Skip to main content

Foto: (cc) Simon Powell/Flickr. Esquina: Miguel Ángel Núñez.

“En cuanto a ustedes, los esposos, sean comprensivos con sus esposas. Denles el honor que les corresponde” (1 Pedro 3:7 DHH)

Dar honor es poner a otra persona en un sitial adecuado, darle el peso que le corresponde, ubicarla en el horizonte de tu vida de tal forma que no haya error al tratarla, es alguien importante, que merece toda nuestra atención.

Cuando no hay honor, lo que existe es deshonor, y en ese caso se instala en la relación un vínculo de contradicciones, tensiones, menoscabos y maltratos.

Gary Smalley y John Trent señalan que: “Si el honor es un huésped permanente en nuestros hogares, existe la esperanza de que restauremos nuestras relaciones con Dios y con nuestros seres queridos. Los sentimientos que se han desarrollado a través de los años no cambian de la noche a la mañana, pero la demostración de honor tiene el poder de ganar aun el corazón más duro. Esto es así si un esposo o una esposa ve que las acciones que dan seguridad se convierten en una parte integral del matrimonio” (Smalley y Trent, 1992:31).

Dar honor a alguien es darle el lugar que le corresponde, es establecer prioridades correctas. En la vida de un cristiano Dios está en primer lugar, la honra y gloria se le da a Él prioritariamente. Sin embargo, luego viene el cónyuge, el esposo honra a la esposa y viceversa, en ese vínculo de honor hay respeto, amabilidad, cortesía, consideración y una actitud noble frente a las necesidades de aquel que hemos elegido como compañero o compañera para la vida.

En el honor no hay lugar para la descalificación, la humillación, el descrédito, la ofensa, la imprecación, el lenguaje soez o cualquier expresión que pueda menoscabar al cónyuge. En un clima de honor lo que abunda es el elogio honesto, el aprecio, el reconocimiento, las palabras adecuadas, y expresiones que reflejan que en esa relación se han establecido las prioridades correctas.

El honor se constituye en el fundamento de una relación sólida. En un clima de honor, hay esperanza para el amor y la estabilidad.

Hay un comentario

Revista Adventista de España