Skip to main content

El tiempo cuenta, y debe ser aprovechado adecuadamente. De lo contrario, cada momento desperdiciado actúa en nuestra contra.

En el salón de mi casa tenemos ocho o nueve relojes funcionando: relojes de pulsera, de pantalla, de pared y de mesa; de modo que cuando me volteo en cualquier dirección, hay una máquina del tiempo que me indica la hora exacta en ese instante. A pesar de ello, para mi desgracia, a menudo me olvido de reservar la hora para las citas y termino mis actividades tarde. Lo único que pueden hacer mis máquinas del tiempo es informarme la hora en un momento dado; no van a realizar mi tarea a tiempo ni hacer que llegue puntual a mis citas. Alinear mi actividad dentro del tiempo requerido es mi trabajo, ¡y solo mío!

¿Has notado lo rápido que parece moverse el tiempo en ciertas ocasiones? El tiempo es el mismo, la ocasión es la misma, pero el movimiento entre ambos y el término de este puede diferir, dependiendo de nuestra atención y aplicación al trabajo. Por ejemplo, cuando tengo varias actividades programadas, el tiempo parece pasar más rápido de lo habitual. A pesar de las muchas máquinas del tiempo que tengo, no pueden reducir ni alargar la duración del tiempo a mi disposición. Un día siempre será un día, una hora siempre será una hora, un segundo siempre será un segundo.

El tiempo no se alarga ni se acorta, independientemente del número de relojes que tengamos. Aunque es cierto que en algunas partes del mundo la duración de la luz del día puede variar mucho de una estación a otra, haciéndola más corta o más larga, el tiempo total disponible para las actividades humanas sigue siendo el mismo: 24 horas al día.

«El tiempo vuela»

Todos hemos oído y probablemente utilizado la expresión «el tiempo vuela» para referirnos al rápido paso del tiempo o a nuestro fracaso a la hora de realizar algo que queríamos hacer en un plazo determinado. Pero, realmente, ¿vuela el tiempo? La pregunta suele plantearse cuando se hace algo agradable y emocionante, pero no cuando se espera algo poco agradable o poco apreciable. Esto último parece llevar más tiempo del deseado.

La expresión «el tiempo vuela» se registró por primera vez alrededor de 1800, aunque Shakespeare utilizó una frase similar antes: «las horas más rápidas, mientras vuelan»; y Alexander Pope utilizó la frase «los años vuelan»[1]. Así pues, el concepto de la brevedad del tiempo existe desde hace mucho tiempo. La Biblia emplea expresiones como «en un abrir y cerrar de ojos» (1 Corintios 15:52, RVR1960)[2] para referirse al rápido paso del tiempo.

El tiempo y la procrastinación

Aunque el tiempo parece volar, a menudo tenemos la tendencia a no seguir el ritmo de la rapidez con la que se mueve el tiempo y a cumplir con nuestras obligaciones en consonancia con esa rapidez; más bien, tendemos a ralentizarlo o a procrastinar. La procrastinación, que es la tentación y la tendencia a dejar las actividades y las decisiones importantes para «más tarde» o «en otro momento», está muy arraigada en nuestro interior, ya que tendemos a desear la «comodidad» o el «ocio» ahora y a dejar el trabajo duro para más tarde.

Dejamos para otro día la necesidad de terminar el trabajo en el tiempo requerido, esperando que podamos hacerlo mañana, la semana que viene, algún día más tarde, o que el trabajo desaparezca o nos olvidemos de su importancia. Esta negligencia o aplazamiento ilimitado suele afectar las decisiones críticas e influye negativamente en el desarrollo de nuestro carácter y en nuestra utilidad social. En los asuntos espirituales, el peligro es aún mayor y de gran alcance, ya que tendemos a descuidar lo que es crucial para el desarrollo del carácter.

Lecciones de la historia de Zaqueo y el paralítico de Betesda

La historia de Zaqueo (Lucas 19:1-9) utiliza varios términos para referirse al tiempo: «en seguida», «hoy» (dos veces), «se apresuró», «ahora mismo». Cuando Jesús encontró a Zaqueo en el árbol, le ordenó «baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa» (Lucas 19:5). Luego sigue la respuesta de Zaqueo en términos de tiempo: «se apresuró a bajar» (Lucas 19:6, NVI). De vuelta en su casa, Zaqueo hizo una confesión y ofreció dar la mitad de sus posesiones a los pobres (Lucas 19:8). La respuesta de Jesús fue inmediata: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lucas 19:9). Esta conversación entre Jesús y Zaqueo es una lección sobre la acción rápida, la urgencia y el evitar la demora cuando se trata de cuestiones de confesión y salvación.

Los evangelios registran otros casos en los que las declaraciones de Jesús connotan la misma idea de urgencia. Por ejemplo, cuando Jesús le dijo al inválido en el estanque de Betesda: «Levántate, toma tu lecho, y anda» (Juan 5:8), el hombre caminó inmediatamente. Asimismo, cuando el ciego Bartimeo recibió la llamada de Jesús para que se levantara y caminara hacia el Maestro, se puso de pie de un salto y se acercó a Jesús, quien le dijo que su fe lo había sanado, y recibió la vista «en seguida» (véase Marcos 10:50-52).

Jesús y el ladrón en la cruz

Jesús también le dijo al ladrón en la cruz: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43). Sí, Jesús era consciente del tiempo y de la misión, y actuó con urgencia en su cumplimiento. Jesús también esperaba una respuesta urgente. La Biblia utiliza palabras como «inmediatamente», «rápidamente», «en un momento»y otras expresiones similares para significar la urgencia del mandato de Dios y de nuestra misión.

Satanás conociendo este atributo de Dios, y queriendo desviar o destruir a muchos del llamado y la misión de Dios, también actúa rápidamente, como en Marcos 4:3 al 7 donde destruyó la semilla rápidamente y en Marcos 5:2 donde el hombre con un «espíritu inmundo» entró en acción rápidamente cuando Jesús salió de la barca.

Conclusión

Conociendo que el tiempo es un don tan importante que Dios nos ha dado, el diablo tratará de robarlo y de desviar a los seguidores de Dios. Por eso, Jesús actúa con rapidez y nosotros debemos estar preparados para responder de la misma manera. El tiempo perdido no se puede recuperar, y a menudo se pierde con las únicas oportunidades de acción positiva que lo acompañan. El tiempo cuenta y debe ser aprovechado adecuadamente. De lo contrario, cada momento desperdiciado actúa en nuestra contra. Por eso, la Biblia amonesta: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos» (Efesios 5:15-16, NVI).

Autor: Hudson Kibuuka (DEd, Universidad de Sudáfrica) es editor de Diálogo, y director asociado de Educación de la Asociación General en Silver Spring, Maryland, EE. UU.
Imagen: Foto de Andrik Langfield en Unsplash

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] https://www.dictionary.com/browse/time-flies
[2] A menos que se indique lo contrario, todas las referencias de las Escrituras en este editorial están citadas de la Reina-Valera 1960 (RVR1960) de la Biblia. Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso.

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Vivir con sentido del tiempo

Hudson Kibuuka, “Vivir con sentido del tiempo,” Diálogo 34:1 (2022): 3-4

Revista Adventista de España