Skip to main content

Se cuenta que hace muchos años y en un lejano país murió el escribano del rey. Era un hombre muy apreciado por poseer tres cualidades: sencillez, prudencia y honradez. El rey preocupado por cómo suplir al escribano, decidió acudir a un sabio a quien dijo: “Tengo un problema y no sé cómo resolverlo. Durante todo mi reinado he tenido un sólo escribano, un hombre ejemplar. Ahora ha muerto y no sé a quién poner en su lugar”. El rey continuó: “No quiero poner a cualquiera, el que ocupe ese lugar debe poseer las tres cualidades que él tenía. ¿Qué puedo hacer?”. El sabio le dijo: “Convoca un concurso. La prueba que deberán hacer los candidatos será escribir su propio diario durante una semana”. El rey, sin comprender el porqué, hizo la convocatoria para todos los ciudadanos del reino, indicando las condiciones y les fijó la fecha de entrega.

Todos escucharon la propuesta del rey y muchos quisieron participar. Cada uno intentó escribir su diario de la mejor manera. Unos escribieron con tinta de oro, otros con tinta de plata y los más pobres con tinta negra. Todos pusieron mucho cuidado en hacer una letra bonita y clara; finalmente, en la fecha fijada, llevaron su diario al palacio.

El rey invitó al sabio a su palacio para que escogiese a la persona adecuada de entre todos los candidatos. El rey, nervioso, observaba al sabio quien con paciencia miraba cada diario. Después de varios días el sabio le dijo al rey: “Esta es la persona que buscas”. El rey sorprendido preguntó: “¿Por qué has escogido a esta persona? En mi opinión es la peor de todas. Su diario es el más sencillo y el peor presentado, ni siquiera ha escrito con tinta, sino con carbón (lápiz)”.

El sabio replicó al rey: “¿A quién quieres de escribano?” El rey respondió: “Quiero a alguien que se parezca a mi antiguo escribano”. “Pues esta es la persona”. El rey sorprendido, preguntó: “¿Cómo sabes que el que escribió este diario es la persona que busco?” “No es difícil”, respondió el sabio. “Todos han tratado de impresionar al rey, lo cual demuestra que son orgullosos. Todos han escrito con tinta lo cual indica que no son prudentes. Si el rey mira los diarios verá que están llenos de tachones ya que la tinta una vez escrita no se puede borrar. Y finalmente todos han contado sólo cosas buenas, lo cual indica que no son honrados. Sin embargo este hombre que he elegido ha entregado un trabajo sencillo. Ha escrito su diario a lápiz y finalmente en su diario menciona lo que le ha sucedido, bueno y malo”.

El rey impresionado admitió como correcto el planteamiento del sabio y así lo comunicó a todo el reino. El hombre en cuestión fue llevado a palacio y se le dio el cargo de escribano. Cuenta la historia, que pasados muchos años, aquel escribano fue un hombre admirado. Las cualidades por las que destacó fueron: su sencillez, prudencia y honradez.

NUESTRA EXPERIENCIA DIARIA

Quizás te preguntes el por qué de esta anécdota para el comienzo de un año. La respuesta es que todos somos escribanos. Cada día, nos guste o no, escribimos nuestro diario y la anécdota nos recuerda que el orgullo, la impaciencia y la deshonestidad son defectos que estropean nuestra historia. No es acertado vivir tratando de impresionar a los demás, no es lo mejor vivir con impaciencia y no es bueno contar solo lo bueno ya que la vida se convertirá en una farsa, marcada por constantes tachones (errores) que no podremos ocultar.

Dios nos invita a que nuestra historia sea diferente, sea real porque sólo las historias reales se pueden corregir y mejorar. Por eso el Señor nos anima a todos a escribir nuestro diario bajo el paraguas de la sencillez, la prudencia y la honradez.

La sencillez: Es reconocer lo que somos sin tratar de impresionar a nadie. Aquí abajo no sólo no hay nadie perfecto sino que todos somos pecadores. ¡Esa es nuestra gran verdad! Cuando vivimos de acuerdo con ella nuestras vidas manifiestan una cualidad que el cielo valora mucho, se llama “sencillez”.

La prudencia: Es la aceptación de que los pensamientos, opiniones o evaluaciones que hacemos sobre los demás pueden estar equivocadas. La prudencia pone una nota especial en todo lo que hacemos o decimos. La prudencia hace que escribamos nuestro diario con lápiz. Los que escriben con lápiz siempre llevan consigo una goma de borrar, ¿te haces una idea del porqué? Qué buena la prudencia, nos permite ver nuestra realidad con objetividad, nos invita a corregirla cuando sea necesario y nos anima para volver a escribir bien lo que antes escribimos mal.

La honradez: Es la capacidad de decir la verdad aunque no nos guste, o nos deje en mal lugar. Esta cualidad da mucho valor a lo que decimos de forma que todo el que nos escuche lo hará con respeto y admiración. La honradez genera confianza. Ésta echará fuera muchos de los miedos que querrán acompañarnos en nuestro caminar. La confianza es la base de todas las cosas. Satanás lo sabe muy bien, por eso lo primero que intentará destruir es la confianza hacia los demás. Sin confianza desaparecerán todos los valores de la vida.

NUESTRA REALIDAD TRASCENDENTE

Cuando voy a las Escrituras me doy cuenta de una realidad que para muchos pasa desapercibida. Me refiero a la existencia de otro libro donde se escribe mi diario y tu diario. Este libro no lo escribimos nosotros sino los ángeles. En ese libro se registrarán nuestros hechos, los buenos y los malos, tal y como se producen, sin engaños, sin mentiras, sin justificaciones. Ese diario será presentado y abierto en un momento crucial y en un lugar muy especial. Se trata del juicio que Dios hace a todos los habitantes de este mundo. Es por ello que allí hay un juez que da sentencia; un abogado que nos defiende; un acusador que nos acusa y unos testigos que testimonian que lo que allí se hace está bien hecho.

Nuestra realidad es muy triste, todos los diarios que se presentan están llenos de tachones (pecados) y necesitamos que alguien pueda borrarlos y escribir correctamente los hechos. ¡Qué bueno es saber que Jesús se encarga de eso! ¿Cómo lo hace? Su sangre, como una goma de borrar, elimina esos tachones y escribe en su lugar su propia experiencia. ¡Cuántas gracias tenemos que dar a nuestro Salvador! Porque gracias a su labor intercesora nuestro diario será perfecto.

¿Cómo conseguir que este veredicto sea así? Piénsalo bien y verás que debemos evitar tres defectos. ¿Cuáles son? El orgullo, la impaciencia y la deshonestidad. Estos defectos impiden que Jesús pueda ponerse como nuestro sustituto. Por el contrario la sencillez, la prudencia y la honestidad son las cualidades que Jesús necesita ver en nosotros para realizar su función intercesora con eficacia.

CONCLUSIÓN

Querido hermano/a todos sabemos cuáles son nuestras tendencias pero todos nosotros estamos llenos de buenos deseos. ¿por qué no pedirle a nuestro Dios que nos ayude en el difícil arte de vivir? Necesitamos que nuestra vida vaya por los caminos correctos. Esto hará que nos encontremos bien, a gusto y satisfechos.

No nos desanimemos ante las caídas, recordemos que la vida de cada uno es una escuela donde debemos aprender a ser mejores. Jesús con su sangre borrará los tachones.

Que Dios te ayude a lo largo del año que comienza para que tu biografía ponga en evidencia que tu eres una persona que produce admiración en todos.

Que Dios te bendiga. Amén.

Revista Adventista de España