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En el artículo anterior reflexionamos sobre la importancia del arrepentimiento en el proceso de paz personal. En este apartado vamos a tratar la confesión como la segunda parte del proceso. Y en la tercera parte hablaremos de la restitución del daño, aspecto bastante olvidado en este proceso.

Ken Sande, abogado y fundador de Peacemaker Ministries (El Ministerio de la Pacificación) en su libro “El Pacificador”, comenta 7 elementos esenciales en la confesión de una falta:

1. Diríjase a todas las personas involucradas. En primer lugar confesar nuestra culpa antes Dios (Salmos 32:5) y en segundo lugar a todas las personas involucradas, si las hay, incluidos los testigos si los hubiera presentes (Lucas 19:8).

2. Evite usar estas palabras:

“Si”

Esta palabra da a entender que tú no sabes realmente si hiciste algo malo. Cuando decimos “lamento SI te hice algo malo”, este SI da a entender a la otra persona el siguiente mensaje:

“Obviamente estás molesto por algo. Que yo sepa, no te hice nada malo, pero simplemente para sacarte de encima te daré una disculpa simbólica. Dicho sea de paso, ya que no sé si te hice algo malo, ciertamente no sé lo que debería hacer la próxima vez, así que no esperes que cambie. Es sólo cuestión de tiempo que te vuelva a hacer lo mismo”.

¿Os es familiar esta palabra? Cuando confesamos nuestro error genuinamente estamos mencionando implícitamente nuestra intención de cambio o reparación del daño causado. Pero al utilizar este monosílabo mas que una disculpa pareciera que nos queremos “quitar el mal estar de encima” o “quedar bien” cómo si nosotros estuviéramos dispuestos a reconciliarnos. Pero no podemos esperar perdón ni reconciliación de esta forma.

“Pero”

Esta palabra es especialmente dañina porque tiene la peculiaridad de cancelar todas las palabras que le preceden. Veamos un ejemplo:

“Lamento haber gritado de esa manera, PERO realmente hay veces que me pones furioso/a”

“Sé que estuve mal, PERO ¡tú también!

“No debería haber hablado mal de ti, PERO tú lo hiciste primero”

Cada vez que utilizamos esta preposición, las personas sólo perciben las palabras que van detrás del pero. Es muy difícil que se llegue a la reconciliación ni a la resolución del conflicto. Aquí tampoco hay arrepentimiento genuino.

“Tal Vez” o “sin embargo”

Al igual que el resto, estas palabras indican que la persona quiere “quedar bien” ante el otro, simulando que lo ha intentado.

Por ejemplo, “No debí criticarte detrás tuyo, tal vez si no me hubieras dicho aquello…. no lo hubiera hecho”. La persona que recibe este mensaje queda con la sensación de que el 60% de la culpa es suya y la otra persona no está procediendo a pedir disculpas, más bien lo contrario, se está apoyando en ella para aliviar su parte de culpa.

3. Reconozca concretamente su error, cuánto más detallado y específico sea, más posibilidades hay de solucionar el conflicto y recibir una respuesta positiva. Cuándo el reconocimiento de la falta es específico, el otro entiende que realmente es sincero y facilita la reconciliación.

Por ejemplo: “Me he dado cuenta de que te he fallado enormemente como esposo/a al juzgarte por la decisión que has tomado, en vez de ser un apoyo y comprenderte, he sido egoísta y sólo he mirado hacia el lado que me convenía”.

4. Empatice con los sentimientos del otro, muestre que entiende cómo se siente la otra persona y exprese su pesar por haberla lastimado. Colocarse en “la piel” del prójimo es una tarea que debemos comenzar a desarrollar si todavía no la hemos llevado a cabo, nos ayudará a comprender mejor los sentimientos del otro y por lo tanto abrirá las vías de la reconciliación.

5. Acepte las consecuencias, ya que no podemos esperar a ser personados inmediatamente, puesto que algunas personas necesitan tiempo y respetarlas en una muestra de nuestro arrepentimiento. Nuestras palabras y nuestros actos siempre tienen consecuencias. Algunas más complejas que otras. Pueden ser rupturas no deseadas, por ejemplo, pero sólo el tiempo podrá reparar ese daño si está seguido de un cambio en nuestra actitud o comportamiento.

6. Pida Perdón, si es necesario hay que expresar abiertamente que solicita su perdón. No lo haga como algo rutinario, o porque cree que siempre es quien acaba pidiendo perdón. Esto no es verdadero. Comunique al otro cómo se siente.

7. Cambie, ore a Dios para que se produzca un cambio en su vida. Para que aquello que le condujo a tener el conflicto en su vida, desaparezca.

Si luego cada israelita, consciente de su propia culpa, extiende sus manos hacia este templo, y ora y te suplica, óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y perdónalo. Trata a cada uno según su conducta, la cual tú conoces, puesto que sólo tú escudriñas el corazón humano. 2 Reyes 8:38, 39.

Revista Adventista de España