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Lección 13 para el 25 de diciembre de 2021: LA RESURRECCIÓN DE MOISÉS.

Moisés comenzó sus discursos registrados en Deuteronomio “en los campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó” (Nm. 36:13).

Al terminar sus discursos, un escritor posterior registró lo que ocurrió cuando Moisés “subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó” (Dt. 34:1).

Cuando ascendió la montaña, Moisés sabía que lo haría por última vez. No entraría en Canaán. ¿Por qué? ¿Qué podemos aprender nosotros de su experiencia? ¿Cómo entendemos su posterior resurrección?

La resurrección de Moisés

  • El pecado de Moisés:

    • El detonante.

      • Podemos buscar una justificación al pecado de Moisés y Aarón:
        • Estaban de duelo por la muerte de su hermana (Nm. 20:1).
        • Les acusaron de no haber cumplido sus promesas (Nm. 20:5), aunque ellos no habían prometido nada, sino Dios.
        • Habían perdido ya la cuenta de cuántas veces se habían rebelado contra ellos.
      • Inicialmente, como en otras ocasiones, reaccionaron con humildad y buscaron la dirección divina (Nm. 20:6). Siguiendo las instrucciones de Dios, llevaron al pueblo a la Roca.
      • Pero algo falló. Se dejaron llevar por su ira. Se pusieron en lugar de Dios, como si en ellos hubiese algún tipo de poder (Nm. 20:10). Es lo que ocurre cuando dejamos de mirar a Dios y nos miramos a nosotros mismos.
    • Las consecuencias.

      • La orden era clara: hablar a la roca (Nm. 20:8). La roca, que es Jesús (1Co. 10:4), ya había sido golpeada (Éx. 17:6), no era necesario que se la golpease de nuevo (Heb. 9:28; 1P. 3:18).
      • La incredulidad de Moisés provocó que los israelitas no dieran gloria a Dios y, por tanto, Dios no fuese santificado en aquella ocasión.
      • Dios consideró suficientemente importante este error como para denegar a su siervo su mayor anhelo: entrar en la tierra de Canaán.
    • La muerte de Moisés.

      • En la soledad del monte, Moisés pudo recordar las vicisitudes y penurias de su vida.
      • ¿Y cuál había sido el resultado? A excepción de unos pocos, ninguno de los que salió de Egipto iba a entrar en Canaán. ¡Ni siquiera él mismo!
      • De forma sobrenatural, Dios mostró a su siervo cómo se iban a cumplir todas las promesas (Dt. 34:1-4). Moisés podía pasar ya al descanso. Había peleado la buena batalla, había acabado la carrera, había guardado la fe.
    • La resurrección de Moisés.

      • Moisés murió y fue sepultado por Dios mismo (Dt. 34:5-6). Pero ahí no acabó la historia. Fue llamado a resucitar, no para volver a morir, sino para vivir eternamente.
      • Pero allí estaba Satanás: “No es justo, él ha cometido el mismo pecado que yo, ha querido ser como Dios, ha golpeado la roca, ES MÍO”. La Redención todavía no se había efectuado, Moisés no podía ser resucitado. Sin embargo, lo fue.
      • En base al sacrificio que Jesús realizaría por él, Moisés obtuvo un premio mucho mayor que poner su pie sobre Canaán. No solo hablaría con Dios cara a cara como hasta entonces, sino que ahora viviría para siempre con Él.
    • La resurrección de los redimidos.

      • Moisés fue el primero en resucitar para vida eterna. Luego lo hicieron unas pocas personas (Mt. 27:52-53; Ef. 4:8 NVI). Pero la gran cosecha todavía está por llegar.
      • Cuando Jesús regrese, todos los que murieron creyendo en Él serán resucitados para vida eterna (1Co. 15:52).
      • Pero ninguna de estas resurrecciones sería posible si Jesús no hubiese resucitado, venciendo a la muerte. Al igual que Moisés, en la resurrección de Jesús nosotros tenemos la garantía de nuestra resurrección. Nosotros, en la frontera de la Canaán celestial, tenemos la misma esperanza que él. Pronto podremos saludarle personalmente.

Para meditar:

“Satanás se alegró muchísimo de haber conseguido éxito al lograr que Moisés pecara contra Dios. Por causa de esa transgresión cayó bajo el dominio de la muerte. Si hubiera seguido siendo fiel, y su vida no hubiera sido malograda por esa única transgresión, al no dar gloria a Dios cuando salió agua de la roca, podría haber entrado en la tierra prometida y haber sido trasladado al cielo sin pasar por la muerte. Miguel, o sea Cristo, y los ángeles que sepultaron a Moisés, descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo”. Elena G. White (La historia de la Redención, pg. 177).

“El mismo poder que levantó a Cristo de los muertos levantará a su iglesia y la glorificará con Cristo, como a su novia, por encima de todos los principados, por encima de todos los poderes, por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en los atrios celestiales, el mundo de arriba. La victoria de los santos que duermen será gloriosa en la mañana de la resurrección”. Elena G. White (Mensajes selectos, tomo 1, pg. 359).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

Revista Adventista de España