Estimados hermanos y hermanas en Cristo Jesús,
Hace pocas semanas que hemos estrenado año y quisiera humildemente invitar al pueblo adventista a consagrarse como lo hizo el pueblo de Israel a las puertas de Canaán: “Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” (Jos. 3:5, RV77).
Llevamos ya muchos años rodeando este desierto sin haber tenido todavía el privilegio de ver a Jesús volver. Este es el auténtico anhelo de nuestra alma, aquello por lo que suspira nuestro corazón y la auténtica razón por la que formamos parte de este movimiento profético. ¿Será que este año que comenzamos pueda marcar un verdadero punto de inflexión en nuestra experiencia espiritual y podamos ver el derramamiento del Espíritu en nuestros mayores, en nuestros niños y en nuestros jóvenes?
La Escritura nos dice que vivimos en un “siglo malo” (Gal. 1:4, RV77) y, la verdad, muchos hemos podido comprobar de primera mano lo terriblemente estropeado que está el mundo en el que vivimos. Dolor, enfermedad, muerte, injusticia, lamento, maldad, pobreza, desigualdad, miseria, inmoralidad…
¿A qué espera Jesús para volver? Leemos una respuesta preciosa en la siguiente declaración: “Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos” (PVGM, p. 47).
El carácter de Cristo reproducido en su pueblo será el resultado del constante caminar de los discípulos con su Maestro. Os animo a vivir una vida transformada por la presencia del Espíritu en vuestras vidas; no más vivir una religión de apariencia, sin poder, con temor y disputas. Entreguemos a Cristo el corazón para que pueda hacer la obra que prometió en cada uno de nosotros: la santidad “sin la cual nadie verá al Señor” (Heb. 12:14, RV77).
¿Cómo alcanzaremos esa norma de Santidad?
El Señor nos ha dejado escrito el cómo alcanzaremos esa norma de santidad:
Mediante el estudio de su Palabra: “Por lo tanto, todos nosotros, que miramos la gloria del Señor a cara descubierta, como en un espejo, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2ª Cor. 3:18, RV77). No basta con conocer de forma teórica los textos, las profecías o las diferentes partes del libro sagrado, hay que ver, por la fe, a Jesús en cada uno de los capítulos bíblicos: “Las Escrituras… dan testimonio de mí” (Jn. 5:39, RV77).
Elena White comentó el texto de Pablo con estas precisas palabras: “A medida que el estudiante de la Biblia contempla al Redentor, se despierta en el alma el misterioso poder de la fe, la adoración y el amor. La mirada se fija en la visión de Cristo y el que observa se asemeja cada vez más a lo que adora” (Ed, p. 172).
Además, se nos dice que “es únicamente la obra realizada con mucha oración y santificada por el mérito de Cristo la que al fin habrá resultado eficaz para el bien” (DTG, p. 329). Orar más y mejor. Intimar más con el Padre a través de la oración. Que sea esta una realidad para el pueblo adventista que todavía hoy espera al Redentor. El pastor Alejandro Bullón nos comparte este pensamiento: “Es a través de la oración que nuestro egoísmo se pierde en la abnegación divina, nuestras pasiones humanas caen como hojas secas y florece en nosotros el carácter de Jesucristo” (TMI, p. 110).
Estudiar y orar
Nada nuevo: estudiar la Palabra y orar. Llevamos años escuchando la misma recomendación. No podía ser de otra manera al comenzar este nuevo año.
Pero permitid que escriba algo más. Algo a lo que no siempre hemos prestado la atención adecuada:
“Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores, sin nuestra ayuda; pero, a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra” (DTG, p. 116).
¿Quieres ver a Jesús volver? ¿Lo anhelas de verdad? No te quedes observando cómo otros hacen la obra. Evita pensar que no es para ti. No creas que es obligación de aquellos a los que se les paga.
Si Cristo ha de volver cuando su “carácter sea perfectamente reproducido en su pueblo”, entonces volverá.
Cuando su pueblo contemple por la fe su precioso carácter revelado en el texto bíblico,
En el momento en el que su pueblo priorice la comunicación íntima y comunitaria con Él a través de la oración
Cuando, como resultado de lo anterior, su pueblo viva un auténtico compromiso con la misión
Así pues,
“Santificaos, porque el Señor hará [este año] maravillas entre vosotros” (Jos. 3:5, RV77).
Esta es mi oración.
Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
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