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Nadie puede representar a Cristo solo como individuo en su completa perfección y santidad. Somos parte de un conjunto que se llama iglesia o comunidad. Allí cada uno, con sus dones, muestra diferentes, pero complementarias, perspectivas del carácter amoroso de Dios.

Cuando los mismos feligreses comentan los pecados de la iglesia, visualizan a una o varias personas en concreto. Al enfocarlo de esta forma, se muestra una enorme desconsideración por las dos realidades existentes: la iglesia local y la universal, la iglesia visible y la invisible.

El trigo y la cizaña

En la parábola del trigo y la cizaña se nos da una enseñanza sublime y motivadora sobre el reino de los cielos.

Mateo 13: 24 al 30: Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?” Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?” Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: “Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

En nuestros días, la preocupación y la angustia llegan a tener cotas  máximas al ver la maldad y la imperfección dentro de la iglesia. Algunos incluso llegan a  escandalizarse al escuchar noticias de apostasías, inmoralidad, engaños y comportamiento inadecuado entre nosotros. Para aliviar al creyente sincero, Jesús da una visión sobre el reino de los cielos, refiriéndose a la comunidad espiritual de creyentes en la tierra, es decir, a todos los que aceptan a Cristo. El campo, dijo Jesús, es el mundo. Pero debemos entender que esto significa la iglesia de Cristo en el mundo”. (PVGM, 49).

La cizaña 

Cuando hay resultados después de un gran trabajo misionero es cuando sale la cizaña. “Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.Las iglesias que obran tendrán problemas. Las iglesias colmadas de dinamismo y movimiento tendrán opositores. En las comunidades donde se trabaja con objetivos misioneros habrá también gente inconversa. Lo absurdo, es que algunos optan por no evangelizar para que no entre gente inconversa y estropear la “pureza” de pueblo remanente.

Cristo busca sembrar la semilla del evangelio, pero al tiempo que la obra de Dios se lleva a cabo, un enemigo, la serpiente antigua, llamado diablo y satanás, hará también su maléfica obra de destrucción.

Cuando los siervos duermen el enemigo arroja la cizaña. Los obreros del campo reposan. Cristo no les está echando la culpa. No hay una acción por parte de los siervos para favorecer el crecimiento de la cizaña. El descanso de los obreros es necesario para recuperar fuerzas. De noche, cuando no hay actividad y cuando nadie está despierto aparece el enemigo que siembra cizaña. De noche, cuando no puedes hacer nada el enemigo implementa sus semillas.

“Un enemigo ha hecho esto”

Muchas iglesias se culpabilizan y llegan a autodestruirse por asumir el poco avance de la marcha de la obra misionera. Pastores dejan el ministerio por no superar esta pesada carga de insatisfacción, al ver, que incluso después de campañas de reavivamiento, la comunidad sigue en un estado caótico. Líderes de departamentos no quieren seguir en los futuros ejercicios eclesiásticos por la decepción de no ver resultados y objetivos alcanzados.

Cuando la decepción invade en una iglesia, sea por errores de los líderes o por impasibilidad de los miembros convocados a cumplir ciertas tareas, en las personas sinceras se despierta un anhelo ferviente para enderezar las cosas. Los siervos de la parábola empiezan a indagar: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde tiene la cizaña?”

El mensaje consolador de Cristo es tan elevado. Lo necesitamos más que nunca hoy. Un mensaje sencillo y directo. Claro y útil. Este mensaje lo necesitamos para permanecer unidos: UN ENEMIGO HA HECHO ESTO.

Si hay cizaña en la iglesia la culpa es del enemigo. Es la enseñanza de Cristo. Cuántos problemas se solucionarían si aceptásemos esta gran verdad. Al herirte alguien en tu comunidad  y al toparte con barreras en tu camino cristiano, ten en cuenta que es por la cizaña que el enemigo ha sembrado. No quiero decepcionarte. No encontraras una iglesia pulcra. Las iglesias que Cristo fundó son iglesias que tienen cizaña.

Cuidado con el deseo de arrancar la cizaña

Deberíamos predicar más sobre esta parábola. ¿Qué eres tú? Si tu corazón se llena de celo por el honor del Señor y por la pureza de su iglesia tengo que felicitarte. Ahora, te ruego, antes de poner en aplicación tus métodos de “purificar” a la comunidad, haz lo que hicieron los siervos del Señor en la parábola. Ellos ponen delante del Señor sus propuestas: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?” Arrancar, desarraigar, extirpar, sacar, quitar, arrebatar, sinónimos de la misma palabra. Una obra radical por la que están gritando muchos. “¡Señor, debemos hacer una reforma profunda!”

Sorprende la respuesta del Señor. Algunos no la comparten. Otros le tildarían de cobarde. Muchos dirán que es inaceptable. Pero, lo que me tranquiliza y me hace alabar al Señor, es que ésta es Su obra, y nosotros somos sus siervos. ¡Somos siervos de Cristo! No lo olvidemos. Con su voz llena de amor sensible, nos indica lo que tenemos que hacer con la cizaña y con el trigo: DEJADLOS CRECER.

Al cumplir con su palabra le damos permiso al Señor de llevar adelante Su plan. No quiero ser mal entendido: Sostengo una iglesia donde el orden y la disciplina son vitales, pero debemos dejar crecer al trigo y a la cizaña.

¡Centrémonos en el trigo! Hablemos de lo importante que es que haya gente que siga a Cristo. Disfrutemos de los milagros de vidas transformadas en nuestras comunidades. Apreciemos los esfuerzos de los que sirven al Señor. Me pongo tan triste cuando nos centramos tanto en la cizaña y tan poco en el hermosísimo trigo del Señor, trigo que él ganó con su preciosísima sangre divina.

Creciendo en nuestra relación con Dios

Cuando el Señor nos indica dejar crecer el trigo y la cizaña nos da esperanza. Finalmente se verá quien sirve al Señor. Lo importante es que tú, si eres trigo del Señor, hagas todo lo posible por crecer en tu relación con Dios.

Sé consciente que no todo es trigo, o cristiano sincero, a tu lado. No importa. tú aférrate al Señor para crecer. Si te centras más en lo que hacen los demás, si buscas criticar a la cizaña, dejaras de crecer.

Cuando tomas en tu mano la hoz para cortar de raíz al malo, te pones en el lugar de Cristo, del cual Juan el Bautista decía: Su aventador está en su mano para limpiar su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.” (Mateo 3:12). La obra de limpiar la iglesia es de Cristo y de sus ángeles.Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y recogerán de su Reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen maldad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo 13: 41-42).

Vosotros pues, mis amados hermanos, centraros en crecer en la gracia de Cristo. ¡Hay tanto por hacer en un mundo de sufrimiento y dolor! La iglesia debe ser un lugar donde se vea crecimiento y misión. Al concentrarnos más en los resbalones de los demás dejamos de crecer en el Espíritu del Señor.

Oremos más, amemos más

Necesitamos oración donde hay fracaso; Debemos poner amor donde hay errores; Busquemos llorar con los que están hundidos por las tentaciones; Visitemos a los que no han encontrado a Cristo en nuestras comunidades.

Dejemos fuera el orgullo de ser los únicos que gozamos de las promesas de la verdad presente. Si lo primero que vemos es la cizaña entre los creyentes, debemos escudriñarnos profundamente, para ver si nosotros mismos somos realmente trigo.

Cumplamos con la recomendación del Señor: crezcamos en lo espiritual hasta llegar a la altura de Cristo.

Sino que, siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.” (Efesios 4:15-16).

Autor: Richard Ruszuly. Secretario de la Asociación Ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen:Photo by Phil Hearing on Unsplash

 

Revista Adventista de España