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Lección 4 para el 23 de enero de 2021.

Acaz rechazó la ayuda ofrecida por Dios para librarse de sus enemigos. El pueblo de Israel sufrió las consecuencias de la mala decisión de su rey. Lo que no quisieron aprender por las buenas, tuvieron que aprenderlo por las malas.

  • ¿Qué va a ocurrir?

    • La Palabra de Dios se cumple. Isaías 7:15-16.
      • El año 734 a.C., la Palabra de Dios predijo que, antes de que el niño que iba a nacer pudiera hablar con claridad, y antes de que tuviera la capacidad de distinguir por sí mismo entre el bien y el mal, los reinos de Israel y Siria ya no existirían (Isaías 8:4; 7:16).
        • Dos años después, en 732 a.C., cuando el hijo de Isaías tenía poco más de un año (y balbuceaba sus primeras palabras), Siria fue conquistada y absorbida por el imperio Asirio.
        • Doce años después, en 722 a.C. (cuando el niño tenía capacidad de elección), el reino de Israel fue totalmente arrasado por Salmanasar V, y su pueblo deportado a Mesopotamia y Media (2R. 17:3-6).
    • Consecuencias de la desobediencia. Isaías 7:17-25.
      • El mensaje de Dios era que Él se encargaría de destruir los reinos de Israel y Siria, sin necesidad de que Acaz hiciese nada al respecto.
      • Sin embargo, Acaz no solo desobedeció aliándose con Asiria, sino que adoró a los dioses de Siria, creyendo que éstos eran más poderosos que el propio Dios (2ª de Crónicas 28:22-23).
      • Por esta razón, Dios envió contra Judá a Egipto y a Asiria (la mosca y la abeja, v. 18), usando a Asiria como “navaja alquilada” para arrasar el reino de Judá (v. 20).
    • Apurados, pero no destruidos. Isaías 8:1-10.
      • El nombre del hijo de Isaías [Maher-salal-hasbaz] significa “el despojo se apresura, la presa se precipita” (v. 18).
      • Era el aviso de la rápida conquista por parte de Asiria de los territorios de Siria e Israel. No obstante, Tiglat-pileser III no se detuvo allí, sino que, como torrente de aguas impetuosas, arrasó también el territorio de Judá.
      • Pero Dios, en su misericordia, solo permitió que el ataque llegase “hasta la garganta”, sin arrasar completamente a Judá. El remanente se salvó
  • ¿Qué debemos hacer?

    • Temer al Señor. Isaías 8:11-15.
      • A quien debemos santificar [obedecer], temer [respetar], e incluso tenerle miedo, es a Dios (v. 13).
      • El verdadero temor de Dios significa que lo reconoces como el Poder supremo del Universo. Si Él está de tu lado, nadie más puede tocarte sin su permiso. Si está en tu contra porque te has rebelado contra Él… deberías tenerle miedo.
    • No creer en mentiras. Isaías 8:16-22.
      • Aunque no se pretenda hoy adorar ídolos abiertamente, el espiritismo, la brujería moderna y la Nueva Era han impregnado en nuestra cultura de creencias relativas a muertos que se comunican con los vivos y deciden o adivinan su futuro.
      • Podemos tener ídolos como el trabajo, la belleza, el dinero… Abramos bien los ojos para que nada ocupe el lugar que solamente le corresponde a Dios.
      • Basados en la Biblia, debemos rechazar firmemente estas sutiles mentiras. Apartarse de ellas es una cuestión de lealtad a Dios.

Para meditar:

“Pero moraban en Judá algunos que se habían mantenido fieles a Jehová, negándose firmemente a practicar la idolatría. A los tales consideraban con esperanza Isaías, Miqueas y sus asociados, mientras miraban la ruina labrada durante los últimos años de Acaz. Su santuario estaba cerrado, pero a los fieles se les dio esta seguridad: “Dios está con nosotros […] A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario” (Isaías 8:10, 13, 14)”. Elena G. White (Profetas y reyes, pg. 244).

Nuestra mente debe estar fija en Dios, y no debemos experimentar el temor que tienen los impíos; es decir, no hemos de temer lo que ellos temen, ni reverenciar lo que ellos reverencian, sino ser esforzados y valientes en pro de la verdad. Si nuestros ojos se abrieran veríamos en nuestro derredor a los ángeles malignos tramando alguna nueva manera de dañarnos y destruirnos; pero también veríamos a los ángeles de Dios que con su poder nos amparan, [Dios] protegerá y salvará a su pueblo si éste confía en Él”. Elena G. White (Primeros escritos, pg. 60).

Cada cual debe tratar de conocer la Palabra de Dios por sí mismo mediante ferviente oración, y cumplirla… En todas las preocupaciones temporales de ustedes, en todos los cuidados y ansiedades, esperen en el Señor. No confíen en príncipes, ni en hijos de hombres porque ocupan cargos de confianza. El Señor ha unido los corazones de ustedes con el de él. Si lo aman, y han sido aceptados en su servicio, lleven al Señor todas sus cargas, públicas y privadas, y esperen en él”. Elena G. White (Cada día con Dios, 14 de marzo).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

 

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