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¿Qué puedes hacer para pasar más tiempo con tus hijos? ¿Cómo disfrutarlos en medio de las obligaciones? Valora cada momento a su lado.

«Al abrirla, encontró un niño que estaba llorando». (Éxodo 2: 6)

Es tan poco el tiempo que tenemos a nuestra disposición para acompañar en el crecimiento a nuestros hijos, que deberíamos centrarnos más en estar con ellos que en ofrecerles cosas.  Quizás sea esta tu experiencia también. Salimos para trabajar y volvemos cansados, aunque seguimos en nuestros hogares, a horas tardías, con llamadas y gestiones. Debemos reconocer que, por facilitadoras que sean las redes sociales, nos aislamos con facilidad, incluso estando en el hogar.

Y así pasan los años y las estaciones, las vacaciones y las fiestas, y los niños se hacen grandes y casi sin darnos cuenta, estamos distanciados en sentimientos y proyectos. De allí, que se debate tanto sobre esa brecha generacional que parece que separa nuestros caminos en lo relativo al entendimiento.

¿Qué hacer para pasar más tiempo con nuestros hijos?

Te sugiero unas pautas que aplicamos en nuestro hogar. Si te funcionan, tanto mi esposa Estera como yo, nos sentiremos muy felices. En nuestra casa tenemos tres hijos y tres hijas. Y hemos pasado por las diferentes fases en el crecimiento de lo infantil a lo juvenil. Quizás podamos compartir un poco de lo que nosotros hemos aprendido a través de la complejidad que implica cuidar y orientar a los hijos. Y todavía nos sorprende cuánto nos queda por aprender…

  1. Agarrarse al instante

En una casa con niños siempre hay un sinfín de tareas. Lavar, planchar, preparar maletas, hacer comida, asistir en los deberes. Hay una larga lista de compromisos para atender.

¿Cuándo encontrarás tiempo para estar con tus amados hijos? Te respondo sinceramente: Difícilmente hallarás tiempo para estar con ellos. Es la realidad.

¿Te ha pasado? Hacemos planes para ir a una cena, o para pasar una tarde fantástica una vez a la semana, y sin querer una llamada nos hace cambiar de planes. El método que a nosotros nos ha funcionado es que cada día debes de «sentir» y de «ver» el precioso instante que pases con ellos. Es un abrazo, una pregunta, un pequeño paseo, es un momento para disfrutar de sus miradas. Ese rato puede ser más largo o corto, pero tienes la sensación de que has subido al último tren y has conseguido estar simplemente con tus hijos.

¡Qué gran valor tienen esos momentos! El niño necesita más pequeños momentos de atención que una gran temporada de regalos.

  1. ¡Entra al juego!

Los niños te aceptarán más y empezarán a verte como una referencia cuando estés dispuesto a jugar con ellos. De la nada, un niño con su rica imaginación puede meterte en un mundo increíble.

Intenta entrar en sus juegos. Haz todo lo posible en esforzarte a jugar con ellos. No seas tímido. ¡Déjate llevar!  Te mostrarán mundos impensables.  Tira la pelota, brinca con ellos en las camas, haz que ellos sientan que pueden acudir a ti para pedirte jugar con ellos. Contagiarte por sus risas será muy fácil. «Juega un poco más, por favor», te dirán. Y si aceptas el reto, verás qué inocencia y dulzura tienen en sus travesuras.

Educas más para el futuro jugando diez minutos con tus niños, que en dos horas de estar sentados en las clases de refuerzo.

  1. Más paciencia, dame, Señor.

Si deseas pasar más tiempo de calidad con tu hijo, déjale crecer con la libertad de opinar sobre todo lo que le pase por la cabeza. Si le corriges enseguida, se cerrará y no te comentará todo lo que siente.

Para poder avanzar, anímalo a opinar. Y aprende a esperar su respuesta. Le costará quizás contártelo todo, porque hay mucho que contar. Él es tan pequeño y tú eres tan grande… Dale tiempo y sé paciente. Espera para que él pueda expresarte lo que tiene en su pequeño corazón.

Aprende a ser paciente con él haciéndole preguntas. Cuando un niño no te contesta es un indicio de que probablemente no comprende lo que le estás diciendo, y deberías esforzarte más para clarificar tu consulta. La paciencia es la clave para demostrarle amor a un niño. De la paciencia paternal deriva la confianza en sí mismo y el respeto. Los padres pacientes crean niños con una alta autoestima.

¿Te suena? «¡Vamos, rápido que tengo prisa!» Las prisas nos hacen perder oportunidades magníficas de acompañar a nuestros pequeños en su crecimiento. Por eso, lucha contra las prisas, que nos impiden ofrecer a nuestros pequeños un tiempo de calidad. Para crecer en amor, ellos necesitan saber que no perturban a los padres con sus torpezas. Por supuesto, se debe velar sobre los límites de respeto y horario de atención. Hay que educarles para evitar que nos interrumpan. Necesitamos decirles, con calma, que les atenderemos en cuanto sea posible.

  1. Prolongad vuestra presencia en la ausencia

En este siglo de velocidades y contratiempos, los padres y las madres salimos a nuestros trabajos y durante varias horas los niños están fuera de nuestro alcance. Para que los niños puedan sentir el amor de los padres, deberíamos trabajar en conjunto para que podamos expresar la ausencia y la presencia de los padres.

Por ejemplo, podemos subrayar la importancia de la presencia de uno de los dos esposos cuando esté en casa.

«¡Qué bueno es que estemos todos juntos en casa con papá!»

Pero, también, indicar su ausencia delante de los hijos:

«¡Cuánto echamos de menos a mamá! ¿Qué tal si le hacemos una sorpresa cuando regrese?»

Hablar positivamente del otro progenitor delante de los hijos, hará que ellos se desarrollen con una imagen real sobre el que no está acompañando a la familia en ese momento.

Deberíamos tomar como un deber el recordar que somos una familia. Eso hará que nos esperen en casa con ansias, a pesar de lo imposible que se nos hacen las tareas.

Conclusión:

Para terminar… Mira a los ojitos de tu hijo y bendícelo cada vez que le tengas cerca, con frases de aprecio. Hay muchos miedos y ansiedades en su corazoncito. Muéstrale que hay un Padre celestial que le ama.  Acaríciale y llévalo contigo siempre que te sea posible. Dale espacio de confianza para crecer a tu lado, pero también enséñale a cuidarse de los peligros con reglas oportunas.

«Existe el peligro de que tanto los padres como los maestros manden y dicten demasiado, y no entren suficientemente en relaciones sociales con sus hijos o alumnos. Con frecuencia se mantienen demasiado reservados, y ejercen su autoridad de una manera fría, carente de simpatía, que no puede ganar los corazones de los niños. Si tan solo quieren conseguir que estos se acerquen a ellos, demostrándoles que los aman y manifestando interés en todos sus esfuerzos, y aun en sus juegos, siendo a veces hasta niños entre ellos, harán a los niños muy felices, y conquistarán su amor y confianza. Y los niños aprenderán más rápidamente a respetar y amar la autoridad de sus padres y maestros». (Consejos para los Maestros, página 76).

Autor: Richard Ruszuly, secretario ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Foto de krakenimages en Unsplash

 

Revista Adventista de España