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“Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio” (Salmos 50:5).

¿Cuál es el propósito del pacto? ¿Qué quiere hacer Dios con los que se unan a Él en pacto eterno? Descubriremos las respuestas a estas preguntas estudiando el pacto que Dios concertó con Abraham.

  • Proteger

    • Dios se presenta ante Abram de forma personal (Génesis 15:1). Él no es “un” escudo, sino “tu” escudo, el escudo de cada uno de nosotros.
    • Otros autores bíblicos vieron también a Dios como escudo (Deuteronomio 33:29; 2ª de Samuel 22:3; Salmo 7:10; 18:30). ¿Qué implica esto?
      • Protección física (Salmo 91:4-7). Dios puede librarnos de cualquier peligro, aunque en ocasiones puede decidir no hacerlo.
      • Protección contra la tentación (1ª de Corintios 10:13). Dios siempre protege de la tentación a quien se lo pide.
    • Si nos amparamos detrás de él, el escudo divino siempre nos protegerá de las circunstancias que pudiesen impedir que alcancemos la salvación.
  • Bendecir

    • ¿De qué forma iban a ser benditas todas las familias de la tierra a través de Abraham?
    • Por un lado, a través de los descendientes físicos de Abraham el mundo conocería el Plan de Redención.
    • Pero la bendición plena habría de llegar a través de “tu simiente”, es decir, de la simiente de Abraham (Génesis 28:14).
    • Pablo aclara que la simiente prometida se refiere específicamente a Jesucristo (Gálatas 3:16).
    • El Redentor mismo se convierte en el medio por el que se cumplen los compromisos del Pacto y todas sus demás promesas.
  • Salvar

    • Lo que para nosotros era imposible (pagar el precio de nuestros pecados [Salmo 49:8]), Jesús lo hizo posible con su muerte y resurrección.
    • Aún hoy, sigue intercediendo por cada uno de nosotros a través de su intercesión en el Santuario Celestial, como nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16; 7:25).
  • Anunciar

    • Cuando Dios le hizo las promesas a Abraham, éste ni siquiera tenía un hijo que le heredase. Sin embargo, cuando salieron de Egipto, los descendientes de Abraham ya eran un gran pueblo.
    • Dios ratificó su Pacto con este pueblo, y le encomendó una misión concreta: ser un ejemplo para todas las naciones, una luz en las tinieblas (Isaías 60:1-3).
    • La intención divina era que la humanidad buscase al Dios de Israel y aceptase al Mesías, al Salvador del mundo.
  • Engrandecer

    • En Babel, los hombres quisieron engrandecerse construyendo una torre, pero fueron humillados por Dios (Génesis 11:4, 8).
    • Pero Dios tomó a un hombre humilde, Abraham, y lo engrandeció; porque “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).
    • No obstante, la grandeza con que Dios exaltó a Abraham no es la misma grandeza que el mundo entiende como tal.
    • A la vista de Dios, la grandeza tiene que ver con el carácter, la fe, la obediencia, la humildad y el amor a los demás. Por lo tanto, no busques tu propia grandeza, deja que sea Dios quien te engrandezca.

Para meditar:

Los hijos de Dios son sus representantes en la tierra y él quiere que sean luces en medio de las tinieblas morales de este mundo. Esparcidos por todos los ámbitos de la tierra, en pueblos, ciudades y aldeas, son testigos de Dios, los medios por los cuales él ha de comunicar a un mundo incrédulo el conocimiento de su voluntad y las maravillas de su gracia”. Elena G. White (Patriarcas y profetas, pg. 113).

“¡Qué precioso Salvador es Jesús! Seguridad, auxilio, confianza y paz hay en El. Es el disipador de todas nuestras dudas, la prenda de todas nuestras esperanzas. Cuán precioso es el pensamiento de que realmente podemos llegar a ser participantes de la naturaleza divina, con la que podemos vencer así como Jesús venció. Jesús es la plenitud de nuestras expectativas. Es la melodía de nuestros himnos, la sombra de una gran roca en el desierto. Es el agua viva para el alma sedienta. Es nuestro refugio en la tempestad. Es nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención. Cuando Cristo es nuestro Salvador personal, anunciaremos las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Elena G. White (Reflejemos a Jesús, 7 de enero).

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

Revista Adventista de España