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Lección 5 para el 31 de octubre de 2020.

Jesús es el mejor maestro que jamás ha existido. Pero ¿quién es Jesús?

El que nos enseña cómo es Dios [“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9)]; quien nos dio un ejemplo de cómo quiere que vivamos [“Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15)]; el que pagó por nuestros pecados, reconciliándonos así con Dios [“Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (2ª de Corintios 5:19)].

Sin lugar a duda, Jesús es el Gran Maestro al que debemos toda nuestra adoración.

  • La gloria del Padre.

    • Solo Jesús puede revelar perfectamente a Dios (Hebreos 1:2), porque Él es (Hebreos 1:3):
      • El resplandor de su gloria.
      • El que sustenta todas las cosas.
      • La imagen misma de su sustancia.
      • El que ha efectuado la purificación de nuestros pecados.
      • El que se ha sentado a la diestra de Dios.
    • Jesús revelaba la gloria y el carácter del Padre de manera que las personas podían ver en él a Dios (Juan 14:9).
    • De la misma forma que Jesús es la imagen de Dios, nosotros somos transformados a la imagen de Jesús (Romanos 8:29) para revelar al mundo la gloria y el carácter del Padre.
    • Al igual que Jesús es luz del mundo (Juan 8:12), nosotros somos hechos luces (Mateo 5:14) para iluminar al mundo con el conocimiento de su carácter.
    • Cuanto más tiempo pasemos con Jesús más podremos reflejar su gloria (2ª de Corintios 3:18).
  • El ejemplo a seguir.

    • En Filipenses 2:3-11, Pablo describe magistralmente cuál es el carácter y la actitud de Jesús, y cómo debemos imitarle.
      • Humilde (ver Mateo 11:29; Isaías 66:2).
      • Obediente (ver Lucas 22:42; Mateo 7:21).
      • Servicial (ver Marcos 10:56; 3ª de Juan 1:5).
    • La gran obra de educación y salvación de Dios no se logra mediante la autoexaltación, sino humillándonos ante Dios, obedeciéndole, y sirviendo a los demás.
  • El reconciliador.

    • El pecado ha creado una brecha de separación entre Dios y la humanidad.
    • Para nosotros es imposible salvar esa brecha. Es más, como pecadores ni siquiera deseamos salvarla.
    • Es Dios quien toma la iniciativa. En la ofrenda de su Hijo ofrece el medio para reconciliarnos con Él, y pone en nosotros el deseo de arrepentirnos (Romanos 2:4).
    • Jesús, el Creador y Sustentador de la vida, nos redimió en la cruz. Perdonándonos nuestros pecados, nos reconcilia con Dios y nos hace partícipes de la obra de reconciliación en nuestra propia esfera (Colosenses 1:15-20).
  • El que merece nuestra adoración.

    • Desde el momento de su encarnación, los hombres fueron llamados a adorar a Jesús. Un grupo de ángeles –como brillante estrella– vino a anunciar la llegada del Salvador, el Mesías, el Rey de reyes.
    • Al recibir la noticia, los pastores corrieron al pesebre y reconocieron al Salvador en el niño recién nacido, adoraron, y salieron a compartir con todos su hallazgo (Lucas 2:8-20).
    • Por su parte, los magos de oriente reconocieron en la estrella angelical el cumplimiento de las profecías que anunciaban al Salvador y se dispusieron a partir a su encuentro. Al hallarlo, lo adoraron y le ofrecieron presentes (Mateo 2:1-12).
    • Al igual que ellos, nosotros somos llamados a adorar a Cristo (Apocalipsis 5:13).

Para meditar:

“Habiéndose humanado, Cristo vino al mundo para ser uno con la humanidad, y al mismo tiempo revelar a nuestro Padre celestial a los hombres pecadores. Aquel que había estado en la presencia del Padre desde el principio, Aquel que era la imagen expresa del Dios invisible, era el único capaz de revelar a la humanidad el carácter de la Deidad… Tierno, compasivo, lleno de simpatía, considerado para con los demás, Cristo representó el carácter de Dios y se consagró siempre al servicio de Dios y del hombre”. Elena G. White (El ministerio de curación, pg. 329).

“La obra del amado Hijo de Dios al emprender en su propia persona la unión de lo creado con lo no creado, lo finito con lo Infinito, es un tema que bien podría ocupar nuestros pensamientos durante toda la vida. Esta obra de Cristo debía confirmar en su inocencia y lealtad a los seres de otros mundos, así como salvar a los perdidos y moribundos de este mundo. Esto abrió un camino para que los desobedientes volvieran a su lealtad a Dios, mientras que por el mismo acto colocó una salvaguardia alrededor de los que ya eran puros para que no se contaminaran”. Elena G. White (Mensajes para los jóvenes, pg. 179).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Res ponsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

Revista Adventista de España