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Serie diaconado al servicio de Cristo, nº5

Para poder desempeñarse en la misión del diaconado, es necesario un servicio integral y amoroso hacia la iglesia. Los diáconos y diaconisas tienen obligaciones de índole moral en su estructura interna. Antes de desenvolverse en sus esferas de acción, ellos deben ser personas que representen la integridad de una vida correcta delante de la congregación.

La descripción que ofrece Pablo a Timoteo sobre cómo debería ser el comportamiento de los diáconos puede parecernos exagerada. Sin embargo, con gran placer os invito a reflexionar acerca de la insistencia que subraya la Palabra, no sobre qué debe hacer un diácono sino sobre lo que debe ser. La esencia interna pura de un diacono traerá armonía en los servicios que hará para la comunidad cristiana.

Las nueve calidades que presenta el apóstol Pablo se dividen en dos partes:

  • los rasgos de la persona, es decir, la manera en la que la comunidad la percibe.
  • las características de su familia.

Antes de profundizar en este tema, vamos a leer el pasaje donde encontramos esas nueve cualidades, y usaremos la versión Traducción en Lenguaje Actualizado, en 1 Timoteo 3: 8-13.

1 Timoteo 3:8-13

“Los diáconos deben ser gente respetable; no deben mentir ni beber mucho vino, ni hacer trampa en los negocios. 

Además, deben creer siempre en todo el mensaje de la buena noticia que Dios nos ha dado, y tener la conciencia tranquila. 

Deben tener una sola esposa, y dirigir bien a sus hijos y a toda su familia.

Las mujeres también deben ser respetables. No deben ser chismosas, sino más bien serias y fieles en todo.

Los que quieran ser diáconos serán puestos a prueba. Si no hay nada de qué acusarlos, y pasan la prueba, trabajarán en la iglesia. 

Los que hagan bien su trabajo como diáconos tendrán buena fama, y se ganarán el respeto y la confianza de todos en la iglesia de Cristo.”

Las nueve cualidades

Colocaremos las nueve cualidades que quiero analizar en una lista de fácil lectura, con un lenguaje actual para nuestros tiempos. Empecemos por las características personales:

CARACTERÍSTICAS PERSONALES

1. Respetables:

De los diáconos se esperan que vivan sin conflictos. Cuando se respeta al otro aunque tenga opiniones diferentes, se consigue ir juntos en el camino de la reconciliación y el amor. Ellos deben ganarse el respeto por saber cómo plasmar su vida y sus palabras en un comportamiento real. Se les respeta porque cumlen lo que dicen. No hay diferencias entre lo que creen y viven. Son respetables porque saben lo que significa ser pecador y ser una persona nueva por la sangre de Cristo. Un verdadero diácono o diaconisa no mirará a los que no viven de acuerdo con los principios de la iglesia como desdeñables, sino que buscarán inspirarles una motivación para seguir a Cristo y no abandonar la iglesia. Ellos saben que lo relacionado con la iglesia no es una cuestión de vida o muerte, sino de vida eterna o muerte eterna.

2. Sin mentira:

la iglesia es un hospital donde la mentira, y otros pecados, se ven. No porque los fomentemos, sino porque está llena de personas pecadoras que aprenden a dejar el mundo y guardar los mandamientos. Es un proceso de crecimiento. Incluso después ser bautizados los discípulos fallan y senlamentan por lo sucedido después de hacer un pacto para una nueva vida. En este contexto de lucha cristiana consigo mismo  por conseguir una vida santa por la gracia de Cristo, aparecen los diáconos como ejemplos de la gracia de Dios. No son perfectos, pero tienen los ojos puestos en Jesús y están en el camino de la perfección al que todos estamos llamados. Y no para ser admirados, sino para darnos la mano y ayudarnos a caminar a su lado, siempre hacia adelante y hacia arriba.

Ellos no mienten porque siguen al Cordero. Lo que dicen está garantizado por vidas cambiadas. No es su obra, sino la de la gracia de Dios. Son la representación de los 144000, que han vencido la maldad y en sus bocas no se halla la mentira. Son gente especial porque puedes confiar en ellos. La feligresía mirando al cuerpo de diáconos debe vislumbrar la eternidad cuando estemos sobre el mar de cristal: “y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.” (Apoc. 14: 5).

Esta cualidad indica que los diáconos y diaconisas se mantendrán fieles a sus palabras y acciones, cumpliendo lo que han prometido. También evitarán los chismes para no destruir la paz de la iglesia. De ese modo serán ejemplo en el cumplimiento del mandamiento de “no levantar falso testimonio contra tu prójimo”, dado que siempre que criticamos estamos faltando a él, porque nunca conocemos realmente la situación o las circunstancias reales. La crítica es el peor veneno para el buen crecimiento de la iglesia, y hay que vencerla con el amor de Dios y al prójimo, y el dominio propio en el pensar y el hablar. El Espíritu Santo nos ayudará, y gracias a Él los diáconos y diaconisas estarán en disposición de apartarse de la manipulación, el engaño y la falta de sinceridad.

3. No beber mucho vino (templanza):

El debate que aquí se presenta no es si se puede tomar o no. Es mucho más que un sí o un no frente a lo que está permitido. De parte de los diáconos se espera que sean personas que tengan un gran equilibrio. Cualquier adicción que nos aparte de Dios debemos desarraigarla con Su ayuda. La templanza en todas las cosas es fundamental, incluso en el trabajo o en el servicio cristiano.

Debe haber respeto por las leyes de la salud para mantener la mente sana y el cuerpo en condiciones óptimas para dar el mejor servicio a Dios. En nuestros tiempos modernos existen tantos pasatiempos que nos pueden alejar de Dios: el internet, los juegos, las drogas, la comida, y todas las adicciones que nos pueden llevar lejos de una vida consagrada a Dios. El diácono debe ser una persona moderada que no se volcará en un fanatismo extremo, sino que estará atenta para poder disfrutar de las cosas buenas sin que nada lo domine.

4. Sin trampas en los negocios:

A través de esta cualidad, el diácono protege la estabilidad financiera de la iglesia destacando uno de los mandamientos: “No robarás”. Un diácono no se beneficiará en su trabajo de métodos ilegales de ganancias. Lo que ellos ganan con su trabajo es correcto delante de Dios. Mucho o poco es bendecido por el Señor y beneficia a la iglesia de Dios. Ser diácono no es solo servir unas horas al Señor el sábado. En su trabajo él es honesto con sus compañeros y empleados. Él tiene negocios justos porque en todo lo que obra está el Señor presente. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3: 23).

5. Creer en todo el mensaje y tener la conciencia tranquila:

La totalidad de una fe inquebrantable en Cristo; creer en Cristo que se visualiza como ejemplo vivo que motiva al servicio. Creer en el sacrificio de Cristo para que a su vez, uno se sacrifique por la salvación de los demás. Mirad, ¡qué grande es esta cualidad! Con esta cualidad, el diácono vive un estilo de vida donde busca no dar más entrada al pecado. El pecado acariciado no tendrá cabida en la vida de un diácono. No hay una separación entre la vida y la doctrina. El diácono es la representación pura del evangelio porque guarda, observa el misterio de la fe. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6).

Los diáconos son personas fuertes en su fe y ellos pueden compartir a Cristo dentro y fuera de la iglesia. Ellos han llegado a este proceso de madurez después de un período de pruebas espirituales. Esta fe no se puede encontrar al comienzo de la vida cristiana. Hace falta un tiempo para aprender en el servicio y la testificación la fe que nos convierte en mejores servidores en Su nombre. La madurez espiritual se forma cuando la vida es alimentada por la presencia del Espíritu Santo y se desarrolla a medida que se estudia la Palabra.

6. Nada de qué acusarles (irreprochables):

Los diáconos deben ser personas más allá de cualquier reproche para servir en el ministerio. La aspiración de ellos debe ser la de alcanzar el nivel de la consagración de personas tan grandes como Noé, que era “perfecto en sus generaciones” (Gén. 6:9); de Job, que “era perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1); y de Daniel, que “era un hombre en el cual vive el Espíritu del Dios único” (Daniel 5:11); y por encima, seguir el modelo del diácono Estefan, que “estaba lleno del Espíritu Santo” (Hechos 7:55) que dio su vida por la proclamación de evangelio. Su fe inquebrantable brillo a través de su martirio y ganó el alma del mayor evangelista que el mundo tuvo, el apóstol Pablo.

Las siguientes tres cualidades se centran en el fundamento de la familia cristiana: el hogar.

CARACTERÍSTICAS FAMILIARES

7. Ser fiel al matrimonio:

Aquí nos referimos al estado moral de un diácono o diaconisa. Evitar que el pecado entre en la relación matrimonial destruyendo la estructura familiar e impactando negativamente en la iglesia. La infidelidad, no debe tener lugar en la familia de ningún cristiano, y mucho menos de un diácono, que será muy prudente en las relaciones con el sexo opuesto. La familia del diácono se debe construir sobre Cristo el amor y la confianza mutua. Las familias de los diáconos pueden ser ejemplo para que otras familias sean ayudadas a crecer en Cristo.

8. Dirigir bien a sus hijos:

Los padres son los principales modelos a seguir para sus hijos. Los niños aprenden en sus propios hogares amorosos centrados en Cristo, sobre el control y la dirección sabia en sus vidas. Al estar centrados en Cristo, en sus familias los diáconos, darán una lección importante a sus hijos sobre la autoestima, la autoimagen y el futuro para desarrollar su relación con Cristo. Los padres serán en sus hogares factores de equilibrio, sabiendo ejercer el amor, poner límites, apoyar, disciplinar y dando la atención necesaria según las necesidades de sus hijos. Como familia, leen la Biblia juntos, oran, guardan el día de sábado y adoran juntos en la iglesia.

9. Gobiernan bien su casa:

Los diáconos y diaconisas son atentos en cómo manejar sus recursos en el hogar. Son capaces de administrar correctamente sus propios recursos sin desperdiciar lo que han conseguido con su trabajo honesto. Lo que adquieren, poco o mucho, lo manejan con sabiduría para que sus familias tengan lo necesario para salir adelante.

En una cita preciosa que ofrecemos desde el libro El Hogar Adventista, se expone lo que se espera que sea cualquier hogar de los que han sido nombrados como diáconos. En la página 12, leemos:

Todo hogar cristiano debe tener reglas; y los padres deben, por sus palabras y su conducta el uno hacia el otro, dar a los hijos un ejemplo vivo y precioso de lo que desean verlos llegar a ser. Debe manifestarse pureza en la conversación y debe practicarse constantemente la verdadera cortesía cristiana. Enseñemos a los niños y jóvenes a respetarse a sí mismos, a ser fieles a Dios y a los buenos principios; enseñémosles a respetar y obedecer la ley de Dios. Estos principios regirán entonces su vida y los pondrán en práctica en sus relaciones con los demás.”

Al terminar estas palabras de orientación bíblica, cualquier diácono podrá reflexionar sobre su propia vida y ver fallos y aspectos que no coinciden con lo descrito en los requisitos; pues, nadie debe retroceder en su ministerio. ¡De eso se trata! El ideal hay que alcanzarlo y debemos ir en esa línea como servidores de Cristo. En una relación fuerte con Cristo seremos día a día más capacitados para servir a la iglesia, siendo apoyo a los ancianos y pastores. Como diáconos y diaconisas, siendo fuertes en nuestra relación con Cristo, tendremos como resultado, ancianos y pastores  fuertes que construirán una iglesia sólida para el cumplimiento de la misión.

Ver anterior: https://revista.adventista.es/cualidades-de-los-diaconos-y-diaconisas-1o-parte/

Autor: Richard Ruszuly, secretario ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Photo by Matheus Ferrero on Unsplash
 

Revista Adventista de España