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Este sábado 31 de octubre, se celebra el Día de la Vocación Ministerial, o día del pastor, que en esta ocasión lleva el lema de “Siempre a tu lado”. 

“Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre”. (Hechos 20:28)

Compartimos, a continuación, el testimonio enviado por el Ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España, el pastor Richard Ruszuly: 

Llevados en los brazos del Buen Pastor

“Sus ovejas llama por su nombre” (Juan 10:3)

Agradezco a la iglesia por ser pastor

Comencé a pastorear en seis iglesias en la Comunidad de Madrid. El Señor me llamó a ministrar en el área juvenil. No se pueden olvidar los comienzos… Seis iglesias a las que llevaré siempre conmigo: Torrejón de Ardoz, Salem, Betania, Alcalá de Henares, Resurreción y Beneficiencia. En algunas iglesias había más jóvenes que en otras, pero allí estaba el comienzo del comienzo de mi sueño. Dispuesto a sacrificarlo todo por la causa del Señor.

Sentí desde pequeño el llamado a ser pastor. Mejor dicho, desde los 10 años. Ese llamado se concretó en mi primer pequeño sermón a los 14 años. Luego, vivir con la expectativa de servir en la predicación del Evangelio, después de terminar los estudios en Sagunto, ha sido algo emocionante, que no me dejaba dormir.

Han pasado muchos años desde los primeros errores y éxitos. Más resbalones, tal vez, que triunfos. Hoy, puedo ver personas que han permanecido en la fe de la segunda venida, después de mis inicios en el ministerio. Jóvenes entonces, adultos ahora, que  tienen sus propias familias y líderes de sus consejos locales. ¡Qué privilegio saber que hemos estado creciendo juntos en el amor de Cristo!

¡Qué recuerdos imborrables de personas que en esos días inseguros, me animaron con su ejemplo de servir a la iglesia! No podría terminar la lista con los nombres, al ponerme a pensar en líderes extraordinarios, ancianos/as y diáconos/as, pastores, hermanos y hermanas, que me han tenido que dar una dirección integral para mi ministerio. Estoy en deuda de amor con la iglesia para siempre. Ha hecho tanto por mí… No sé si alguna vez lo dije con tanto empeño.

Por eso, hoy quiero agradecer a mi iglesia por permitirme servirla, y decirle que siempre estaré a su lado. Hubo incluso momentos en los que pensé que no era el más indicado para hacerlo, pero me demostró que estaba equivocado. Cualquier persona que desee servir a Cristo sinceramente, es capacitada por Él y apoyada por su iglesia.

Tenía tan solo 25 años. Recién terminado el Seminario de Sagunto. Reconozco que no tenía mucho que dar, pero sentía en mi corazón un sincero amor por Cristo. Aprendí a ser pastor porque tú, querida iglesia, me lo permitiste. Sentí tu amor hacia mí, con las sonrisas y el ánimo que me dabas cada sábado, especialmente cuando sentía que mis sermones no eran suficiente, ¡y no porque no los preparara! Dedicaba tantas horas… Pero me faltaba conocerte querida iglesia y adaptarme a tus necesidades.

¡Gracias iglesia, por permitirme servirte! Contigo he crecido en mi servicio a Dios y hacia ti.

Rebaño de Dios: metáfora sorprendente

En las Escrituras, las personas que forman el pueblo de Dios se las llaman “ovejas” que forman el rebaño de Dios (1 Pedro 5:2). Y es tan positivo aceptar, que todos podemos elegir ser ovejas de Dios. No importa el cargo o la preparación que tengamos. Nuestro Pastor es Cristo, el Principal de Todos los pastores, la cabeza de la iglesia.

Y a los creyentes nos encanta repetirlo: “El Señor es mi Pastor; nada me faltará”. Porque no tenemos ausencia de paz cuando estamos a su lado. Aunque no hemos escuchado su voz en forma presencial lo seguimos a Él, porque conocemos su voz desde lo profundo del corazón. Muchas personas pueden tener el título de pastor, pero solo uno es el Gran Pastor, y ése es Cristo, el Príncipe de los pastores. Nos sentimos nutridos por su Palabra y en total seguridad al estar bajo su protección.

Y porque Cristo ama a su rebaño nos entrega el cuidado de los seres humanos, designando a personas diferentes en las iglesias locales para servir bajo su autoridad como pastores (ver Efesios 4:8, 11). La tarea más preciada es la de cuidar a esas “ovejas” cristianas de la comunidad local. Esos pastores no están allí por sus méritos o propaganda partidista, sino porque han recibido un llamado elevado de la iglesia a la cual sirven. Ellos deben su total lealtad a Cristo y a su iglesia. 

Déjate ser ministrado 

Y ahora viene la pregunta esencial: ¿Permitiré ser ministrado por alguien a quién la iglesia designó para esa tarea pastoral?

Los pastores/as son personas comunes, pero cuando responden al llamado de Dios para el cuidado de las almas, reciben un encargo sagrado: el de representar a Cristo en su vida y predicación. Antes de que nosotros podamos recibir el cuidado del ministerio de nuestros pastores/as debemos  aceptar que somos ovejas en la grey de Dios.

Hoy en día, cuando todo es tan individualista, Cristo nos indica que es un privilegio formar parte de su rebaño. Pero no en un sentido general. Cristo, conoce sus ovejas por nombre y Él mismo se pone delante de su rebaño para guiarlo. En realidad, los pastores son los segundos al mando. El líder absoluto es Cristo. Mira que cuadro impresionante de nuestro Gran Pastor, un cuadro que el mismo dibuja delante de Juan, el discípulo amado:

“Y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las ovejas, va delante de ellas”. (Juan 10:3-4)

Las nombra, porque no es algo abstracto. La grey está formada por personas vivas, reales y visibles. El Pastor Jesús se pone delante del rebaño porque hay un liderazgo espiritual claro y visible. Oh, Señor, ¡cuánto deseamos estar siempre en tu rebaño!

De la misma manera, que las “ovejas” son reales, con nombres y caras, formando las congregaciones locales, al igual que esta realidad, Cristo escoge del rebaño líderes para ministrar a las propias ovejas. Sería algo así: una oveja permite ser cuidada por otra oveja escogida por el pastor para ese cometido. Penssemos que Cristo estableció esta ordenanza en la charla que mantuvo con uno de sus discípulos más revolucionarios: el apóstol Pedro. El eco de esas palabras resuena hasta nuestros días en el corazón de los que aceptan Su llamado, en las aulas teológicas de los que se preparan para tener una formación cabal, y en los campos misioneros: Apacienta mis corderos” (Juan 21: 15), dice el Señor, a otras ovejas de su aprisco, poniéndolas de esta forma al cuidado de su preciosa grey.

Tal vez los pastores seríamos mas bien ese perro pastor, que obedece las indicaciones del verdadero Pastor en el cuidado del rebaño. Pero el Señor, en su infinito amor y sabiduría no nos llama así. Nos llama pastores porque somos más que guías… tenemos el cometido de representarle a Él. No solamente lideramos el rebaño, bajo las directrices del Pastor, sino que además y sobre todo, tenemos la tremenda responsabilidad de ser sus representantes y reflejar Su carácter ante nuestras congregaciones. Ese es nuestro mayor desafío: vivir a Cristo, reflejar a Cristo, que otros puedan ver a Jesús en nosotros, para poder enamorarse de Él.

Las cualidades para llegar a desempeñar esta función no son secretas. Están puestas en la Biblia, a la vista de todos, para que todos sepamos lo que Dios espera de las personas escogidas para ministrar. Puedas leerlas en:  1 Timteo. 3:1-7Tit 1:5-91 Pedro. 5:1-5. Cristo nos dejó estas instrucciones para que la iglesia tenga la sabiduría en reconocer a aquellos que deben ser elegidos y moldeados por Cristo mismo para ser los pastores de su rebaño. Más allá de capacidades y estudios, los pastores/as deben tener en cuenta esos requisitos indispensables para ministrar.

Líderes espirituales

Una de las cualidades necesarias para pastorear, la primera de ellas, es que los pastores/as sean personas profundamente espirituales, totalmente dependientes de Cristo. Personas alrededor de las cuales la iglesia pueda sentir la calma y la paz del Buen Pastor. Por encima de exposiciones proféticas y predicaciones dogmáticas, un buen pastor es el que puede dirigir la atención del rebaño de Dios, no hacía lo que él pueda hacer sino hacía Cristo, el Cordero de Dios que salva a los pecadores con amor infinito.

El  pastor Pablo de Tarso, exhorta a la iglesia local de esta manera en una epístola dirigida a los hebreos:

Acuérdense de sus guías que les hablaron la palabra de Dios, y considerando el resultado de su conducta, imiten su fe… Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta. Permítanles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para ustedes”, Hebreos 13:717.

Todos somos ovejas bajo el cuidado de Cristo como pastor y por esa razón, no debemos olvidar a nuestros pastores que él mismo los estableció, a través del llamado que la iglesia en su conjunto reconoció.

Regalemos a nuestras familias pastorales nuestras oraciones de fe, gracia y amor.

Oremos por los pastores, porque ellos son el regalo de Cristo a su iglesia para que esté edificada en la Palabra. Tener a una persona que ora por su pastor/a es un privilegio único en la tierra. El ministerio de ese pastor se verá fortalecido para cumplir con todas las tareas ministeriales que el Señor espera de él/ella.

Puede ser que el pastor/a que tengas en tu congregación, sea alguien “sin demasiado brillo” para tu gusto. Incluso, puede parecerte inadecuado para el servicio en tu iglesia. Posiblemente no esté llegando a los jóvenes o a los niños. O quizá tenga fallos en su forma de expresarse. Es posible que se haya equivocado contigo en alguna ocasión, o tú lo consideres anticuado.

Sea como fuere, los pastores/as son el don de Dios para la iglesia, porque la voz de Cristo sigue oyéndose suavemente: “Apacienta mis corderos”.

El ministerio pastoral lo origina Cristo en la tierra como fundador de su iglesia (Mateo 16:17). Y hoy, a algunas de sus ovejas del sagrado rebaño, a las que él, considera adecuadas por su voluntad y omnisciencia, les encomienda el más elevado cometido: “apacienta mis corderos”.

Cuando permites ser ministrado por tu pastor/a con un sermón, con una visita, con una consulta, será de gran bendición para tu alma. Porque le estás permitiendo cumplir con su ministerio, con el propósito de Dios para su vida: estar siempre a tu lado.

¡Siempre a tu lado!

¡Feliz día de las vocaciones ministeriales en nuestra Unión Adventista Española!

Autor: Richard Ruszuly, secretario ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Cartel del Día del Ministerio Pastoral. 

Revista Adventista de España