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Lección 5 para el 1 de febrero de 2020.

Daniel 4 relata el segundo sueño que Dios envió al rey Nabucodonosor. En esta ocasión, no se dio respuesta a lo que le preocupaba al rey, sino que se le mostró lo que le preocupaba a Dios.

El Señor se preocupa por la salvación de todas las personas. Por ello, también estaba preocupado por la salvación de Nabucodonosor.

  • Lo que el rey necesitaba:

    • Renunciar al orgullo.
      • Un gran árbol. Bajo él se guarnecían animales y aves, y comían de su fruto. “Un vigilante y santo” ordenó talarlo, dejando solo un tocón que guardaron con atadura de hierro y bronce. Durante siete años, viviría con las bestias.
      • Daniel explicó con claridad que el rey era ese árbol. En una ocasión anterior, le había dicho que “el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad”. Pero el rey se atribuyó orgullosamente todos estos logros.
    • Aceptar el gobierno divino.
      • El castigo impuesto a Nabucodonosor por su orgullo consistió en un tipo de locura denominado licantropía. Perdió su razón y creyó ser un animal; y se comportaba como tal.
      • Dios quería que aceptase que Él es el que “gobierna el reino de los hombres”.
      • También se le dio la seguridad de que su reino quedaría estable durante su periodo de incapacitación.
      • Todos debemos reconocer y aceptar que Dios es el que debe gobernar nuestra vida. Él es el Señor de nuestras vidas.
    • Seguir el consejo del profeta.
      • Pero Nabucodonosor no necesitaba esperar a que se cumpliese su sentencia. Podía evitarla. ¿Cómo? Haciendo caso al consejo del profeta:
        • Renuncia a tus pecados, actúa con justicia.
        • Renuncia a tu maldad, sé bondadoso con los oprimidos.
        • La gran Babilonia que había edificado, con sus espléndidos jardines colgantes, había sido magnificada a costa del sudor de los oprimidos.
  • Lo que el rey hizo:

    • Aceptar la soberanía divina.
      • Cuando Nabucodonosor buscó a Dios, Dios le extendió su misericordia y le devolvió la razón.
      • Con su pleno raciocinio restaurado, el rey reconoció plenamente lo que hasta entonces solo había aceptado a medias: Dios es el rey eterno, el único que tiene dominio sobre todas las cosas.
      • Al igual que hizo con el rey, Dios nos da una oportunidad tras otra para que le aceptemos y podamos disfrutar de una plena relación con Él.
    • Proclamar la misericordia de Dios.
      • Nabucodonosor había reconocido a Dios como “el que revela los misterios” (Dn. 2:47), y el que “libró a sus siervos” (Dn. 3:28).
      • Ahora, reconoció a Dios como el que humilla a los soberbios. Dejando a un lado su propio orgullo, proclamó la misericordia de Dios al devolverle la razón y el trono.
      • Su conversión fue sincera. Sus valores cambiaron. El orgullo ya no tuvo cabida en su corazón. Su carta/testimonio termina alabando a Dios.
      • Su experiencia nos enseña a ver lo dañino que es el orgullo, y a vivir con humildad, imitando el ejemplo de Cristo (Filipenses 2:1-11).

Para meditar:

“Necesitamos realizar cambios decididos. Es tiempo de que humillemos nuestro orgullo, nuestros corazones obstinados, y busquemos al Señor mientras pueda ser hallado…

El Señor nos exige que nos pongamos de acuerdo con su plan. El día casi ha pasado; la noche está por llegar. Ya se ven los juicios de Dios, tanto en tierra como por mar. No se nos otorgará un segundo tiempo de gracia. Esta no es una hora para hacer movimientos equivocados. Agradezca cada uno a Dios de que todavía tenemos una oportunidad para formar caracteres para la vida eterna futura”. Elena G. White (Consejos sobre el régimen alimenticio, pg. 46).

Mira aquí el comentario del programa ESV de esta semana

Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Photo by Arun Sharma on Unsplash 

Revista Adventista de España