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Lección 8 para el 24 de agosto de 2019

En cierta ocasión, Pedro resumió así el ministerio de Cristo: “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo” (Hechos 10:38).

En el sermón del monte (Mateo 5-7), Jesús nos enseñó cómo ser ciudadanos del Reino de los Cielos. Lo hizo en términos prácticos.

La vida de Jesús fue un fiel reflejo de sus enseñanzas. Por eso, el resumen de su ministerio refleja perfectamente lo que se espera de un ciudadano del Reino.

  • Valores e influencia

    • La pobreza de espíritu, el llanto por el pecado, actuar con mansedumbre, anhelar que se haga justicia, ser misericordiosos, tener una mente pura, buscar la paz entre las personas, soportar las injusticias cometidas contra nosotros; esto es lo que nos hace bienaventurados (felices).
    • Una buena parte de estas cualidades tiene que ver con la forma en que tratamos a otros.
    • Somos luz cuando iluminamos, con nuestras palabras y ejemplo, la vida de los demás.
    • Pero para ser sal, debemos mezclarnos con ellos, influenciando y mejorando la vida de quienes nos rodean.

“Los discípulos de Cristo han de ser la luz del mundo, pero Dios no les pide que hagan esfuerzo alguno para brillar. No aprueba los intentos llenos de satisfacción propia para ostentar una bondad superior. Desea que las almas sean impregnadas de los principios del cielo, pues entonces, al relacionarse con el mundo, manifestarán la luz que hay en ellos. Su inquebrantable fidelidad en cada acto de la vida será un medio de iluminación”. Elena G. White (Ministerio de curación, pg. 23).

  • Responder a las injusticias

    • La vida de los que escuchaban a Jesús no era fácil: Los poderosos los maltrataban; muchos estaban endeudados, y los prestamistas abusaban de ellos; los soldados romanos les obligaban a trabajar sin ninguna recompensa.
    • Ante estas situaciones, era fácil dejarse llevar por el odio. Pero Jesús les enseñó a responder de una forma digna, sin odio, mostrando compasión por aquellos que no son capaces de ser bienaventurados.
    • No podemos evitar las injusticias, pero tenemos la libertad de elegir cómo reaccionar ante ellas: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).

“Representemos diariamente el gran amor de Cristo amando a nuestros enemigos como Cristo los amó. Si reveláramos de esa forma la gracia de Cristo, se quebrantarían fuertes sentimientos de odio y en muchos corazones surgiría el amor genuino. Se verían muchas más conversiones de las que ocurren ahora”. Elena G. White (El ministerio médico, pg. 336).

  • Actos de amor

    • Jesús narró la historia real de un samaritano que, ante la necesidad de su enemigo, “fue movido a misericordia” (Lc. 10:33).
    • La mentalidad del sacerdote y del levita fue: “Si me detengo para ayudar a este hombre,
      ¿qué me sucederá?”.
    • La mentalidad del samaritano fue: “Si no me detengo a ayudar a este hombre,
      ¿qué le sucederá?”.

“Aprovechad toda ocasión de trabajar por aquellos que os rodean y compartid con ellos vuestros afectos. Las palabras amables, las miradas de simpatía, las expresiones de aprecio serían para muchos de los que luchan a solas como un vaso de agua fresca para el sediento. Una palabra de estímulo, un acto de bondad contribuyen mucho a aliviar el fardo que pesa sobre los hombros cansados. La verdadera felicidad consiste en servir desinteresadamente a otros. Cada palabra, cada acción ejecutada en este espíritu queda anotada en los libros del cielo como habiendo sido dicha o hecha para Cristo…

Vivid en el resplandor del amor del Salvador. Entonces vuestra influencia beneficiará al mundo. Permitid al espíritu de Cristo que se apodere de vosotros. Esté siempre en vuestros labios la ley de la bondad. La indulgencia y el altruismo caracterizan las palabras y las acciones de quienes nacieron de nuevo para vivir una vida nueva en Cristo Jesús”. Elena G. White (Testimonios para la iglesia, t. 7, pg. 51).

  • Nuestras prioridades

    • La parábola del rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), muestra a un hombre rico, indiferente con la necesidad del pobre.
    • En vida, las respectivas circunstancias de ambos personajes siguieron iguales; pero al morir, según el juicio divino, sus posiciones se invirtieron dramáticamente.
    • En otra parábola (Lucas 12:13-21), Jesús mostró a otro hombre rico preocupado por sus grandes bienes. Al igual que el primero, éste solo tenía puesta su vista en esta vida, y perdió la vida eterna.
    • Estas parábolas no enseñan la importancia de buscar primeramente el reino de Dios. Esa búsqueda implica también compartir con otros las bendiciones que recibimos.

“Dios desea que los seres humanos vivan la vida superior. Él les entrega la dádiva de la vida, no para que ellos simplemente la empleen en adquirir riquezas, sino para que aprovechen sus más elevadas facultades haciendo la obra que él encomendó a la humanidad: la obra de buscar, descubrir y aliviar las necesidades de sus semejantes. El ser humano no debe laborar egoístamente en su propio interés, sino en interés de todos los que lo rodean; debe beneficiar a los demás con su influencia y buenas acciones”. Elena G. White (Mente, carácter y personalidad, tomo 2, pg. 288).

  • Sirviendo a los demás

    • En la parábola de las ovejas y los cabritos, los justos hacen de la misericordia y el cuidado de los demás una forma de vida.
    • Ni siquiera se plantean si deben hacerlo o no. No proclaman sus actos de bondad, ni buscan ninguna recompensa por ello.
    • Jesús toma nuestros actos a favor de los pobres y necesitados como hechos a Él mismo: “en cuanto lo hicisteis [o no] a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40).

“La verdad, tal como se encuentra en Jesús, no sólo hace mucho en favor del que la recibe, sino de los que entran en la esfera de su influencia… No toma en cuenta la comodidad presente; no tiene ambición de hacer alarde de nada; no busca la alabanza de los hombres. Su esperanza está en los cielos, y marcha siempre adelante, con su mirada fija en Jesús. Hace el bien porque es bueno hacerlo y porque sólo los que lo hacen tendrán entrada en el reino de Dios. Es bueno y humilde y se preocupa para que los demás sean felices… Su manera de ser nunca es brusca ni dictatorial, como la de los que no creen en Dios, sino que refleja la luz del cielo sobre los hombres”. Elena G. White (Testimonios para la iglesia, t. 5, pg. 537).

Mira aquí el comentario de la E.S. de esta semana

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Photo by Nina Strehl on Unsplash

 

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