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¿Estás invirtiendo bien?

¿Sacas la máxima rentabilidad de tus recursos económicos? ¿Piensas en el futuro? Estas podrían parecer preguntas poco espirituales pero lo son porque nuestra economía también habla de nuestra religión, de nuestra relación con Dios. Mucha gente gasta “a tontas y a locas”, vive “al tuntún”, y gestiona “manga por hombro” pensando que la improvisación económica está más cerca del designio divino pero se equivocan. El Señor prefiere que gastemos a “listas y sensatas”, que vivamos “en común”, y gestionemos “hombro con hombro”. Prefiere una economía cuidadosa, solidaria y colaborativa.

A invertir también se aprende

Como aconseja Ellen G. White: “Son muchísimos los que no se han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias, y vez tras vez piden dinero prestado y se abruman de deudas, por lo que se desaniman y descorazonan …Todos deben aprender a llevar cuentas. Algunos descuidan este trabajo, como si no fuese esencial; pero esto es erróneo. Todos los gastos deben anotarse con exactitud.

Agradó al Señor mostrarme los males que resultan de los hábitos de derroche, para que pueda amonestar a los padres a que enseñen estricta economía a sus hijos. Enséñenles que el dinero que gasten en lo que no necesitan ha recibido un uso pervertido en vez del correcto. Si tenéis hábitos de despilfarro, eliminadlos de vuestra vida en seguida. A menos que lo hagáis, estaréis en bancarrota para la eternidad. Los hábitos de economía, laboriosidad y sobriedad son para vuestros hijos una porción mejor que una rica dote. Somos peregrinos y extranjeros en la tierra. No gastemos nuestros recursos en la satisfacción de deseos que Dios quiere vernos reprimir. Representemos adecuadamente nuestra fe delimitando nuestros deseos.” (El hogar cristiano, 339-340)

Inversión espiritual

Un billete en el lugar adecuado es tan espiritual como una oración en el lugar adecuado. Un ahorro en el momento complicado es tan espiritual como un consejo en el momento complicado. Una inversión en el tiempo propicio es tan espiritual como un gesto amoroso en el tiempo propicio.

De nuevo, ¿estás invirtiendo bien?   Mientras contestas a la pregunta, te regalo este versículo: “Lo que fácilmente se gana, fácilmente se acaba; ahorra poco a poco, y un día serás rico.” (Proverbios 13:11)

Víctor Armenteros. Responsable de Ministerio de Gestión de Vida cristiana / Educación, de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.

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