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Cuando se le pregunta a la gente si es feliz, y qué dimensiones de su vida son las fuentes generadoras de felicidad, suelen dar una serie de respuestas muy elocuentes respecto de los factores del bienestar.

Los informes de las diferentes poblaciones encuestadas pueden agruparse en siete dimensiones básicas que hacen a la felicidad humana. Se los ha llamado «los siete grandes factores de la felicidad». En orden de importancia, son:

En este artículo, vamos a referirnos al primer factor. Está claro que, según el caso, la condición familiar puede ser origen de diferentes grados en que se experimenta la felicidad. Por ejemplo, si una persona se divorcia, su felicidad desciende cinco puntos. La separación la disminuye en ocho puntos. La viudez la afecta en cuatro puntos. Estas situaciones son golpes muy duros y repercuten fuertemente en la vivencia emocional.

Las estadísticas también muestran que las personas casadas son más felices que aquellos que están solteros, separados, divorciados o viudos. La máxima felicidad se alcanza al año de contraer matrimonio. Después del primer año se adquiere cierta rutina, y la gente suele manifestar un poco menos de felicidad, pero sigue siendo más dichosa que antes de casarse. Con el divorcio ocurre algo parecido, pero al revés. Antes del divorcio, la gente empieza a ser menos feliz. El año posterior al divorcio es el de peor puntaje. Posteriormente, después del año, los hombres vuelven paulatinamente al nivel de felicidad inicial, pero para las mujeres es más difícil recuperarlo.

Las ventajas del matrimonio

¿Cómo afecta la felicidad el hecho de tener hijos? En este punto, los estudios estadísticos también son sugestivos. El nacimiento de un hijo produce una enorme alegría; sin embargo, a los dos años, los padres en general vuelven al nivel inicial de felicidad. Aunque las investigaciones no reportan el dato, puedo dar fe, por mi experiencia personal, de que la aparición de los nietos también les eleva notablemente los niveles de felicidad a los abuelos, incluso después de los dos años.

Son entendibles las ventajas del matrimonio. Los cónyuges aportan amor, comparten recursos y disfrutan de la vida sexual, que es más activa y satisfactoria que la de los solteros. La gente casada goza de mejor salud y vive más años. A pesar de que la cohabitación sin casarse es cada vez más frecuente, no se ha demostrado que constituya una forma de relación tan estable como el matrimonio. Aunque lo más importante, desde ya, es la calidad y la estabilidad de las relaciones familiares.

El hecho clave de la felicidad familiar es la relación amorosa. Es lo que da equilibrio y una mejor salud, además de brindar mayor felicidad. Podríamos decir que cultivar relaciones familiares cariñosas, de acuerdo con lo que Dios ha dispuesto, es una de las fuentes más poderosas para experimentar la dicha y el contentamiento.

Autor: Mario Pereyra, doctor en Psicología de destacada trayectoria, docente universitario, y autor de numerosos libros y trabajos de investigación.
Imagen: Foto de Jessica Rockowitz en Unsplash

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Claves para la felicidad familiar

Revista Adventista de España