En mi lectura bíblica, he llegado hasta el capítulo 20 de 2ª Crónicas donde leo que moabitas y amonitas, en “gran multitud” se habían levantado para hacer guerra contra Judá. Según podemos leer, Josafat “tuvo temor” y “humilló su rostro para consultar a Jehová” (2ª Cr.20:3).
Habiendo reunido a todas las ciudades de Judá, escucha, querido lector, el lenguaje con el que el rey se dirige a Dios en ese momento de dificultad: “¿No eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien lo resista?… Porque en nosotros no hay fuerza contra tan gran multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (v.6, 12).
Josafat reconoce su dependencia de Dios
Lee despacio todo lo que dice Josafat. Vuelve a leer. Observa su miedo, su dificultad. Nota su necesidad de Dios, su reconocimiento de una total dependencia de Dios. ¿Has orado así alguna vez? ¿Has luchado contra algún enemigo tan grande que solo te queda esconderte y refugiarte en el Dios de la salvación?
El Espíritu de Dios, según dice el texto, estaba presente en toda aquella asamblea y escogió a Jahaziel (v.14) para darle un mensaje para el rey y para todo el pueblo: “No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios… Paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros… no temáis ni desmayéis… porque Jehová estará con vosotros” (v.15, 17).
El mensaje oportuno en el momento exacto. Dios abre un canal de comunicación especial para un pueblo que afronta una dificultad extraordinaria. Dios habla a través de un profeta y anuncia su intervención. Josafat, antes de ver la mano de Dios, pronuncia significativa declaración:
“Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros;
Creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2ª Cr.20:20).
Necesitamos seguir confiando en la inspiración divina
El resto de la historia y cómo Dios acabó con Moabitas y Amonitas lo encontrarás en este apasionante capítulo bíblico. Permite, querido amigo, que yo aproveche la exhortación de Josafat para comentar acerca de la necesidad de seguir confiando en la inspiración divina en tiempos de tanta confusión.
Estamos de acuerdo: Creer en Dios es suficiente para la salvación. Así lo declara de forma contundente el texto bíblico en varias ocasiones: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu casa” (Hch.16:31). La salvación depende de la aceptación por fe de las maravillosas promesas que encontramos en la Palabra del Señor. Dios dice y yo creo. Suficiente. Creer en Él me cambia, me transforma, me orienta y le da propósito a mi vida. Ya lo anunció Josafat en el desierto de Tecoa: “Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros” y damos gracias a Dios por lo claro que dejó este mensaje el propio Jesús a lo largo de su ministerio.
Ahora bien, Josafat, en el momento de peligro por el que atravesaba, no solo habló de salvación. Él entendió que la obra del Espíritu a través de la cual el Señor se comunica con los hombres a través de los profetas también es importante para nosotros, los que nos llamamos creyentes: “Creed a sus profetas, y seréis prosperados”. ¿Sustituye una cosa a la otra? Desde luego que no. ¿Se complementan? Es obvio que sí.
Si la salvación depende de creer, el ser prosperado (crecer) en la vida espiritual depende de lo atento que estemos a “toda palabra que sale de la boca de Dios” (Deut.8:3; Mt.4:4). Dios estableció a los profetas como medio de comunicación entre él y su pueblo. Lo hizo desde el momento en el que, al pie del Sinaí, el pueblo de Israel le pidió a Moisés que fuera “interlocutor” (profeta) de Dios: “Habla tú con nosotros, y escucharemos. Pero no hable Dios con nosotros, no sea que muramos” (Ex.20:19). Desde entonces y, a lo largo de toda la narrativa bíblica nos encontramos que “nada hará el SEÑOR Dios sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).
Jesús es la máxima revelación divina
A lo largo de miles de años, Dios usó a los profetas para comunicarse con su pueblo. Lo hizo, según nos enseña Pablo “muchas veces y de muchas maneras” (Heb.1:1), pero en estos últimos días, dirá el apóstol, “nos ha hablado en el Hijo” (Heb.1:2). Jesús es el mensaje perfecto de Dios porque Jesús revela perfectamente a Dios. Es la máxima y suprema revelación divina, después de la cual, no haría falta que el Señor siguiera hablando a través de los profetas. Sin embargo, por amor a su iglesia, el Espíritu seguiría dando el don de profecía a la iglesia “a fin de equipar completamente a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef.4:12).
Si Jesús es la máxima revelación de Dios y es la forma completa y perfecta de comunicación divino-humana, ¿por qué Pablo afirma en la carta a los Efesios que el Espíritu seguiría hablando mediante el don de profecía en la iglesia neo testamentaria? ¿Por qué figura el Espíritu de Profecía como señala del pueblo de Dios en el tiempo del fin? (Apc.19:10).
La figura del Espíritu de Profecía en el tiempo del fin
Elena White nos propone una respuesta: “No estáis familiarizados con las Escrituras. Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con un deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios. Es porque habéis descuidado el familiarizaros con el Libro inspirado de Dios por lo que él ha tratado de alcanzaros mediante testimonios sencillos y directos” (CPI, pág.165). En 1901 ella escribió: “El Señor desea que estudiéis vuestras Biblias. El no ha dado ninguna luz adicional para tomar el lugar de la Palabra. Esta luz [el don de profecía] se da con el propósito de concentrar en su Palabra las mentes confundidas” (MDS, pág.176).
Se nos insta a ir a la Biblia y se nos recuerda que, tanto para ella, como también para todos los adventistas, la Biblia debe permanecer “en primer lugar” al establecer los puntos principales del “evangelio eterno” (Apoc. 14:6). Se nos recuerda que, en esencia, los mensajes de Elena de White no fueron dados “para tener una nueva norma de fe, sino para consolar a su pueblo, y para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica” (MDS, pág.135).
Uso adecuado de los escritos White
La Sra. White siempre dijo que los pastores no debían usar sus escritos en reuniones evangelísticas para “sostener sus posiciones” e incluso “amonestó a los creyentes ano tomar un “curso de acción imprudente” al hablarles a los incrédulos y leerles de una visión “en vez de ir a la Biblia en busca de una prueba”. ¿Por qué? La Sra. White vio que “este proceder era inconsecuente y despertaba en los incrédulos prejuicios contra la verdad. Las visiones no pueden tener peso alguno para aquellos que nunca las han visto y que no saben nada de su espíritu. En tales casos no debería aludirse a ellas” (MDS, pág.176).
El abuso de citas de Elena White, no haber hecho caso a sus consejos en cuanto al uso de los testimonios convirtiéndolos en “Elena White dice” en lugar de “Así dice el Señor” en los pulpitos, en las redes sociales y en la teología de muchos adventistas, ha hecho que muchos otros miren con recelo el precioso legado que el Señor nos dio a través de esta humilde mujer que nunca buscó más que cumplir con su deber definiéndose como un “frágil instrumento… un canal para la comunicación de la luz” (Octubre 1904). No olvidemos que, como bien expresó Robert S. Folkenberg, “sin las contribuciones invalorables del espíritu de profecía, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ni siquiera existiría” (MDS, pág.538).
Mi querido lector, estamos llegando al fin del Conflicto de los Siglos. ¿Será que las lejanas palabras de Josafat todavía significan algo para nosotros? Yo creo que sí. ¿Haremos caso a lo revelado en esta hora de prueba? Yo espero que sí.
“Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros;
Creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2ª Cr.20:20).
Dios nos bendiga.
Autor: Óscar López, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
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