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“Yo soy la alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es y que era y que viene, el Todopoderoso” (Apoc. 1: 8; traducción del autor). “Yo soy la alfa y la omega, el principio y el fin” (Apoc. 21: 6; traducción del autor).

La declaración “yo soy la alfa y la omega” aparece tres veces en Apocalipsis (1: 8; 21: 6; 22: 13) con leves variantes y de manera progresivamente expandida, agregando en cada caso información explicativa al uso previo de la frase. Así, se pasa de “yo soy la alfa y la omega” (1: 8) a “yo soy la alfa y la omega, el principio y el fin” (21: 6) y finalmente a “yo soy la alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin” (22: 13).

La alfa y la omega son Cristo 

Apocalipsis 1: 7 no deja dudas acerca de quién dice esto de sí mismo. No es otro que Jesucristo resucitado y glorificado. Él es quien viene (griego érjomai) con las nubes[1] y quien fue traspasado (ekkentéo; sólo aquí y en Juan 19: 37), es decir, crucificado. A su vez, el versículo 8 dice que quien es “la alfa y la omega” viene (nuevamente érjomai) y es todopoderoso, un atributo que en la Biblia sólo se aplica a la Deidad.

El versículo 8 confirma esto cuando llama “Señor” (kúrios) y “el Dios” (ho theós) a este “alfa y omega” que “viene”. Por su parte, la afirmación “Yo soy” es la misma con la que el Jehová eterno del Antiguo Testamento se presenta en pasajes como Éxodo 3: 14; Deuteronomio 32: 39 e Isaías 43: 10 (ver también Juan 4: 26; 8: 24, 28, 58; 13: 19; 18: 5, 6).[2]

Alfa y omega son las letras con las que comienza y termina el alfabeto griego respectivamente. En él no hay nada antes de la alfa, y nada después de la omega. Ser la alfa y la omega significa que nadie ha sido el antecesor u originador de uno, que uno siempre ha existido, y que nadie le sucederá pues uno siempre existirá.

Cristo el “arje”

En Apocalipsis 21: 6 y 22: 13, donde Cristo también se da a sí mismo el título “alfa y omega” y lo expande explicativamente, la palabra traducida como “principio” (arjē) no significa, pues, “origen”, sino que probablemente oculta detrás la idea del hebreo rosh (literalmente “cabeza” en el sentido de “lo jerárquicamente superior o principal, lo que está por encima de algo o alguien”),[3] como cuando alguien se dirige a otro mortal, rayando en la adulación blasfema, como “su alteza”, “su señoría”, “su majestad”, “su eminencia”, “su santidad”, etc.

Esta idea de supremacía incuestionable presente en arjē  y rosh es la que subyace en la polémica del monoteísmo hebreo contra los mitos paganos acerca de los orígenes en Génesis 1 (ver Gén. 1: 1; cf.  Juan 1: 1; 1 Juan 1: 1-3; Col. 1: 15-18). Esta polémica seguía presente en los días de Juan, cuando los paganos se dirigían a sus dioses también como “señor”,[4] “alfa y omega”,[5] “el que era y es y ha de venir”,[6] “el altísimo” y “el todopoderoso”.[7]

Cristo el “telos”

Por su parte, la palabra traducida como “fin” (télos) no significa terminación o final, sino clímax, razón de ser, propósito, meta, objetivo, expresión suprema e insuperable,[8] como en Romanos 10: 4.[9]

De acuerdo con esto, una traducción dinámica posible de Apocalipsis 1: 8, y tal vez más acorde con la intención de Jesús y de Juan allí, podría ser: “Yo estoy por encima de todo y de todos. Yo soy la razón de ser o finalidad de todo”, algo que, en labios de una criatura, angélica o humana, sería sin duda una blasfemia arrogante (ver Gén. 3: 4, 5; Isa. 14: 12-14; Eze. 28: 13-18; Dan. 7: 8, 11, 20, 25; Apoc. 13: 5, 6).

La Deidad de la Biblia es triuna

Todo esto encuadra dentro de la polémica que aparece por doquier en Apocalipsis entre la verdadera Deidad triuna y la falsa trinidad integrada por el dragón o serpiente antigua que es el diablo y Satanás (Apoc. 12: 9), el falso profeta (Apoc. 13: 11-17; 16: 13; 19: 20: 10) y la bestia simbólica surgida del mar (Apoc. 13). De paso, si la Deidad de la Biblia no fuera triuna, esta insistencia de Juan en contrastarla con la trinidad diabólica no tendría sentido. Además, los tres miembros de la trinidad diabólica del Apocalipsis se arrogan los mismos atributos y la misma terminología que la Biblia reserva para las tres personas de la Deidad triuna.

En el Apocalipsis, la controversia entre Cristo y su imitador, el anticristo, es presentada en términos de pasado, presente y futuro  a fin de destacar la diferencia de naturaleza entre el Cordero divino y eterno, y su imitador, simbolizado por la bestia surgida del mar. Mientras que el Cordero siempre ha existido y siempre existirá,[10] la bestia tuvo un comienzo, aún no existía de manera plena o consumada en los días de Juan,[11] y su existencia futura habría de ser efímera.[12]

Una oración para hoy: “Jesús, Alfa y Omega, Señor y Dios todopoderoso. Cuando la batalla contra el mal arrecie a mi alrededor y parezca que el enemigo vencerá finalmente, ayúdame a recordar que sólo tú eras y eres y serás por siempre, y que vienes pronto a buscarme”

NOTAS:

[1]Cf. Dan. 7: 13; Mat. 24: 30; 26: 64; Mar. 13: 26; 14: 62; Luc. 21: 27; Apoc. 14: 14-16.

[2]Acerca del uso de la fórmula “yo soy” seguida de un predicado (“la alfa y la omega”, etc.) por parte de Jesús en Apocalipsis 1: 8 y su relación de dependencia y derivación respecto de la misma fórmula (con o sin predicado) como autodesignación de la Deidad en el Antiguo Testamento y en el evangelio de Juan por parte de Jesús, véase el apéndice titulado “EGO EIMI (I AM)” en Raymond E. Brown, The Gospel According to John (i-xii), Anchor Bible Commentary 29 (Garden City, Nueva York: Doubleday, 1966), 533-538, especialmente 534, 535, 537.

[3]Este matiz jerárquico y cristológico típicamente joanino de la palabra arjé en el sentido de “reinado”, “dominio” o”control” no tomó, sin duda, por sorpresa a los lectores grecoparlantes originales del Apocalipsis, ya que también está presente en el idioma griego de la época. Véase H. G. Liddell, R. Scott y H. S. Jones eds., A Greek-English Lexicon (Oxford: Oxford University Press, 1996), 252.

[4]Por ejemplo, Zeus y Baal son llamados “señor” (kýrios), “invencible” o “invicto” (aníketos) y “el más grande” (mégistos) en algunas inscripciones griegas encontradas en Siria (Franz Cumont, The Oriental Religions in Roman Paganism [Chicago: Open Court, 1911], 132).

[5]Acerca del título “alfa y omega” dado por los paganos en los días de Juan a varias de sus deidades, Ian Paul comenta lo siguiente: “[este título] está también presente en la magia grecorromana (e.g. en el culto a la diosa Hécate), y es usado en Apocalipsis como un rechazo implícito de las pretensiones religiosas y mágicas detrás de esos títulos . . . [Su uso en Apocalipsis] es parte de una polémica anti-mágica resultante del reemplazo de los dioses paganos por la figura de Cristo”

(Ian Paul, The Use of the Old Testament in Revelation 12, in The Old Testament in the New Testament, ed. Steve Moyise (Sheffield, England: Sheffield Academic Press, 2000), 269, mi traducción; véase también David E. Aune, “The Apocalypse of John and Graeco-Roman Revelatory Magic” (New Testament Studies 33, 1987, 489-491; Hans Dieter Betz ed. The Greek Magical Papyri in Translation (Chicago: University of Chicago Press, 1986, 106-107, 194, 299; Gillbert Murray, Five stages of Greek religion (Garden City, Nueva York: Doubleday, 1955), 142.

[6]En la inscripción grabada en su estatua del santuario de Sais, la diosa egipcia Isis decía de sí misma: “Yo soy todo lo que es, ha sido o será. . . ” (Charles Bigg, The Church’s Task under the Roman Empire (Oxford: Clarendon Press, 1905), 46). A su vez, en otro texto religioso de Grecia podía leerse: “Zeus era, Zeus es, Zeus será” (Pausanias. Description of Greece 10.12.10, citado en Craig R. Koester, Revelation and the End of All Things (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2001), 50).

[7]La palabra griega traducida como “Todopoderoso” en Apoc.1: 8 (pantokrátor), aparece diez veces en el Nuevo Testamento, nueve de ellas en Apocalipsis (4: 8; 11: 17; 15: 3; 16: 7, 14; 19: 6, 15;  21: 22; 2 Cor. 6: 18 es la décima). Tanto ella como hypsistós (“altísimo”) eran comúnmente usadas para dirigirse a los Baales en el paganismo astrológico (cf. Hech. 7: 48). Véase en tal sentido Cumont, Oriental Religions, 128, nota 72. Según el historiador griego delsiglo III  Diógenes Laercio (8.31), se creía que el dios Hermes guiaba las almas desencarnadas de los difuntos hacia “lo alto” (eis ton hypsistón) (véase Cumont, Oriental Religions, 127, nota 66.). Por su parte, Macrobio da ese mismo título al sol divinizado, y Apuleyo se dirige a la Diosa Siria como “omnipotens” [“todopoderosa” en latín] en su obra Metamorfosis (véase Cumont, Oriental Religions, 129, nota 75).

[8]En su obra Física 2.194a, Aristóteles dice: “. . . télos nunca designa lo último (to ésjaton), sino sólo lo mejor” (Aristotelis Physica, ed. W. D. Ross [Oxford: Clarendon Press, 1936], 146). A su vez, la palabra griega traducida allí como “lo mejor” (béltistos) tiene el sentido de “lo más excelente” o “el bien supremo”. Cf. H. G. Liddell, R. Scott y H. S. Jones eds., A Greek-English Lexicon (Oxford: Oxford University Press, 1996), 313.

[9]Véase Roberto Badenas, Christ the end of the law: Romans 10: 4 in pauline perspectiveJournal for the Study of the New Testament. Supplement Series, número 10 (Sheffield, Inglaterra: The University of Sheffield, 1985), 144-151.

[10]Apoc. 1: 4, 8, 17, 18; 2: 8; 4: 8, 9, 10; 11: 17; 15: 7; 16: 5; 21: 6.

[11]Esto explicaría la aparente contradicción entre la fórmula era – no es – será de Apoc. 11: 7; 13: 3, 12, 14; 17: 8, 11, 12, y la secuencia fue – es – será en Apoc. 17: 10; comparar con 1 Juan 2: 18, 19.

[12]Apoc. 11: 7; 13: 3, 12, 14; 17:  3, 8, 10; comparar con 2 Tes. 2: 2-10; 1 Juan 1: 18-22; 4:1-6.

Pastor, doctor en Teología y docente universitario de destacada trayectoria. Actualmente ejerce su ministerio como profesor en la Universidad Adventista del Plata, Entre Ríos, Rep. Argentina.

Foto:Hugues de BUYER-MIMEURE en Unsplash

 

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