Skip to main content

oraciónEl ejercicio de la oración trae paz y armonía no importa el lugar donde se practique. En la vida personal o en las actividades comunitarias la oración tiene el poder de acercar a las personas y, muchas veces, hace que las personas estén en una disposición más abierta para hallar soluciones y enfrentar las adversidades.

El desafío mayor no está en la práctica de la oración, sino en la perseverancia, tal como bien lo expresó el Señor, indicando la necesidad de orar sin desmayar en el evangelio de Lucas 18:1 «También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar».

¿Cómo podríamos tener la mejor constancia en nuestras dinámicas de oración?

Propongo tres alternativas bíblicas:

La oración privada

«Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto» (Mateo 6:6)

No puede haber crecimiento espiritual si no fomentamos una relación personal con el Padre Celestial. Por relación personal se debería comprender el hecho de compartir asuntos muy privados que preocupan el alma. Problemas que quitan el sueño y dificultades grandes que nos entorpecen la visión de futuro. Y no solo esto, también gratitud por las respuestas recibidas a las oraciones, intercesión por los seres queridos, en fin, todo lo que podemos comentar a Dios con la seguridad de que él nos entiende y nos ama.

La debilidad se hará sentir al disminuir la oración privada. Cuando los ataques del enemigo nos acechan para confundirnos y dejar de creer, la oración será la única manera de mantenernos en el buen camino. Aumenta tu periodo de oración. Haz que a través de métodos claros puedas disfrutar y fortalecer tu vida espiritual. Te propongo estas formas para orar privadamente:

a. Prepárate un lugar para orar a Dios. Que sea tu lugar especial de encuentro con el Señor.

b. Intenta no disminuir el tiempo que pasas con Dios, sino aumentarlo cada vez más.

c. No tengas prisas al orar. Tranquilízate delante del Señor esperando su presencia.

d. Si te es difícil centrarte, ayúdate en tu oración con algunos salmos o himnos. Simplemente, leerlos sin prisas y verás qué gran bendición traerán.

Mientras estés orando o al terminar tu oración, a veces, notarás paz. Otras veces podrás sentir el silencio precioso de una vida entregada a Dios. Pero casi siempre sentirás una dulce bendición en las tareas cotidianas una vez terminado el tiempo de oración.

«Y sobre todo no descuidar la oración privada, porque ella es la vida del alma. (….) En medio de la soledad, abrid vuestra alma al ojo penetrante de Dios». (Ellen White, Camino a Cristo, p. 98).

Lo que veo en mi vida cuando no consigo orar de una forma constante es el aumento de la desconfianza, del miedo, de las preocupaciones y amarguras. Cuando oro siento en mí el poder de Dios que me hace seguir con plena confianza. La oración no para los golpes de la vida, pero te hace fuerte para resistirlos y enfocarte en soluciones.

Orar en el hogar

«Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». (Mateo 18:20)

La realidad puede ser triste para algunos hogares. Muchos hogares no conocen las bendiciones de orar juntos. Al orar en familia todos los días, en la tarde y en la mañana, permitimos que la luz de Cristo inunde nuestras almas.

Orar en el hogar es uno de los ejercicios más descuidados, pero nosotros podemos cambiarlo si así lo deseamos. No hace falta que todos participen. Podemos empezar con un miembro de nuestra familia para orar. Pongamos una hora para participar todos en el culto de la familia. Todos somos tan distintos en nuestros horarios. Seamos muy flexibles y aprovechemos las oportunidades de orar juntos.

En nuestra casa, aprovechamos orar justo al despertarnos y al punto de ir a dormir. No tiene larga duración. A veces es muy corto, pero hacemos el altar familiar todos los días. Si son dos personas ya pueden tener el culto: una oración, un himno y un versículo. ¡Qué gran bendición!

«Padres y madres, por muy urgentes que sean vuestros negocios, no dejéis nunca de reunir a vuestra familia en torno al altar de Dios». (Ellen White, Conducción del niño, p.492)

Reitero la importancia de orar en el hogar para afianzar la confianza en las promesas de Dios en los corazones de nuestros hijos. En lugar de preguntarnos qué podemos hacer por nuestros hijos para que permanezcan en los caminos del Señor, preguntémonos si procuramos reunirlos cada mañana y tarde delante del Señor en nuestros hogares.

Orar en la iglesia

«Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza». (Hechos 4:31)

La oración en la iglesia trae beneficios sobre los presentes siempre y cuando, por un lado, prestamos atención a las oraciones que se elevan, y cuando como creyentes buscamos a Dios fuera del horario de las actividades eclesiásticas. La bendición del Señor cae sobre nosotros cuando en privado y en el hogar hemos buscado el rostro del Señor.

Poco beneficio tendrá sobre nosotros las oraciones elevadas en las iglesias si nosotros no estamos atentos a ellas haciendo que esas oraciones sean nuestras. Las oraciones que se elevan en la iglesia no están puestas allí para llenar el programa y llegar a otro punto. Venimos a la iglesia para orar. Una iglesia donde los miembros no participan de las oraciones prestando atención y sumándose a esas oraciones como propias, se perderán las grandes bendiciones del Espíritu Santo.

«La iglesia debe orar mucho si desea caminar en la luz, así como él está en la luz». (Ellen White, Ministerio Pastoral, p. 211).

¡Fue una revelación para mí! No pensaba que pudiera traer tanta bendición. Cuando por fin prestaba atención a las oraciones que se elevaban en la iglesia, sentí mucha bendición. Muy a menudo en nuestras actividades de iglesia estamos tan preocupados por otras cosas y perdemos la bendición de estar atentos a las oraciones que se elevan desde el púlpito. Para mí ha sido una real bendición cuando por fin entendí el gran papel de la oración en común: Cristo se manifiesta entre nosotros a través de su Espíritu cuando estamos unánimes en oración.

Para ir terminando, te pido que no dejes de un lado ninguno de los tres ejercicios espirituales que puedan traer crecimiento y fortalecimiento espiritual.

Bendiciones de gracia.

Autor: Richard Ruszuly, pastor secretario ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imangen: Shutterstock

Revista Adventista de España