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Lección 13 para el 28 de septiembre de 2019

Los cristianos somos las manos, los pies, la voz y el corazón de Jesús en el mundo actual. Por lo tanto, debemos actuar como Él actuó: “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir” (Mateo 20:28).

  • Siervos en la comunidad.

    • Los primeros creyentes atendían a los necesitados, tanto de la iglesia como de la comunidad. Pablo usa distintas metáforas para definir la iglesia, que implican que ésta es una comunidad de siervos.
      • Sacrificio vivo (Ro. 12:1): Nos ponemos en manos de Dios para que Él cumpla su voluntad en nosotros, que incluye servir a los demás.
      • Cuerpo de Cristo (1Co. 12:12-20): Como una prolongación de la cabeza (Cristo), servimos al mundo como Él lo hizo, cada uno según su capacidad.
      • Embajadores (2Co. 5:18-20): Dios nos llama a anunciar la reconciliación entre las personas, y entre éstas y Dios.
      • Perfume (2Co. 2:14-16): Nuestra presencia en la comunidad es “olor” a Cristo. Olor de vida para los que lo aceptan, o de muerte para los que lo rechazan.
    • Siervos que interceden.

      • Moisés amaba tanto a su pueblo que discutió con Dios cuando quiso destruir a Israel por el pecado del becerro de oro. Si el pueblo no se salvaba, él mismo estaba dispuesto a perder la salvación (Éxodo 32:32).
      • Su intenso amor hacia los pecadores le llevó a interceder ante Dios por ellos.
    • Siervos que predican.

      • El cuidado de los necesitados y la predicación del evangelio están íntimamente ligados. El uno queda cojo sin el otro (Mateo 10:7-8).
      • Por otra parte, ambos nacen como respuesta al gran amor que Dios ha mostrado por nosotros. Ese amor nos lleva a amar a los demás, y a buscar su bienestar tanto físico como espiritual (1ª de Juan 3:17).
    • Siervos de puertas adentro.

      • Los valores de la justicia, la gracia y el amor deben regir todo lo que sucede dentro de la iglesia. De otro modo, ¿cómo podríamos ser un ejemplo para nuestra comunidad? ¿Acaso no estaríamos dando un testimonio que negase nuestra fe?
      • Como organización, la iglesia debe ser justa y generosa con sus empleados; debe proteger a los miembros más vulnerables; debe ayudar a los que pasan necesidad.
      • Como individuos, cada miembro de iglesia debe preocuparse por el bien de los demás miembros, y ayudarles en la medida de sus posibilidades (Gálatas 6:10; Hebreos 13:16).
    • Siervos que colaboran.

      • Debemos trabajar juntos, como un cuerpo unido. Cada uno cumpliendo un rol diferente, según el Espíritu Santo le haya capacitado.
      • Uno de los puntos donde la colaboración es más tangible es, precisamente, en la ayuda a los necesitados.
      • Aunque esta labor puede no producir frutos inmediatos, y podemos cansarnos con el tiempo, el apóstol Pablo nos aconseja: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9).

Para meditar:

“Vivimos en una época especial de la historia de este mundo; debe hacerse una gran obra en muy poco tiempo, y cada creyente debe contribuir personalmente a sostenerla. Dios está pidiendo gente dispuesta a consagrarse a la obra de salvar almas. Cuando comencemos a comprender el sacrificio que Cristo realizó para salvar al mundo condenado a perecer, lucharemos poderosamente para rescatar a la gente. ¡Ojalá que todas las iglesias pudieran ver y comprender el sacrificio infinito de Cristo!”. Elena G. White (Testimonios para la iglesia, tomo 9, pg. 102).

Mira aquí el comentario de la E.S. de esta semana

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Photo by Ben White on Unsplash

Revista Adventista de España