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MaPas y Tesoros es un espacio para Mamás, Papás y los tesoros de la casa. Nombre creado para las Asociaciones Sal y Criar (Madrid) iniciativa que convoca a las familias para un encuentro de diálogo y aprendizaje compartido; y que ahora nos desafía, en este espacio de letras y palabras, a establecer este mismo diálogo y aprendizaje en familia, vosotros y nosotros.

YA ESTÁ AQUÍ LA NAVIDAD

Los MaPas y Tesoros se visten de fiesta. Está llegando la Navidad, y como familias sabemos que estas fechas suelen ser especiales para guardar recuerdos felices. Os dejamos un regalo que los niños pueden ofrecer a los adultos, una poesía que podéis utilizar como parte especial en alguno de los servicios navideños de vuestras iglesias. Ojalá os sea útil.

Navidad, Navidad, ya está aquí la Navidad

Los renos me secuestran
Los muérdagos me enredan
Los brindis me salpican
Las luces me encandilan

Los regalos me confunden
Los turrones me empachan
Las estrellas no me guían
Los ángeles se marchan

Un niñito ha nacido
El pesebre está vacío
Es Jesús que ha crecido
No entiendo tanto ruido

Navidad, Navidad,
Ya está aquí la Navidad
Si Jesús ya ha nacido
Quiero que viva conmigo

Estas épocas pueden ser complicadas para padres cristianos. Por un lado la razón nos dice que estos festejos, tal como se viven, no tienen sentido; y por otro, el corazón vibra con la ilusión que parece despertar en nuestros hijos. ¿Hacia qué lado volcarnos?, ¿razón o corazón?, puede ser una decisión que marque la infancia de nuestros hijos.

Si nos volcamos hacia la razón, puede ser que optemos por no tener árbol, no poner guirnaldas y si nos ponemos muy estrictos, ni siquiera reunirnos en una mesa especial para cenar en familia.

Si nos volcamos por el corazón, puede que nos dejemos llevar por las luces, el gordo barbudo vestido de rojo, los regalos y los brindis, y ni siquiera les quede claro qué significa tanto festejo.

Hablar claramente con los niños es algo que podemos hacer desde que son bebés. En primer lugar, hablar claro significa no usar palabras cortadas e incomprensibles, solo para creer que hablamos en su idioma, ellos tampoco las entienden. El “idioma” con que los adultos se dirigen a los bebés está estudiado y reconocido científicamente, es el peculiar sonido que nos sale por instinto frente a un bebé, un sonido casi cantado, dulce y melodioso. Hay estudios que revelan los beneficios de hablar de este modo, lo podéis estudiar en google, sin embargo, el tono dulce y melodioso no significa inteligible. Se les debe hablar claramente, con palabras completas, no entrecortadas imitándoles casi burlescamente.

A medida que nuestros niños van creciendo, a veces tenemos la misma tendencia. Les contamos y explicamos el mundo casi inteligiblemente, parodiándolo, como si ellos no estuviesen a la altura de la realidad y aún no merecieran explicaciones claras y honestas. Finalmente lo único que conseguimos es disfrazar la realidad y provocar lagunas incomprensibles de lo que ocurre. Lagunas que suelen rellenar de su propia cosecha, de la siembra que sus amiguitos le terminan contando en un patio de colegio.

Hay una frase de Kay Kuzma, autora cristiana que recomiendo, que dice: “Es mejor que enseñemos con amor a nuestros hijos en casa, lo que no queremos que aprendan con dolor fuera”.

Las navidades pueden ser una buenas fechas para ejercitar hablar sin parodiar la realidad, desde la razón pero también desde el corazón. Contar y explicar la importancia de entender qué se festeja no está de más, incluso desde que a penas comienzan a hablar. Nuestro trabajo será darles sentido a las palabras. Buscar un sentido para las luces, los árboles (si es que los queremos tener), los regalos, el adviento. Dedicándole un tiempo a cada cosa, incluso amenizando los momentos con bella música navideña, podemos conseguir los mejores recuerdos en familia.

Nuestra hija mayor tenía 4 años cuando comenzó a dar frutos de una navidad festejada con razón y corazón. Recorríamos las calles madrileñas en coche, cuando comentó con su padre:

-Papá ¿por qué ponen todas esas luces en la calle?
-Para que la gente las vea y recuerde que es Navidad.
-Pero así no se recuerdan las cosas. Para recordar hay que poner cartelitos en las paredes y las ventanas para verlos.
-¡Ah! ¡Muy bien! ¿Y qué ponemos en los papelitos?
-Tienen que tener un dibujo de un planeta y un pesebre. ¡Que son las dos cosas más importantes!
-¡¿Y eso?!
-El planeta para recordar el cumpleaños de la creación, y el pesebre, el cumpleaños de Jesús!

¡Feliz Navidad!

Revista Adventista de España