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Lección 2 para el 11 de enero de 2025: AMOR PACTUAL.

El amor impregna todo lo relacionado con Dios, porque Él es amor.

Cuando el pecado separó a la humanidad de Dios, Dios hizo un pacto con la humanidad. ¿Cuál es la razón de ese pacto? ¿Qué papel juega el amor de Dios en él? ¿Cuáles son las condiciones del pacto?

  • El amor incondicional de Dios:

    • Dios quiere que todos se salven.

      • Dios nos ama tanto que ha hecho un sacrificio inmenso (su propia vida) para que todos se salven del pecado (Juan 3:16).
      • No existe nadie que, ante los ojos de Dios, pueda ser considerado indigno de alcanzar la salvación ofrecida. El amor de Dios abarca a todos (Salmos 145:9).
      • Si la salvación dependiera sólo de la voluntad de Dios, todos seríamos salvos (1ª de Timoteo 2:3-4).
      • Pero nos ha dado libertad para decidir si queremos o no salvarnos; si deseamos o no responder a su amor. Podemos imaginárnoslo gritando con lágrimas en los ojos: «Por favor, acepta mi invitación… ¡VIVE!» (Ezequiel 33:11).
    • La razón del pacto.

      • Cuando Dios sacó a Israel de Egipto para renovar el pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, «lo hizo porque te ama» (Deuteronomio 7:8 NVI).
      • La palabra usada para definir la razón por la que Dios hace pacto con nosotros es hesed, que significa:
        • La misericordia, la bondad y el amor de Dios
        • La bondad amorosa o amor leal por otra persona dentro de una relación de amor recíproco
        • El amor mostrado con la intención de que la otra persona manifieste esa misma bondad y amor a cambio
      • El amor de Dios es fiable, constante y duradero. Pero los beneficios que podemos recibir de ese amor son condicionales, pues dependen de nuestra respuesta (Salmos 25:10 NVI).
  • Las condiciones del amor de Dios:

    • Las condiciones del pacto.

      • Algunos versículos bíblicos nos pueden dar la impresión de que Dios deja de amarnos cuando nos apartamos de Él (Jeremías 16:5 NVI).
      • Sin embargo, observemos el ejemplo del libro de Oseas, donde Dios dice categóricamente: «no los amaré más» (Oseas 9:15). Poco después, Dios dirá: «los amaré de pura gracia» (Oseas 14:4).
      • El amor de Dios es eterno, Él nunca deja de amarnos (Salmos 136:1 NVI). Pero ha puesto condiciones para que podamos recibir los beneficios de ese amor:
        • Amarlo a Él (Juan 16:27)
        • Continuar amándolo (Juan 15:9; Judas 21)
        • Guardar sus mandamientos (Juan 14:21; 1ª de Juan 5:3)
        • Amarnos entre nosotros (Juan 15:17; 1ª de Juan 4:12)
    • Responder al amor de Dios.

      • Dios siempre da el primer paso. Él nos ama antes de que nosotros podamos hacer nada al respecto (Jeremías 31:3).
      • Cuando percibimos el amor de Dios y el gran sacrificio que hizo por nosotros, nuestra reacción natural es amarlo a Él, y amarnos unos a otros (1ª de Juan 4:9-10, 19).
      • Desgraciadamente, no todos reaccionan de la misma manera. A veces, podemos olvidarnos de lo mucho que Dios nos ama. Jesús lo ejemplificó con una parábola (Mateo 18:23-35).
      • La deuda de un hombre con su señor era el equivalente a ¡200.000 años de trabajo! Pero su señor, por amor, le perdonó.
      • Olvidando el amor recibido, este siervo exigió a su consiervo el equivalente a poco más de tres meses de trabajo. ¡Qué ingratitud! “¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” (Mateo 18:33).
  • Nuestra respuesta al amor de Dios:

    • Transmisores del amor de Dios.

      • ¿De qué manera podemos compensar a Dios por lo que ha hecho por nosotros? ¿Podemos pagárselo de algún modo?
      • Dios no nos pide que le paguemos o compensemos por el amor recibido. Se contenta con que seamos transmisores de aquello que hemos recibido gratuitamente (1ª de Juan 4:11; Mateo 10:8b).
      • No podemos pagar lo que Dios ha hecho, pero podemos agradecérselo comportándonos con otros como Él se ha comportado con nosotros.
      • Si amar a Dios implica amar a los demás, debemos compartir con urgencia el mensaje del amor de Dios con todos.

Para meditar:

«Dios tiene un profundo y ardiente amor por cada miembro de la familia humana; nadie es olvidado ni dejado sin amparo y engañado, de modo que el enemigo lo venza. […] Puedo confiar en Dios, porque de tal manera me amó que dio a su Hijo unigénito para que muriese por mí». (Elena G. White, La educación cristiana, página 424).

«Cuando Cristo mora en el corazón, el alma rebosa de tal manera de su amor y del gozo de su comunión, que se aferra a Él; y contemplándole se olvida de sí misma. El amor a Cristo es el móvil de sus acciones.

»Los que sienten el amor constreñidor de Dios no preguntan cuánto es lo menos que pueden darle para satisfacer lo que Él requiere; no preguntan cuál es la norma más baja que acepta, sino que aspiran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Redentor. Con ardiente deseo lo entregan todo y manifiestan un interés proporcional al valor del objeto que procuran». (Elena G. White, El camino a Cristo, páginas 44-45).

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

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