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Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5: 16-18).

Si cada adventista tuviese que expresar algún deseo respecto a la iglesia, estoy convencido de que uno de ellos sería que la iglesia fuese genuina. ¿Qué significa eso? En pocas palabras sería ¡que la iglesia sea lo que tiene que ser! La misión que tiene la iglesia en este mundo es muy abarcante, lo que conlleva riesgos que pueden afectar a su esencia. Conseguir una iglesia genuina es primordial para todos. Pero, ¿cuáles son los referentes que nos muestran si lo somos o no lo somos? O mejor todavía, ¿cómo saber si nos acercamos o nos alejamos del objetivo mencionado?

DESEO O REALIDAD

Los deseos son buenos porque nos marcan un camino y un objetivo. Pero no es lo mismo desear que alcanzar. El deseo consiste en soñar, mientras que alcanzar supone esfuerzo, sacrificio y constancia. Alcanzar un sueño no es fácil porque soñamos con cosas grandes y buenas, y lo bueno siempre cuesta. Por ejemplo, todos desean vivir y no morir, el problema está en que para vivir hay que luchar contra uno mismo: lo que me gusta, lo que quiero, lo que me interesa… ¡Difícil tarea!

REFERENTES DE UNA IGLESIA GENUINA

Sin duda son muchos los referentes que se podrían considerar a la hora de catalogar a la iglesia como genuina. Permitidme que use tres criterios que se corresponden con tres consejos que el apóstol Pablo da a los tesalonicenses al final de su epístola. Pablo dirá: “Estad siempre gozosos, orad sin cesar y dad gracias en todo”. Como has podido notar se trata del texto que aparece al inicio de esta reflexión y que será el objeto de nuestro estudio. Creo que las palabras de Pablo pueden ser consideradas más allá de simples consejos y convertirlos en objetivos loables que nos indicarán si nuestra iglesia puede ser considerada como genuina.

PRIMER CRITERIO: EL GOZO

Estad siempre gozosos”. El “gozo” forma parte de lo que conocemos como una virtud. Una virtud es algo que se sale de lo normal, que no es natural que se posea. Tener gozo implica haber aprendido a vivir con los desafíos de la vida. ¿Cuál es la diferencia entre el gozo y la alegría? Es una cuestión de nivel. Dentro de la personalidad existen tres niveles de asentamiento (esto se aplica tanto a las virtudes como a los defectos). Los niveles son: superficial, medio y profundo. La alegría se mueve a nivel superficial. Quiere ello decir que la alegría va a depender siempre de las circunstancias. Si recibes una buena noticia te pondrás alegre, si te dan una mala, automáticamente ésta desaparecerá y será suplantada por otra emoción distinta: tristeza, preocupación, duda, etcétera.

El gozo ¿en qué nivel está? Clarifiquemos antes que el gozo no es algo pasajero como la alegría. El gozo siempre se apoya en una convicción buena e importante. Dicho esto, ahora sí que podemos decir que el gozo se sitúa a dos niveles dentro de la personalidad: puede estar a nivel medio y a nivel profundo. ¿Cuál es la diferencia? Se dice que una convicción está a nivel medio cuando está aceptada y además hay argumentos para defenderla frente a la oposición. No obstante, es frágil y puede ser atacada y destruida sobre todo por dos enemigos: la duda y la desconfianza. Dos armas que el enemigo usa para quitarnos nuestras convicciones. El otro nivel del gozo es el profundo. La diferencia con el anterior es que hemos conseguido asentar de tal manera la convicción que no hay puntos de fluctuación; no hay nada que pueda removerla y mucho menos eliminarla.

Pablo se refería a este nivel cuando hizo la siguiente pregunta: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?” A lo que responderá: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir […] nos podrá separar del amor de Dios” (Rom.8:35,38,39). Sólo una convicción a nivel profundo puede conseguir esta estabilidad.

Y llegamos a la conclusión de este punto: para que una iglesia sea genuina debe tener el gozo a prueba de circunstancias, de dudas y, por supuesto, de desconfianzas.

SEGUNDO CRITERIO: LA ORACIÓN

Orad sin cesar”. ¿Por qué la recomendación de Pablo no se limita a decir a la iglesia que ore? Pablo está presentando el segundo criterio que una iglesia debe poseer para ser considerada genuina: la constante dependencia de Dios. Es por este motivo que Pablo dirá: “Orad sin cesar”. La dependencia de Dios debe ser una constante en la iglesia, sobre todo hoy, cuando nos movemos en tantos frentes a la vez. Llueve por todos los lados pero con lluvias diferentes. Unos dicen blanco, otros negro y otros todo lo contrario; en cierta forma nos movemos en un ambiente de total incertidumbre donde creemos saber, pero quizás no sabemos o sabemos mal. ¿Cuál es nuestra única seguridad? La dependencia de Dios: Él sabe, Él ve y por lo tanto Él nos puede ayudar a tomar las mejores decisiones y a elegir los mejores caminos.

¿Qué significa la declaración de Pablo cuando dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.4:13)? Dios no te dice todo de una vez, Dios no te da todo lo que tu necesitas al comienzo de cada camino. Día a día, paso a paso es la fórmula que Dios usa para ayudar a sus hijos. Lo que te sirve para hoy quizás para mañana no sea suficiente, por este motivo la oración debe ser constante.

TERCER CRITERIO: EL AGRADECIMIENTO

Dad gracias en todo” ¿Qué es todo? Pues todo es todo, es decir, lo bueno y lo malo; lo que me gusta y lo que no me gusta. Quizás te deje perplejo lo que acabo de decir, pero cuando lo examines de cerca te darás cuenta de lo sabio que es este consejo. Todo en la vida tiene su enseñanza y su grado de utilidad. Lo bueno nos hace bien y nos ayuda a mantener la confianza en nosotros mismos. Lo malo o lo que no nos gusta, nos obliga a pensar lo cual nos permite ver más claramente las cosas. Cuando uno tiene esta visión entiende que las palabras de Pablo son ciertas: “Dad gracias en todo”. Lo que en realidad nos está diciendo Pablo es que necesitamos las dos visiones: por un lado necesitamos disfrutar para reponer el ánimo y por otra necesitamos lo malo que nos obligue a pensar. Solo cuando la iglesia sea capaz de ver ambas cosas podrá cumplir la recomendación de Pablo: “Dad gracias en todo”.

CONCLUSIÓN

Querido hermano/a, todos queremos una iglesia genuina, ¿cómo hacer realidad este deseo? Esforcémonos para conseguir, con la ayuda de Dios, la recomendación que Pablo nos da:

  1. Implantar el gozo en lo más profundo de nuestro ser.

  2. Aprender a depender constantemente de Dios.

  3. Poner en nosotros un espíritu de agradecimiento.

Con estos tres referentes estoy convencido de que cualquiera que nos mire se dará cuenta de que somos especiales. De esta manera, nos convertiremos en luces que iluminarán este mundo. Y, como consecuencia de todo ello, las gentes comenzarán a dar gloria a Dios. Esto será la evidencia de que somos una iglesia genuina.

Que Dios nos bendiga y nos ayude a todos para que nuestro sueño se haga realidad.

Revista Adventista de España