en los sepulcros oirán su voz; los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5: 28-29).

El mismo Juan que escribió esas palabras aclara que entre las dos resurrecciones pasarán mil años. Él dice que hay una primera resurrección para aquellos que tendrán el gozo de unirse a los que estén vivos cuando Él venga, “pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años” (Apoc. 20: 5). Para que la distinción quede clara, Juan afirma: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años” (Apoc. 20: 6).

Centrándose en la primera resurrección, Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, afirma que “no todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados” (1 Cor. 15: 52). Tal es su pasión por lo que el Señor le reveló que en su carta a los creyentes de Tesalónica afirma: “El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tes. 4: 16).

Es maravilloso ver la coherencia del texto bíblico. La muerte es un enemigo derrotado gracias al sacrificio de Cristo en la cruz. Si la paga de pecado es muerte, el regalo que Dios nos hace en Cristo es vida eterna (Rom. 6: 23; Juan 3: 16). El anhelo y convicción de cada creyente es vivir eternamente al lado de Jesús sea sin tener que pasar por la experiencia de la muerte o participando de esa primera resurrección al inicio del milenio.

Atado y desatado

Ahora bien, llegados a este punto, sabiendo que no podemos analizar todos y cada uno de los pasajes bíblicos en los que se describen el inicio o el final del milenio, permitid que mencione que uno de los protagonistas de ese período temporal es el dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás. Después de una actividad frenética que se inició en el cielo y que se ha desarrollado en la tierra durante miles de años, la Segunda Venida de Jesús provoca en el enemigo una inactividad a la que no está acostumbrada.

El texto bíblico ilustra tal situación anunciando que un ángel poderoso desciende del cielo con una gran cadena en la mano con la que atará a esta otrora admirable criatura (Apoc. 20: 1-2). Sin posibilidad de engañar a nadie más, puesto que los justos han sido arrebatados al cielo y los impíos han muerto a la espera de su fatídica resurrección, Satanás pasará mil años solo en la tierra. “Después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo… Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión y saldrá a engañar…” (Apoc. 20: 3, 7).

Ese breve espacio en el que resucitan los incrédulos es muy interesante. A esta segunda resurrección le sigue una furiosa acción por parte del que ha pasado mil años sin poder hacer nada. La Biblia dice que sale con la intención de hacer lo que mejor sabe hacer: “engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla” (Apoc. 20: 8).  El relato sigue diciendo que todos los engañados “subieron por la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada...” (Apoc. 20: 9). Su intención es arrebatar por la fuerza lo que rechazaron cuando se les ofreció por amor.

Gog y Magog

Su final está ya escrito. Fracasarán. Pero antes de escribir esas líneas finales y definitivas, me centro en ese breve espacio de tiempo posterior al milenio y anterior a la destrucción definitiva del mal. Leemos esas dos palabras: Gog y Magog e inmediatamente nos dirigimos a una concordancia bíblica para ver en qué otro lugar del texto bíblico encontramos esas dos palabras.

Gog es mencionado en 1 Crónicas 5: 4 como nombre de un descendiente de Joel. Solo se vuelve a mencionar esta palabra en Ezequiel 38 y 39. Magog, por su parte, es mencionado en Génesis 10: 2 y 1 Crónicas 1: 5 como nombre de un descendiente de Jafet. Como en el caso anterior, solo se lo vuelve a mencionar en los mismos capítulos de Ezequiel. La conexión entre la profecía de Ezequiel y el anuncio de Apocalipsis es clara.

Lo que se dice en una sola frase en Apocalipsis 20, se desarrolla en dos capítulos completos en el libro de Ezequiel.

Dirigiéndose al “príncipe soberano de Mesec y Tubal” (Eze. 38: 2), el profeta anuncia que “una gran multitud… muchos pueblos estarán contigo… Subirás tú y vendrás como una tempestad; como un nublado que cubra la tierra serás tú con todas tus tropas, y muchos pueblos contigo” (Eze. 38: 4, 6, 9). El paralelismo e identificación entre los textos de Ezequiel y lo revelado en Apocalipsis 20 es evidente. Eso sí, tal y como ya sabemos por el resto de los textos que hemos mencionado en este artículo, este hecho será “de aquí a muchos días…” (v. 8, 16). Queda mucho. Por lo menos, mil años.

Mientras que Gog “viene contra la tierra de Israel” (v. 18), los que “fueron sacados de entre las naciones vivirán confiadamente” (v. 8) en una clara referencia a la Nueva Jerusalén que habrá descendido del cielo y en la cual habitarán los redimidos que han vivido ya sus primeros mil años de eternidad sin relación alguna con la enfermedad, la muerte y el dolor.

En una rápida sucesión de eventos, el texto declara que “subirá mi ira y mi enojo… la tierra temblará… y todos temblarán ante mi presencia… haré llover sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, una lluvia impetuosa y piedras de granizo, fuego y azufre… sobre los montes de Israel caerás tú junto con todas tus tropas y los pueblos que fueron contigo… sobre la faz del campo caerás” (Eze. 38: 18-20; 22-23; 39: 4-5). El paralelo de este texto lo encontramos, una vez más, en el capítulo 20 de Apocalipsis donde leemos: “Subieron por la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; pero de Dios descendió fuego del cielo y los consumió” (v. 9).

The End. Se acabó ¡por fin!

Entonces, dirá Juan: “vi un cielo nuevo y una tierra nueva…”. Lo mismo que había visto Ezequiel, que escribió: “Nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, el Santo de Israel” (Eze. 39: 8). “No más muerte, ni más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron… [y] el que estaba sentado en el trono dijo: ‘Yo hago nuevas todas las cosas'” (Apoc. 21: 4-5).

¿Qué más puedo decir? El que es el Principio y el Fin anuncia el fin desde el principio. El que nos creó y nos redimió también advierte que pronto vendrá y nos aconseja que nos preparemos para el encuentro con él. “He aquí que viene, y se cumplirá, dice Jehová, el Señor: ése es el día del cual he hablado” (Eze. 39: 8).

¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús

Autor: Óscar López, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Photo by Timothy Eberly on Unsplash

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