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YHWH y la relación de los conceptos

Dt 6,4 es un texto que se relaciona teológicamente con otros. Algunos le anteceden generando conceptos (Éx 15,11; Éx 20,2-3; Dt 4,35.39 y Dt 5,6-10) y otros le continúan clarificando sentidos (en el AT: Jos 22,5; 2S 22,32; Is 37,14-20; 43,10; 44,6-8; 45,5.6.14.18.21-22; 46,9; Zac 14,9; Mal 2,10; en el NT: Mt 22,37; Mc 12,29-32; Lc 10,25-28; Jn 10,30.38; 17,3; Rom 3,30; 16,27; 1Cor 8,4-6; Gal 3,20; Ef 4,6; 1Tim 1,17; 2,5; Stg 2,19; Judas 25). En estos textos podemos encontrar citas, alusiones y ecos de Dt 6,4.[2]

Tanto los textos que anteceden como los posteriores nos ayudarán a entender mejor el significado de la expresión ejad (אֶחָד) y su relación con YHWH.

1.Antecedentes

  • Un cántico de exaltación a un Dios incomparable (Éx 15,11).

    • El cántico de Moisés es un cántico de exaltación que sitúa a Dios por encima de los demás dioses (elim) que se encuentran en el pensamiento de los hebreos recién salidos de Egipto. El empleo de “¿quién como tú?” (mi kamojah – מִי כָּמֹכָה) le atribuye el carácter de unicidad que, posteriormente, mostrará Dt 6,4. No hay nadie comparable a Yhwh en su santidad ni en sus actos (realiza hazañas extraordinarias y obra milagros). Esa soberanía que lo distingue como Dios único es para siempre (18). El recuerdo de la apertura del mar Rojo permeará todo el Antiguo Testamento como memoria colectiva de la participación de Dios en la historia de su pueblo.
  • Una declaración de exclusividad (Éx 20,2-4).[3]

    • En el texto de los mandamientos del libro del Éxodo se presenta la relación de Dios con su pueblo (“tu Dios” – eloheijah – אֱלֹהֶיךָ), una relación que no admite otros dioses. Dios es presentado como un Dios celoso (el qana – אֵל קַנָּא) que no admite la adoración de ninguna representación de divinidades. Este concepto se fortalece en Éx 34,14 cuando se indica que el nombre de Yhwh es “Celoso”. En el libro de Deuteronomio hallaremos esta expresión y concepto en el entorno a Dt 6,4 (Dt 4,24; 5,9 y 6,15). Esta intratextualidad nos orienta ante un concepto de ejad (אֶחָד) como “solo” o “único” en sentido de exclusividad y en oposición a prácticas politeístas o henoteístas.
  • Nadie como Él (Dt 4,35.39).

    • En el marco de las prohibiciones contra el politeísmo y las proyecciones humanas de las divinidades creando ídolos, se indica con claridad que el único que es Dios es Yhwh. En ambos versículos se indica: “…porque Yhwh (él) es el Dios” (ki adonai hu haelohim – כִּי יְהוָה הוּא הָאֱלֹהִים). Es una expresión enfática que deja bien claro que el único al que se le puede asignar la categoría de Dios es a Yhwh. Dice “el Dios” para que quede claro que solo Él es Dios. Además, “clarifica que no hay otro aparte de Él” (ein od milebaddo – אֵין עוֹד מִלְבַדּֽוֹ). Un significado similar al de Éx 20, 2-4.
  • Recordando la exclusividad de Yhwh (Dt 5,6-10).

    • La nueva enunciación de los diez mandamientos tiene pequeñas variaciones con respecto a Éx 20 pero no en el caso del respeto a la deidad de Yhwh y su exclusividad frente a creaciones humanas con atribuciones divinas. Se puede observar una cadena teológica continua entre Dt 4, 5 y 6.

Tanto en un contexto más lejano (Éx 20, 2-4) como en el contexto cercano (Dt 4,35.39; 5,1-2) nos encontramos con la concepción teológica de que Yhwh es un Dios extraordinario, único en su naturaleza y acciones y, a la vez, un Dios que no admite otra adoración que la suya porque no hay otro Dios aparte de Él. En este contexto podríamos traducir Dt 6,4 como: “Yhwh nuestro Dios, Yhwh es único (o el único)”.

2. Desarrollos posteriores

  • Tras la declaración (Jos 22,5).

    • Josué, ante los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, se refiere en forma de eco a Dt 6,4 y realiza una clara alusión a Dt 6,5. Josué enfatiza la relación con Dios al proponer que amen a Yhwh. Este énfasis en el mandato de amar (Dt 6,5) sobre la afirmación que define la deidad (Dt 6,4) nos ayuda a resituarnos en nuestros énfasis teológicos. Tras la declaración de quién es Dios (“Yhwh”), el pacto con su pueblo (“nuestro Dios”) y cómo es Dios (“uno”) viene el mandato de amar con todas las capacidades de la persona. No se observa un matiz vinculado con teología sistemáticas o la realización de un cuerpo doctrinal sino que la unicidad y cercanía divinas alcanzan su realización en una relación de amor. Nos hallamos ante propuestas de vivencias con Dios. Esta tendencia la observaremos en los mensajes de Jesús.
  • Aclarando Dt 6,4 (2S 22,32/Sal 18,31).

    • David expresa la participación de Dios en su vida componiendo un salmo que se registra en dos ocasiones en la Biblia. Es muy interesante porque toma la expresión “Yhwh nuestro Dios” para realizar un poema en forma de paralelismo sinonímico (una misma idea que se repite dos veces). Dice en 2S 22,32:

Porque ¿quién es Dios, aparte de Yhwh?

(ki mi-el mibal`ade Yhwh)

(כִּ֥י מִי־אֵ֖ל מִבַּלְעֲדֵ֣י יְהוָ֑ה)

¿Y qué roca hay aparte de nuestro Dios?

(wumi sur mibal`ade eloheinu)

(וּמִ֥י צ֖וּר מִֽבַּלְעֲדֵ֥י אֱלֹהֵֽינוּ)

Podemos observar que el verso declara la unicidad de Yhwh porque es el único que es Dios. Es muy interesante que donde dice “Dios” en nuestras traducciones es el término “el” (אֵל) en hebreo. Nos hallamos ante un genérico que si bien significa “Dios” puede hacer referencia a cualquier dios. Es como si dijera que el único al que se le puede atribuir esa palabra es a Yhwh porque es el único que es Dios por naturaleza. En la siguiente línea, en lugar de “Dios” (el – אֵל) dice “roca” (sur – צוּר)[4] que en muchos textos del AT es un sinónimo de Dios. En el versículo 47 se aclara que esa roca es la “Roca de salvación” haciendo una clarísima alusión a Dt 32 (4.15.18.30.31) y oponiéndose a los otros dioses como rocas sin estabilidad ni permanencia (Dt 32,37).[5]

El texto de Sal 18,31 es casi idéntico:

Porque ¿quién es Dios, aparte de Yhwh?

(ki mi-elohah mibal`ade Yhwh)

(כִּ֤י מִ֣י אֱ֭לוֹהַּ מִבַּלְעֲדֵ֣י יְהוָ֑ה)

¿Y qué roca hay aparte de nuestro Dios?

(wumi sur zulati eloheinu)

(וּמִ֥י צ֝֗וּר זוּלָתִ֥י אֱלֹהֵֽינוּ)

Las pequeñas variaciones nos dicen mucho de la afirmación de unicidad de Yhwh. En primer lugar, ya no se emplea “el” (אֵל) sino “elohah” (אֱ֭לוֹהַּ) que aunque tiene el mismo significado posee un aire solemne y, posiblemente arcaizante (es raro encontrarlo en scriptura plena). La segunda variante es zulati (זוּלָתִי) que significa “fuera de” y que será empleado por Isaías para fortalecer el concepto de excepcionalidad de Dios (Is 45,5.21; 64,4).

En síntesis, no hay dios aparte de Yhwh, en ese sentido es “único”. Al relacionarlo con la roca se le identifica como agente de salvación. Dios participa de la historia de su pueblo y es el único que salva. Es muy tentador relacionarlo con Jesús cuando se atribuye el ser la roca (Mt 16,18) que fundamenta la iglesia.[6] O cuando Pablo afirma que la roca es Cristo (1 Cor 10,4)  ¿Estamos ante una posible aplicación binitarista o trinitarista? Es muy probable.

  • Declaración teológica en la oración de Ezequías (Is 37,14-20).

    • La oración del rey Ezequías ante las misivas de los asirios nos permite comprender los conceptos que tenían sobre la naturaleza divina y su unicidad. Comienza, en el versículo 16, con una enumeración en forma de merismo (contrasta el Dios transcendente del universo con el Dios inmanente de la tierra): Yhwh de los ejércitos (huestes celestiales) y Dios de Israel, quien mora entre los querubines y Dios de los reinos de la tierra, quien hizo cielo y tierra. Tal concepto evita diteísmos. Segundo, en el versículo 17, se le presenta como el “Dios viviente”. Esta expresión le convierte en un Dios único frente a las meras construcciones humanas que, como tales, son destruidas por los asirios (18). Ante tal naturaleza divina, pide la intervención de “Yhwh, nuestro Dios” para que “todos los reinos de la tierra reconozcan que solo tú eres Yhwh.” Es un eco a Dt 6,4 que se opone a henoteísmos y marca la excepcionalidad divina. El Dios de cielos y tierra es único, no hay nada ni nadie como él.
  • El primero y el último (Is 44,6-8).

    • Este eco de Dt 6,4 muestra la unicidad de Dios como deidad al indicar que es el primero (emplea rison – רִאשׁוֹן en lugar de  ejad -אֶחָד) y el último (expresión que se repetirá en Is 48,12). Afirma que es el único Dios que existe y así lo reitera en el versículo 8 cuando pregunta: “¿Hay Dios aparte de mí?” (hayes  eloah mibal`adai – הֲיֵ֤שׁ אֱל֙וֹהַּ֙ מִבַּלְעָדַ֔י). El vínculo con Ap 1,17; 2,8 y 22, 13 es inevitable. Y, en todos los casos, hace referencia a Jesucristo. Este puente Deuteronomio-Isaías-Apocalipsis nos va a ayudar en la comprensión de la naturaleza divina a favor del binitarismo y trinitarismo y en contra del unitarismo.
  • Declaración de Dios sobre su naturaleza (Is 45,5.6.14.18.21-22).

    • El capítulo 45 de Isaías muestra la designación que hace Yhwh de sí mismo. Manifiesta su unicidad cuando indica que no hay Dios aparte de Él (5.6.18.22) y resume su naturaleza cuando no solo indica dicha unicidad sino que le asigna atributos que le hacen singular: es justo y redentor (21, cf. Os 13,4). Afirma que no hay ídolo o proyección humana que tenga esas características.
  • La rotundidad de una afirmación (Is 46,9).

    • En este versículo, además de registrar, como en otros textos de Isaías, que no hay Dios aparte de Él se afirma de forma explícita y firme que “… y ninguno es como yo” (we-efes kamoni – וְאֶפֶס כָּמוֹנִי). La palabra que emplea para “ninguno” o “nadie” (efes – אֶפֶס) es muy intensa porque expresa la no existencia en su sentido más extremo (Cf. Is 45,14.22; 47,8). Isaías la empleará para referirse a los ídolos (Is 41,29) que son nada ante Dios. La rotundidad de la afirmación se enlaza de forma coherente con los diez mandamientos y la declaración de Dt 6,4.
  • El futuro en normalidad (Zac 14,9).

    • Una de las alusiones más manifiestas a Dt 6,4 es este versículo. El texto nos habla de un futuro en el que se reconocerá a Dios como el único soberano de la tierra. Entonces será “uno”. Específicamente, dice; “…será Yhwh uno, y su nombre uno” (yihyeh Yhwh ejad wusemo ejad – יִהְיֶ֧ה יְהוָ֛ה אֶחָ֖ד וּשְׁמ֥וֹ אֶחָֽד ). O sea, no existirá la sombra de otros dioses y todos le considerarán como el único Dios.[7] Lo realmente interesante es que este “uno” está clarísimamente relacionado con el Hijo del Hombre de Dn 7,13-14; y el Señor y Cristo de Ap 11:15 (también relacionado con Ap 17,14; 19,16). Hechos 4,14 ratifica la profecía de Zacarías de un solo nombre en el que todos son salvos. Está haciendo referencia a Cristo. Esta alusión muestra con claridad que la Biblia identifica a ese “uno” con Jesús. Estaríamos, por tanto, ante una evidencia para poder interpretar Dt 6,4 en un entorno de binitarismo o trinitarismo.
  • El mismo Padre y el mismo Dios (Mal 2,10).

    • El mensajero de Dios plantea en este versículo dos preguntas donde el paralelismo es muy claro.

¿Acaso no (tenemos) un padre para todos nosotros?

(halo ab ejad lekulanu)

(הֲל֨וֹא אָ֤ב אֶחָד֙ לְכֻלָּ֔נוּ)

¿Acaso no un Dios nos creó?

(halo el ejad braanu)

(הֲל֛וֹא אֵ֥ל אֶֽחָ֖ד בְּרָאָ֑נוּ)

No hay duda que el texto alude el concepto de Dt 6,4 sino que, además, incrementa el significado vinculándolo al de “padre”. La imagen de Dios como Padre no es extraña en el Antiguo Testamento (Dt 32,6.18; Is 63,16). En esta ocasión ambas expresiones se emplean para marcar un origen común: comparten un mismo Dios que se relaciona como un padre y comparten un mismo Dios creador del ser humano. El mismo concepto de Isaías 37,14-20 entre lo inmanente (expresado con la idea de la paternidad) y familiar en paralelo con lo transcendente (expresado con la idea del Creador) y solemne.

Este concepto estaba en la mente de los judíos del primer siglo y así lo observamos en Jn 8,41-42. El diálogo entre Jesús y los judíos se enmarca en la discusión sobre el origen de estos últimos. Ellos argumentan, cuestionando de forma despectiva el nacimiento de Jesús, que tienen un solo Padre que es Dios. De inmediato, Cristo les aclara que si su padre fuese Dios, le amarían (Dt 6,5) porque él viene de Dios (Jn 8,42; cf. Jn 16,27-28 y 17,8). Al proponer su adoración (que le amen) está dejando clara su deidad.

Sería coherente vincular estos textos, lo que nos inclinaría a considerar conceptos binitaristas o trinitaristas.

  • El gran mandamiento (Mc 12,29-32 / Mt 22,37).

    • Nos encontramos con una cita de Dt 6,4-5 en palabras de Jesús. Ante la pregunta de cuál es el mayor de los mandamientos, responde empleando el texto del Deuteronomio. Es interesante porque, sin desmerecer Dt 6,4, enfatiza Dt 6,5 e, incluso lo amplia hacia el amor al prójimo (empleando Lv 19,18). El escriba que le había hecho la pregunta comenta la importancia de que Yhwh sea uno y amplía el contenido con una referencia a Dt 4,35 donde se registra que no hay otro aparte de Él. El escriba interpreta ese “uno” como muestra de la unicidad divina. Concluye con una referencia a Oseas 6,6. Jesús ratifica su interpretación afirmando que “no está lejos del reino de Dios” (34). Y ciertamente, estaba junto al mayor agente de amor en la tierra.[8]
  • Hacia la vida eterna (Lc 10,25-28).

    • Este texto antecede cronológicamente al de Mc 12,29-32 y Mt 22,37. En esta ocasión, un escriba pregunta a Jesús cómo se puede hacer para alcanzar la vida eterna y Jesús le devuelve la pregunta. El escriba afirma empleando Dt 6,4-5 y Lv 19,18.[9] Es una situación similar a la de los textos mencionados en Marcos y Mateo.
  • La unidad entre Jesús y el Padre (Jn 10,30.38).

    • Tras la alusión de Dt 6,4, nos hallamos ante una afirmación de Jesús sobre la deidad que se aleja de cualquier interpretación unitarista: “Yo y el Padre uno somos”. Al observar la reacción de los judíos (10,33), se detecta con claridad que lo comprenden como una atribución de divinidad. No hay duda que Juan quiere destacar esta unidad entre Jesús y el Padre cuando no emplea para ejad (אֶחָד) el término que traduce la Septuaginta (eis – εἷς)[10] sino que recurre a en (ἕν) un vocablo neutro que expresa la idea de una entidad (como en Jn 17,11.21-22).

En el versículo 38 fortalece el concepto: “… el Padre está en mí y yo en el Padre” (expresión que repetirá en Jn 14,10-11 y 17,21).[11] Una lectura sin intereses personales nos llevaría a concluir que Jesús se está atribuyendo Dt 6,4 y que se reafirman interpretaciones binitaristas y trinitaristas.

  • El único Dios verdadero (Jn 17,3).

    • La alusión a Dt 6,4 nos hace pensar en el concepto de “único” o de “uno” como una entidad. El mismo Jesús establece la relación con el Padre antes de la creación del mundo (5) y repite en Jn 17 hasta en cinco ocasiones que es “uno” con el Padre (11.21.22 [2x].23). Este binomio Dios/Jesús también se registra en Judas 4, donde se califica a Jesús de “Señor” (en la LXX, la expresión kyrion – κύριον suele referirse a Yhwh). A partir del versículo 20, indica en varias ocasiones que sus discípulos sean uno como él y el Padre son uno. Esa unidad de relación es el objetivo final (23) que espera Jesús de los que le siguen. Una relación que, como en Dt 6,5, se fundamenta en el amor. La perícopa no deja a dudas un concepto binitarista o trinitarista.
  • Un Dios de todos (Rom 3,30).

    • En el texto paulino, la alusión a Dt 6,4 es para indicar que solo hay un Dios y que no es exclusivo de los judíos. Es una afirmación de monoteísmo.
  • El único y sabio Dios (Rom 16,27 / 1Tim 1,17 / Judas 25).

    • La expresión “único y sabio” es un eco de Dt 6,4 que expresa la singularidad divina. En Rom 16,27 parece atribuirse a Dios Padre pero no está tan claro en 1Tim 1,17 donde concluye y enfatiza el pensamiento de que Jesucristo es el agente de salvación. En Judas 25 se manifiesta con total claridad que ese Dios único, sabio y salvador es Jesús. Evidentemente, nos hallamos ante propuestas que se inclinan hacia el binitarismo y trinitarismo.
  • Dios creador, sustentador y redentor (1Cor 8,4-6).

    • El texto resalta la unicidad divina y fortalece la idea de Dios creador y sustentador de la tierra. Acciones de las que participa Jesús. El texto contrasta la “nada” de los ídolos (un eco de Is 46,9) con el “todo” de Dios (6). No hay duda que se sostiene la preexistencia de Cristo y su participación en la historia de este mundo. Por tanto, reafirma conceptos binitaristas y trinitaristas.
  • Un Dios y un mediador (Gál 3,20 / 1Tim 2,5).

    • El texto de Gálatas tiene muchas interpretaciones y para su clarificación se debe relacionar con 1Tim 2,5.[12] En ambos se habla de un mediador y del único que establece la iniciativa de salvación y el pacto: Yhwh.

Como explica Eusebio González:

En realidad, Gal 3,19-20 está exponiendo la misma verdad presente en 1 Tim 2,5. Para san Pablo la mediación de Cristo está vinculada a la unicidad de Dios. De hecho es sorprendente que en ambos textos se emplee como trasfondo la confesión veterotestamentaria de la unicidad de Dios de Dt 6,4 (parte del Shemá que recita cada día un judío piadoso): «Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno». En Gal 3,20b se afirma: «Dios es uno solo» y en 1 Tim 2,5a: «uno solo es Dios».

Tanto en Gálatas como en 1 Timoteo la mediación está relacionada con la unicidad de Dios y en esa unicidad está incluido Cristo, de modo explícito en 1 Timoteo, de modo implícito en Gálatas. De todo ello se deduce que san Pablo estaría de acuerdo en aplicar la categoría de μεσίτης también a Cristo en Gal 3,19-20, siempre que este μεσίτης estuviera vinculado a la unicidad de Dios: un μεσίτης no indica una relación imperfecta con Dios, si el μεσίτης se identifica de alguna forma con Dios.[13]

Y aclara:

Ya hemos mencionado que este uso de μεσίτης está recogido, como sucedía en Gal 3,20, dentro de una confesión de fe que comprende la fórmula deuteronomista del Dios único de Israel (Dt 6,4). Para el apóstol Pablo la unicidad de la mediación de Cristo deriva de la unicidad de Dios. Cristo sólo puede ser único mediador si su mediación se identifica con la acción de Dios mismo, de otro modo no sería sino un mediador más de cuantos han existido o existirán antes o después de él.

La fórmula es una de las tantas muestras presentes en el NT que identifican a Jesús con la divinidad, como se ha podido ver en el comentario a Gal 3,19-20, donde san Pablo criticaba la mediación mosaica precisamente por no establecer una relación directa con la divinidad. De igual modo que la fórmula «uno solo es Dios» expresa el monoteísmo de la fe israelita, «uno solo el mediador» expresa el monoteísmo trinitario de la fe cristiana.[14]

Evidentemente, la relación entre ambos textos nos aleja de interpretaciones unitaristas y docetistas (doctrina que creía que Cristo solo tenía apariencia humana pero que, en realidad, no era hombre).

  • Rogando unidad (Ef 4,6).

    • El capítulo 4 de Efesios comienza la parte moral de la epístola.[15] Reivindica la unidad de la iglesia (un cuerpo) en la unidad del Espíritu que se inició en una esperanza. La fe de esos creyentes se sintetiza en un Señor (Cristo), un bautismo (reflejo de la convicción de unirse a la fe en el nombre de la deidad), y un Dios (alusión a Dt 6,4) y Padre sobre todo, por todo y en todo. Con relación al desarrollo de la perícopa, indica Hoehner:

Two observations should be noted about this list of seven unifying elements (Eph. 4:4–6). First, the Trinity is an integral part of the list. The one body of believers is vitalized by one Spirit, so all believers have one hope. That body is united to its one Lord (Christ) by each member’s one act of faith, and its identity with Him is depicted by one baptism. One God, the Father, is supreme over all, operative through all, and resides in all. All seven components are united in the Trinity.

Second, the order in the listing of the three Persons of the Trinity is interesting. Paul began with the Holy Spirit rather than with the Father. The reason for this is that in the preceding verses he was discussing “the unity of the Spirit” (v. 3) and in verses 7–13 he discussed the gifts of the Spirit. The same order of Trinity Members is given in 1 Corinthians 12:4–6, where Paul also discussed the gifts of the Spirit.[16]

Indiscutiblemente, se relaciona Dt 6,4 con conceptos trinitarios.

  • Buena teología y fe muerta (Stg 2,19).

    • Santiago, hablando de la fe que está muerta, pone el ejemplo de una creencia básica tanto en el judaísmo como en el cristianismo: solo hay un Dios.[17] Esta alusión a Dt 6,4 deja de manifiesto que esta doctrina no era cuestionada. También muestra que se puede tener un concepto correcto y una relación religiosa defectuosa. Afirma el monoteísmo de forma general.

En síntesis, la referencias intratextuales nos llevarían a interpretar Dt 6,4 bajo las siguientes características.

Características:

Referencia intratextual Significado Monoteísmo Aclaración en el NT Tipo de intratextualidad
Unitarismo Binitarismo Trinitarismo
Antecedentes
Éx 15,11 Único

Solo

+ + + Alusión
Éx 20,2-3 Único

Solo

+ + + Alusión
Dt 4,35.39 Único

Solo

+ + + Alusión
Dt 5,6-10 Único

Solo

+ + + Alusión

 

Referencia intratextual Significado Monoteísmo Aclaración en el NT Tipo de intratextualidad
Unitarismo Binitarismo Trinitarismo
Desarrollos posteriores
Antiguo Testamento
Jos 22,5 Énfasis en el amor (Dt 6,5) + + + Eco
2S 22,32 Único

Salvador

Roca

+ + Mt 16,18

1Cor 10,4

Alusión
Is 37,14-20 Único

Transcendente

Inmanente

+ + + Alusión
Is 44,6-8 Primero y último + + Ap 1,17; 2,8 y 22,13 Alusión
Is 45,5.6.14.18. 21-22 Único

Justo

Redentor

+ + + Alusión
Is 46,9 Único

Solo

+ + + Alusión
Zac 14,9 Uno

Hijo del hombre

Cristo

+ + Dn 7,13-14

Ap 11,15

Hechos 4,14

Alusión
Mal 2,10 Unidos en el origen

Inmanencia (padre)

Transcendencia (creador)

+ + Jn 8,41-42; 16,27-28 y 17,8. Alusión
Nuevo Testamento
Mc 12,29-32/ Mt 22,37 Unicidad

Amor

+ + + Cita
Lc 10:25-28 Unicidad

Amor

+ + + Cita
Jn 10,3 Jesús es uno con el Padre + + Alusión
Jn 17,3 Jesús es uno con el Padre + + Alusión
Rom 3,30 Único Dios de todas las personas + + + Alusión
Rom 16,27 /

1Tim 1,17 / Judas 25

Único y sabio Dios + + Eco
1Cor 8,4-6 Único que es Dios

Creador

Sustentador

Salvador

+ + Alusión
Gál 3,20 / 1Tim 2,5 Único Dios

Único mediador

+ + Alusión
Ef 4,6 Unidad en el Espíritu, en Cristo y en el Padre + Alusión
Stg 2,19 Creencia en el monoteísmo + + + Alusión

Sin opción para otros dioses

Los antecedentes nos hablan de la unicidad divina porque no hay opción para otros dioses. Ese concepto, aplicado a la vivencia, lleva a una exclusividad de adoración.

Los desarrollos posteriores del Antiguo Testamento se dividen en dos grupos. Los textos que hacen referencia al monoteísmo de forma general (Is 37,14-20; Is 45,5.6.14.18. 21-22; Is 46,9) y que enfatizan, además de la unicidad divina, el amor de Dios. Dicha naturaleza se enriquece con matices vinculados a la transcendencia, inmanencia, justicia  y redención. Y los textos que hacen referencia al binitarismo o trinitarismo porque son un puente con expresiones neotestamentarias (2S 22,32; Is 44,6-8; Zac 14,9; Mal 2,10). Expresiones como roca/salvación, primero y último, un nombre que unifica o un origen común fortalecen esta interpretación.

Los desarrollos posteriores del Nuevo Testamento se dividen en tres grupos. Los textos que presentan conceptos de monoteísmo general (Mc 12,29-32/ Mt 22,37; Rom 3,30; Stg 2,19). Se resalta en ellos la unicidad y el amor pero, además, el universalismo (Dios es Dios de todos) y la fuerte creencia en los cristianos del monoteísmo. Los textos que presentan textos binitaristas o trinitaristas que muestran la idea de un Cristo que es uno con el Padre (Jn 10,3; Jn 17,3); atributos de la divinidad como la creación, sostenimiento y redención (1Cor 8,4-6); y único y verdadero mediador (Gál 3,20 / 1Tim 2,5). Y, por último, el texto que refleja de forma concreta una interpretación trinitaria (Ef 4,6).

Conclusiones, reflexiones y propuesta

Tras lo expuesto, la pregunta inicial (¿Es cierta la argumentación de que Dt 6,4 únicamente puede hacer referencia a un solo ser o, simplemente, se está recurriendo al “proof word” para afirmar una propuesta teológica?) la respuesta es sencilla: Dt 6,4 no hace referencia a un solo ser sino a una entidad. Pero, en el proceso, hemos descubierto algunas cosas más:

  1. El término ejad (אֶחָד) es polisémico. Su campo semántico va desde sentidos cuantitativos a cualitativos.
  2. La expresión excluye politeísmos, henoteísmos, asignaciones de localidad de Yhwh o cualquier insinuación de páredra.
  3. No existe ningún ser que tenga la naturaleza divina aparte de Yhwh. El resto son invenciones, proyecciones o construcciones humanas.
  4. El término ejad (אֶחָד) no excluye el concepto de una entidad, pluralidad que va implícita en la expresión Elohim (אֱלֹהִים).
  5. Dt 6,4 se completa en Dt 6,5. El amor es el principio de la unidad divina y, a su vez, el principio de la unidad humana (matrimonio, familia, comunidad/iglesia). Ese principio es la base hermenéutica de Jesús cuando cita estos textos.
  6. Además del sentido teológico cuantitativo, La Biblia, reflejando la mentalidad semita, está muy interesada en el sentido cualitativo. Asociado al concepto de unicidad se acompaña el de salvación, justicia, universalidad y mediación.
  7. La existencia de referencias intratextuales que no incluyen el concepto de unitarismo lo eliminan de la posibilidad de formar parte de la interpretación de Dt 6,4.
  8. El binitarismo deja lugar al trinitarismo en Ef 4,6.

Textos EGW

Quizá, todo esto habría sido más fácil si, simplemente, lo hubiéramos analizado a la luz de Ellen G. White: “Hay tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres grandes poderes—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—son bautizados los que reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo”.[18] Una afirmación que nos permite una clara interpretación de ejad (אֶחָד).

Sea como fuere, somos cristianos y nuestra hermenéutica es cristocéntrica. Eso quiere decir que reconocemos a Jesús como una persona de la Deidad. Una interpretación unitarista nos devuelve al judaísmo y convierte al Cristo en un simple santón, en una anécdota de la historia. Bajo esta visión no hay Buena Nueva, no hay parousía, no hay justificación por la fe y volvemos a someternos a la tiranía de una ley formalista. Pero, como indica con claridad el Nuevo Testamento, el Padre es Dios, Cristo es Dios y el Espíritu Santo es Dios.

Es un concepto que nos aporta identidad (nos comprendemos como criaturas de un Dios amante), oportunidad (nos sentimos salvos gracias a un salvador amante) y realización (crecemos cada día como personas gracias a un Espíritu amante). Su Unidad se convierte en nuestra unidad. Además Su Amor, primero y compartido, se convierte en nuestro amor. Su Excepcionalidad nos convierte en personas excepcionales. Esa cosmovisión es más coherente con el mensaje bíblico y mucho más estimulante.

Propuesta final

Una propuesta final: dejemos lo superficial para lo intrascendente pero profundicemos en la Palabra de Dios porque nos va la vida en ello. Evaluemos los mensajes que recibimos, descartemos infoxicaciones e integremos certezas. No las certezas resultantes de intereses personales sino las que devienen de la Verdad que habita en Cristo. Avancemos hacia la unidad que caracteriza a nuestro Dios.

Autor: Víctor Armenteros, decano de la Facultad Adventista de Teología en España.
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(Ir a la primera parte: Ejad y YHWH)

 

NOTAS: 

[1] Para respetar las diferentes sensibilidades ante el nombre propio de Dios, en este texto se reflejarán simplemente las letras del tetragramaton (Yhwh).
[2] Como indica Fernando Milán: “En función del grado de literalidad con el que el texto final hace referencia a otro(s) anterior(es) puede hablarse de cita, alusión o eco, que son los principales tipos o formas de la intertextualidad .” Fernando Milán, “Biblia e Intertextualidad: Una aproximación” en Scripta Theologica vol 48 (2016): 367. La cita repite de forma intencionada y literal parte del texto (seis o más palabras). La alusión es menos explícita pero sigue reconociendo su dependencia del texto fuente (cinco o menos palabras comunes). El eco es el más difícil de identificar porque no presenta palabras comunes sino un tema común.
[3] El Talmud jerosolimitano (y.Ber 9a:5 [1:1,I.2.A-G]) relaciona Dt 6,4-9 en paralelo con los diez mandamientos:
[I: 2 A] ¿Por qué se recitan estos dos pasajes [Dt 6,4-9 y Dt 11,13-21] cada día? R. Levi y R. Simon [debatían acerca de esta pregunta].
[B] R. Simon decía: “Porque en ellos encontramos mencionados acerca del acostarse y levantarse [en Dt 6,7 y Dt 11,19. Estas son alusiones al principio y al final de cada día cuando se recita la Šemá.
[C] R. Levi decía: “Porque los diez mandamientos están incorporados en los [párrafos de la Šemá de la siguiente manera:]
[D] [1] “Yo soy el Señor tu Dios” [Éx 20,2], [está implícito en la frase], “Oye, Israel, el Señor nuestro Dios” [Dt 6,4].
[E] [2] “No tendrás otros dioses delante de mí” [Éx 20,3], [está implícito en la frase], “Un Señor” [Dt 6: 4].
[F] [3] “No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano” [Éx 20,7], [está implícito en la frase], “Y amarás al Señor tu Dios” [Dt 6,5]. [¿Cómo es eso?] El que ama al rey no jura en falso en su nombre.
[G] [4] “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” [Éx 20,8], [está implícito en la frase], “Para que te acuerdes [y cumplas todos mis mandamientos]” [Nm 15,40]… Jacob Neusner, The Jerusalem Talmud: A Translation and Commentary (Peabody, Massachusetts: Hendrickson Publishers, 2008). (Traducción personal)
[4] La expresión “roca” se suele traducir en la LXX por “theos” (θεός) o “kyrios” (κύριος) que son formas de referirse a Dios en lengua griega.
[5] Es muy interesante observar el vínculo entre la declaración de Dt 6,4 y 2S 22,32 que se encuentra en Dt 32. El concepto de Dios único se recuerda nuevamente en el versículo 39.
[6] Véase Víctor M. Armenteros, “A Rock in the Path: Possible Jews Readings of Matthew 16:18” en DavarLogos 18,1 (2009): 59-73.
[7] Véase Robert Jamieson, A. R. Fausset, y David Brown, Commentary Critical and Explanatory on the Whole Bible, vol. 1 (Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997), 735; H. D. M. Spence-Jones, ed., Zechariah, The Pulpit Commentary (London; New York: Funk & Wagnalls Company, 1909), 158; F. Duane Lindsey, «Zechariah», en The Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures, ed. J. F. Walvoord y R. B. Zuck, vol. 1 (Wheaton, IL: Victor Books, 1985), 1570 y John C. H. How, «Zechariah», en A New Commentary on Holy Scripture: Including the Apocrypha, ed. Charles Gore, Henry Leighton Goudge, y Alfred Guillaume, vol. 1 (New York: The Macmillan Company, 1942), 625.
[8] Como dice Spence-Jones: “The Object of supreme love is God himself. The personality of God is assumed, for we cannot love an abstraction, a power; only a living being, who thinks, feels, and purposes. The unity of God is asserted; for although, when Jesus lived on earth, the Jews were no longer subject to the temptation to idolatry, such temptation had beset them when the Law was originally given, and for a long period subsequently. The relationship between God and man is presumed—’thy God;’ for he is ours and we are his. The claims of God are implied; his character, his treatment of men, his redeeming love in Christ. ‘We love him, because he first loved us.’” H. D. M. Spence-Jones, ed., St. Mark, vol. 2, The Pulpit Commentary (London; New York: Funk & Wagnalls Company, 1909), 163.
[9] Parece que la combinación de estos dos versículos era común en el primer siglo porque la encontramos registrada en los Oráculos Sibilinos 8.48; el Testamento de Isacar 5,2; Testamento de Dan 5,3; el Testamento de Zabulón 5,1 y Testamento de Benjamín 3,3.
[10] Para un estudio detallado de este término, véase: Marta Merino Hernández, “La preposición εἷς en el griego del Nuevo Testamento. Ensayo de análisis temático”, Humanitas, 73 (2019): 23-51.
[11] Es muy interesante la comparación que hace Robinson de las características de Dios en Dt 6 y las de Jesús en Juan 14-15. Primero, Dios elige a su pueblo y Jesús elige su propio pueblo (Jn 15,16.19). Segundo, Dios ama primero a su pueblo (Dt 10,15) y Jesús se compara con su Padre cuando indica que ama a los suyos (Jn 15,9). Tercero, Dios manda amar (Dt 6,5) y Jesús demanda amor (Jn 14,24). Cuarto, Dios aclara que el mandato del amor va unido al cumplimiento de los mandamientos (Dt 5,10 y 7,9) y Jesús indica que hay que amarle y guardar los mandamientos (Jn 14,15.21.23). Por último, Dios da vida (Dt 8,1) y Jesús es la vida (Jn 14, 6). Para una lectura completa, véase Lori Ann Robinson Baron, “The Shema in John’s Gospel its Backgrounds in Second Temple Judaism” (Tesis doctoral, Duke University, 2015), 364-370.
[12] Es muy interesante observar el orden de la oración en el original eis gar theos eis kai mesites theou kai anthropon anthropos Xrists Iesous (εἷς γὰρ θεός εἷς καὶ μεσίτης θεοῦ καὶ ἀνθρώπων ἄνθρωπος Χριστὸς Ἰησοῦς) que literalmente se podría traducir como: “Uno porque Dios (es) uno y mediador (entre) Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús”. Es, además, digno de considerar que la Vulgata respete estrictamente este orden (unus enim Deus unus et mediator Dei et hominum homo Christus Iesus).
[13] Eusebio González, “Cristo como mediador (μεσίτης) en el NT”, Scripta Theologica, 49 (2017): 284-285.
[14] Ibíd., 287.
[15] Juan Leal et al., La Sagrada Escritura. Nuevo Testamento. II (Madrid: BAC, 1975), 703.
[16] Harold W. Hoehner, “Ephesians”, en The Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures, ed. J. F. Walvoord y R. B. Zuck, vol. 2 (Wheaton, IL: Victor Books, 1985), 633–634.
[17] “Existen muchas variantes textuales, que tienen que ver principalmente con a) el orden de las palabras y b) la presencia o ausencia del artículo definido. Cuando falta el artículo, el contenido de la creencia es ‘que hay un solo Dios’, es decir, una confesión general de monoteísmo. El artículo definido, a su vez, llevaría a la traducción “que Dios es uno”, que es la confesión específica de la Šemá judía (ver Dt 6,4; Ep. Arist. 132; Josefo, Ant. 3:91; Filón, Sobre la creación, 171; Decálogo, 65). En cuanto al orden de las palabras, la secuencia heis (ho) theos estin se acerca más a la característica confesión cristiana (ver 1 Cor 8,6; Ef 4,6; 1Tim 2,5), mientras que la secuencia heis estin ho theos es más cercana a la versión judía normal (Dt 6,4; Mt 19,7; Mr 12,29). De cualquier manera, el enunciado hace simplemente un asentimiento cognitivo: pistis se reduce a una mera creencia. Los comentaristas patrísticos recogieron exactamente este sentido: Santiago se refiere al “asentimiento simple”, que no es la plenitud de la fe como respuesta a Dios en acción (Ecumenio, Teofilacto).” Luke Timothy Johnson, La carta de Santiago: una nueva traducción con introducción y comentario, vol. 37A, Anchor Yale Bible (New Haven; Londres: Yale University Press, 2008), 240–241. (Traducción personal)
[18] Ellen G. White, Special Testimonies, Serie B, 7:62, 63 (1905).
Revista Adventista de España