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¿Podemos hablar de infidelidad si no existe una relación sexual física?

En el artículo anterior decíamos que “en los últimos años, el desarrollo de las redes sociales ha sido de tal calado que hoy en día a la mayoría le cuesta imaginar cómo nos relacionábamos antes del WhatsApp, Facebook o Twitter. Estas y otras herramientas digitales nos permiten estar en contacto permanente con gran número de personas, pero también han multiplicado las posibilidades de enfadarnos con un amigo, compañero o familiar, además de precipitar un sinfín de separaciones. La red mundial de información se ha convertido en la nueva forma de generar vínculos románticos que, si bien no implican contacto físico —al menos al inicio—, no dejan de contener fuerte carga erótica y sexual”. [1]

Independientemente de que las personas estén frente a frente o se comuniquen a través de un medio electrónico, se considera infidelidad a toda relación que incluye:

1.- La formación de un vínculo emocional.

2.- La mentira.

3.- La traición.

4.- El rompimiento de un compromiso, escrito o no escrito, que implica determinada exclusividad en cuanto a ciertos aspectos de intimidad, tiempo y secretos compartidos.

Tanto el hombre como la mujer sienten la necesidad de gustar a los que les rodean, hoy en día tanto al sexo opuesto como al mismo sexo. Esta acción busca una respuesta, y es entonces cuando surge el peligro real de la infidelidad. El flirteo en sí mismo ya es una infidelidad, aunque no haya contacto físico por medio, ya que se está provocando una situación más íntima que la de la amistad. El flirteo es un juego de seducción entre un hombre y una mujer, y hoy tendríamos que incluir entre los de igual sexo. Flirtear es un modo de infidelidad.

Empieza cuando una tercera persona se convierte en objeto de deseo sexual o amoroso de uno de los miembros de la pareja, apunta la psicóloga Mónica Cruppi, miembro de la (APA) Asociación Psicoanalítica Argentina y especialista en relaciones humanas:

“La aparición de un tercero, aunque sólo sea la idea de ese tercero, ya pone en jaque ese contrato. Un reciente estudio de la Universidad Tecnológica de Texas afirma que el engaño perpetrado “sólo” por redes sociales duele tanto como el que se concreta físicamente. La investigadora Jaclyn Cravens, especialista en Terapia de Matrimonio y Familia, usó datos del sitio Facebookcheating.com para analizar el impacto. Para eso entrevistó a más de 200 parejas y comprobó que el ciber-engaño había sido origen de crisis y peleas entre ellos aun cuando no hubiera llegado a concretarse”.[2]

Cuando algo falla en la pareja, lo más recurrido es atajar por el camino aparentemente más fácil. En vez de basarse en el diálogo y en el esfuerzo por encontrar un consenso y llegar hasta el perdón, se escoge la salida más cómoda:  comienza una espiral de mentiras que, aunque al principio sea muy gratificante, finalmente llega el dolor y el remordimiento. En este sentido, se ha comprobado que la persona que ha sido engañada sufre igual ante una infidelidad física, que ante una virtual.

Cuando se presenta la infidelidad por Internet quien la practica intenta hacer creer que mientras no sea física no hay engaño; y, por ende, no está haciendo nada indebido hacia su pareja. Sin embargo, la persona traicionada se siente igual de mal, aunque con la duda de si lo perdona o no, porque sólo fue engaño virtual. Lo cierto, es que el vínculo que se ha creado  online está lleno de intimidad, sentimientos y emociones, lo que puede ocasionar el surgimiento de amantes auténticos y permanentes.

Sin embargo, hay que reconocer que no todo el mundo opina de igual manera,  incluyendo la ley de algunos países. Lo que una pareja celosa puede considerar infidelidad quizá no lo sea para la Justicia.  Así, la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en Argentina, desestimó como prueba de infidelidad una serie de e-mails con contenido erótico que había mantenido un hombre con su amante. “No basta con el intercambio de palabras o mensajes cargados de erotismo y de fantasía entre dos polos de comunicación de la red, pues la infidelidad virtual, en tanto que no pase a 3D, no llega a consumar el encuentro carnal que configuraría el adulterio”, dijeron en su fallo los jueces Mabel de los Santos y Fernando Posse Saguier. [3]

La CNN publicó una encuesta en su página de Facebook en la que les preguntaba a los lectores cuándo comenzaba la infidelidad. ¿Inicia al fantasear, coquetear, comunicarse en Internet, abrazarse, besarse, o al tener relaciones sexuales?, se preguntó. Obtuvieron más de 2.000 respuestas. La conclusión de los entrevistados fue que uno puede engañar sin ni siquiera tener contacto físico. El 47% respondió que la infidelidad comienza cuando una persona envía correos electrónicos y mensajes de texto sin el conocimiento de su pareja. Sólo el 20% dijo que ser infiel es tener relaciones sexuales con otra persona. Y apenas el 13% dijo que besar era engañar; y abrazarse, el 1%. Además, el 11% señaló que el engaño empezaba con el coqueteo.[4]

Siguiendo con las encuestas, un estudio publicado en CyberPsychology and Behaviour Journal calculó que la aplicación WhatsApp ha ocasionado ya 28 millones de rupturas entre usuarios, sobre todo por discusiones que tienen que ver con la última conexión de la pareja, o por la sospechosa falta de respuesta tras un “doble check”; la señal que avisa de que el mensaje ha llegado a su destinatario y que muchos interpretan erróneamente que significa que el mensaje ha sido leído.[5]

El 95% de los usuarios de Facebook han buscado alguna vez a su ex, lo cual favorece los reencuentros e infidelidades. Incluso cuando éstas últimas no se producen, nuestra actividad en la red social con otras personas puede provocar celos y discusiones en la pareja [6]. Esta plataforma digital con 2.700 millones de miembros –casi el 40% de la población mundial- ha propiciado situaciones tan chocantes como un bígamo norteamericano que fue descubierto por su esposa al encontrar en Facebook fotos de su nueva boda; o la sorpresa de una mujer de Missouri que tras colgar un retrato de familia como postal de Navidad, descubrió que en la República Checa era utilizada para la publicidad de una tienda. (Continuará)

Antonio Lerma. Lic. en Comunicación Social, Doctor en Comunicación y Máster en Teología. Actualmente es el responsable de Comunicación de ADRA España

Foto: Photo by Jake Davies on Unsplash

 

[1] MIRALLERS, Francesc. Infelicidad digital. 2014. https://elpais.com/elpais/2014/07/04/eps/1404491614_837184.htm (Capturada: 7/12/2014)

[2] https://www.lanacion.com.ar/1677306-tituloinfidelidad-virtual-coquetear-en-las-redes-sociales-es-enganar

[3] https://www.diarioregistrado.com/sociedad/53811-los-mensajes-eroticos-representan-infidelidad-virtual-pero-no-adulterio.html (Consultada 12/01/2015)

[4] Ibit,. https://www.lanacion.com.ar/1677306-tituloinfidelidad-virtual-coquetear-en-las-redes-sociales-es-enganar. (Consultada 12/01/2014)

[5] https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20131008/54390714213/whatsapp-ruptura-parejas.html (Consultada 12/01/2014)

[6] https://elpais.com/elpais/2014/07/04/eps/1404491614_837184.html (Consultada 12/10/2014)

 

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