Skip to main content

Lección 8 para el 23 de agosto de 2025: EL PACTO EN EL SINAÍ.

El cruce del Mar Rojo fue un hito para Israel. El segundo hito fue la proclamación de la Ley por la boca misma de Dios.

En ese momento, Israel nació como una nación santa. Recibió las normas que debían regular su existencia.

Pero eran algo más que simples leyes religiosas, civiles o sanitarias. Los diez mandamientos, base de todas estas leyes, son un reflejo del carácter mismo de Dios y, por tanto, no atañen solo a Israel, sino a cada uno de los hijos de Dios.

  • La entrega de la Ley:

    • Los receptores de la Ley (Éxodo 19:1-8)

      • ¿Para qué había sacado Dios a Israel de Egipto? Para que le sirviesen (Éxodo 5:1; 7:16; 8:1, 20; 9:1, 13; 10:3). Al hacerlo, recibirían grandes beneficios (entre ellos, la tierra de Canaán).
      • Al tercer mes de la salida de Egipto, acamparon frente al monte Sinaí. Allí se sentaron las bases para la creación de la nación de Israel. Dios les propuso hacer un pacto con Él, y ellos aceptaron (Éxodo 19:1-8).
      • Al aceptar el pacto, ¿en qué se convertiría Israel (Éxodo 19:5-6)?
        • GENTE SANTA: Se dedicarían a Dios, y revelarían Su carácter
        • REINO DE SACERDOTES: Conectarían a otras personas con Dios, y les enseñarían sus leyes
        • UN TESORO ESPECIAL DE DIOS: Dios haría de Israel un canal para iluminar al mundo con el conocimiento acerca de Él.
    • El Dador de la Ley (Éxodo 19:9-25)

      • La presentación de la Ley de Dios en Sinaí fue algo soberbio, aterrador (Hebreos 12:18-21). Nadie está preparado para algo así. Por eso, el pueblo necesitaba purificarse con antelación, y guardar la distancia apropiada para no ser consumidos por la gloria divina (Éxodo 19:10-12). ¿Por qué fue necesaria semejante puesta en escena?
      • Las palabras que Dios iba a dirigirles eran una manifestación de Su propio carácter. Obedecerlas es vida; desobedecerlas, muerte. Israel debía ser plenamente consciente de la seriedad y transcendencia de «las palabras del pacto, los diez mandamientos». (Éxodo 34:28).
      • Aunque pudiera parecer aterradora por su presentación, la Ley refleja lo mejor del carácter de Dios: el amor (Romanos 13:10).
    • Los diez mandamientos (Éxodo 20:1-17)

      • Dios introduce la Ley dejando clara su función principal: «Te he redimido del pecado, por tanto, esto es lo que debes de hacer a partir de ahora» (Éxodo 20:2). Observar la Ley es, para nosotros, la respuesta a la Redención. Es una respuesta de amor al amor recibido.
      • «El cumplimiento de la ley es el amor» (Romanos 13:10)
        • Amar a Dios (Deuteronomio. 6:5; Éxodo 20:3-11): Honrar y venerar a Dios, concediéndole el primer lugar en nuestra vida; honrar a Dios sin sustituirlo por ningún ídolo; reverenciar el nombre de Dios, su reputación y su carácter; honrar su día de descanso y adoración, el sábado
        • Amar al prójimo (Levítico 19:18; Éxodo 20:12-17): Respetar a los padres; respetar la vida; respetar el matrimonio; respetar la propiedad de las personas; respetar la reputación de los demás; respetarnos a nosotros mismos para que ningún deseo egoísta manche nuestro carácter.
  • El significado de la Ley:

    • La función de la Ley

      • ¿Cuáles son algunas de las funciones de la Ley dada en el Sinaí? Nos aleja del mal (Salmos 119:104); nos da sabiduría (Deuteronomio. 4:6); nos da libertad (Santiago 2:12); nos da paz (Salmos 119:165); nos da prosperidad (Josué 1:8); nos señala el pecado (Romanos 7:7); nos conduce a Cristo (Gálatas 3:24)
      • La salvación no está entre sus funciones (Gálatas 2:16). La Ley es como un espejo en el cual se ven reflejados nuestros pecados (Santiago. 1:23-25).
      • Romper el espejo, no quita las manchas; ignorarlo, tampoco. Pero sin el «espejo» [la ley] no sabríamos que estamos manchados [con pecado], y que necesitamos el «pañuelo» [Cristo] para limpiarnos.
      • La Biblia es clara: la Ley dada en el Sinaí es buena (Romanos 7:12); meditar en ella es una delicia (Salmos 1:2). «¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación» (Salmos 119:97).
    • La Ley como promesa

      • «Y declaró a vosotros su pacto que mandó a vosotros para hacer, LAS DIEZ PALABRAS, y las escribió en dos tablas de piedra» (Deuteronomio 4:13, original hebreo)
      • En hebreo, en las tres veces que se mencionan los diez mandamientos, se los denominan «las diez palabras» (Éxodo 34:28; Deuteronomio 4:13; Deuteronomio 10:4).
      • Meditemos en esto. ¿Qué queremos expresar cuando decimos a alguien: «te doy mi palabra»?
      • En realidad, no le estamos dando nada, le estamos haciendo una promesa. Le damos la seguridad de que vamos a hacer algo concreto.
      • Así, la raíz hebrea dabar puede traducirse como ‘palabra’ o ‘promesa’. Ejemplo: «ninguna palabra [dabar] de todas sus promesas [dabar] que expresó por Moisés, su siervo, ha faltado» (1ª de Reyes 8:56).
      • Los diez mandamientos dados en el Sinaí son diez promesas que Dios nos hace, destinadas a guiarnos por el camino correcto.
    • La Ley como fin

      • La palabra ‘fin’ aplicada a la ley por Pablo en Romanos 10:4 es telos. ¿Cuál es el significado de esta palabra?
      • El significado primario es: el punto al que se apunta como límite o finalidad. Por implicación (significados secundarios): la conclusión, la terminación, el resultado, el propósito. Su sentido concreto se debe determinar por la frase en la que se usa.
      • Si traducimos «la terminación de la ley es Cristo», ya no hay ley a partir de la muerte de Jesús. Por lo tanto, no hay pecado. Pablo se contradeciría (Romanos 7:7)
      • Si traducimos «el punto al que apunta la ley es Cristo», Pablo es coherente, pues la ley sigue vigente, y nos lleva a Cristo (Romanos 3:31; Gálatas 3:24)

Para meditar:

«La ley no se proclamó en esa ocasión para beneficio exclusivo de los hebreos. Dios los honró haciéndolos guardianes y custodios de su ley; pero debían de tenerla como un santo legado para todo el mundo. Los preceptos del Decálogo se adaptan a toda la humanidad, y se dieron para la instrucción y el gobierno de todos. Son diez preceptos, breves, abarcantes, y autorizados, que incluyen los deberes del hombre hacia Dios y hacia sus semejantes; y todos se basan en el gran principio fundamental del amor». (Elena G. White, Patriarcas y profetas, página 277).

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática.

Leave a Reply