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Lección 6 para el 9 de mayo de 2020.

No es lo mismo leer una historia que un documento legal. No es lo mismo que el lector sea un niño o un adulto. No es lo mismo que lo lea un abogado o un teólogo. No es lo mismo leer en el idioma original que en una traducción.

Todos estos factores (y más) afectan a la hora de interpretar un escrito. Esto es perfectamente aplicable a la Biblia. Nadie puede leer la Biblia de una forma absolutamente neutral. ¿cómo, pues, podemos hacer una interpretación correcta de nuestra lectura bíblica?

  • ¿Qué afecta a nuestra interpretación?

    • Las presuposiciones.

      • Las presuposiciones sobre la obra del Mesías impidieron a los apóstoles reconocerlo cuando lo vieron resucitado (Lucas 24:36-45). Necesitaron la obra del Espíritu Santo en sus mentes para comprender la misión de Jesús a la luz de los textos bíblicos.
      • A la hora de interpretar la Biblia, nosotros también estamos influenciados por nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestras ideas preconcebidas.
    • Las traducciones del original.

      • La Biblia fue escrita en hebreo, arameo y griego. Si no somos capaces de leer con fluidez estas lenguas, necesitamos una traducción.
      • Las traducciones tienen dos inconvenientes básicos: las palabras originales no siempre tienen correspondencia exacta con las palabras de otro idioma; y el intérprete está influenciado por ideas preconcebidas.
      • Existen tres tipos de traducciones bíblicas:
        • Formal: Es fiel al texto original. Traducción casi literal. “Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4 RV)
        • Dinámica: Enfatiza el significado. Traducción idiomática. “—Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora” (Juan 2:4 NVI)
        • Parafraseada: Expresado en idioma coloquial. Interpreta en lugar de traducir. “Jesús le respondió: —Madre, ese no es asunto nuestro. Aún no ha llegado el momento de que yo les diga quién soy” (Juan 2:4 TLA)
      • Si bien las dos últimas son mucho más amenas para leer y comprender pasajes sencillos, están muy influenciadas por preconceptos erróneos. Para un estudio doctrinal, siempre debemos usar una traducción formal, lo más fiel al original.
    • El bagaje cultural.

      • Los escritores bíblicos estaban sumergidos en diversas culturas: hebrea, caldea, griega, romana. Por tanto, sus escritos se pueden entender mejor en su contexto cultural.
      • Independientemente de la cultura en la que fue escrita, la Biblia sigue teniendo significado para nosotros, pues trata temas que trascienden toda cultura, por ejemplo: la Creación divina, el pecado y la necesidad de Salvación.
    • El pecado.

      • El orgullo, el autoengaño, la duda, la desobediencia, el amor a nuestra propia opinión, todo esto y más puede alterar nuestra comprensión de la Palabra.
      • Por esta razón, debemos acercarnos a la Biblia con fe y sumisión, dispuestos a dejarnos cambiar y moldear por la Escritura.
      • Si le dejamos obrar, el Espíritu Santo actúa en nosotros, a pesar de nuestro pecado, para conducirnos “a toda la verdad” (Juan 16:13).
    • ¿Por qué se necesita interpretación?

      • Si interpretamos erróneamente la Biblia es posible que lleguemos a conclusiones falsas, no solo en el entendimiento de la salvación, sino en todo lo que la Biblia enseña.
      • Una interpretación correcta de la Biblia nos proporciona:
        • Unidad de doctrina.
        • Unidad de enseñanza.
        • Unidad en la iglesia.
        • Unidad en la misión.
      • Necesitamos un estudio correcto del texto bíblico (hermenéutica), analizando cada texto en su contexto concreto, y en relación con todo lo que la Biblia enseña sobre el tema estudiado. De este modo, comprenderemos mejor el mensaje que Dios ha dejado escrito para nosotros.

Para meditar:

“Preguntas tú: ¿Qué haré para salvarme? Debes abandonar a la puerta de la investigación tus opiniones preconcebidas, tus ideas heredadas y cultivadas. Si escudriñas las Escrituras para vindicar tus propias opiniones, nunca alcanzarás la verdad. Estudia para aprender qué dice el Señor. Y cuando la convicción te posea mientras investigas, si ves que tus opiniones acariciadas no están en armonía con la verdad, no tuerzas la verdad para que cuadre con tu creencia, sino acepta la luz dada. Abre la mente y el corazón, para que puedas contemplar las cosas admirables de la Palabra de Dios”. Elena G. White (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 83).

Mira aquí el comentario del programa ESV de esta semana

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Res ponsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen:Photo by Aaron Burden on Unsplash

Revista Adventista de España