Sus mundos eran muy diferentes. Diego y Yassine vivían realidades tan distantes entre sí que sus caminos nunca tenían por qué haberse encontrado, pero lo hicieron y de la forma más dramática posible.
Para Diego Valencia, esa era una tarde como otra cualquiera, una más en esa tierra gaditana de Algeciras, donde regentaba desde hacía décadas una floristería en el centro histórico de la ciudad. El negocio de las flores lo compatibilizaba con su labor como sacristán de su parroquia. Allí era donde se encontraba esa tarde, atendiendo las variadas tareas de las que se encargaba con la dedicación y el buen hacer que le caracterizaban. Pero Yassine Kanjaa, de 25 años de edad y de origen marroquí, había decidido que desde esa tarde nada volvería a ser igual. Habría un antes y un después para él y para su familia, así como para la familia de Diego y para los creyentes de la pequeña parroquia de Nuestra Señora de la Palma con la que Diego estaba tan comprometido. La ciudad de Algeciras también quedaría conmocionada si Yassine conseguía materializar sus planes.
Y el encuentro llegó
Poco después de las ocho de la tarde, Diego está recogiendo los utensilios utilizados en la misa que acaba de celebrarse. De repente se oyen gritos, Diego observa a un joven blandiendo un machete de grandes dimensiones que arremete con fuerza contra todo lo que encuentra a su paso: velas, imágenes, crucifijos y finalmente el altar en el que se encuentra Diego. Éste y los feligreses no dan crédito a lo que está pasando, porque el comportamiento vandálico del joven dentro de una iglesia es algo inusual.
Diego amenaza con llamar a la policía, lo que no sabe es que este joven, que acaba de entrar en su iglesia de forma tan agresiva y destructiva, viene de la parroquia de San Isidro, que está ubicada a escasos 400 metros de la suya. Allí acaba de atacar al sacerdote Antonio Rodríguez, hiriéndolo de gravedad en hombro y cuello.
Momentos dramáticos
Diego trata de huir del agresor que le asesta un certero machetazo, pero consigue salir a la calle. Es entonces, allí mismo en la acera, que Diego vuelve a ser atacado por el joven, y esta vez lo hiere de muerte. Mientras Diego yace tendido sin vida, Yassine continúa su ruta sangrienta. Ahora se dirige a otra iglesia muy cercana, la Capilla de Nuestra Señora de Europa, pero está cerrada, por lo que el joven se aleja del lugar.
Poco después, la policía local encuentra a Yassine Kanjaa y es detenido. La aventura homicida de Yassine ha dejado un muerto y tres heridos de distinta gravedad. En la declaración policial, el joven afirma que lo ha hecho por Dios. Y respecto al fallecido, explica que se había confundido de persona, ya que su intención era haber matado al cura de la iglesia.
Según la investigación policial, Yassine Kanjaa sufrió un proceso de radicalización y auto adoctrinamiento acelerado, que le llevó a protagonizar el atentado yihadista en las iglesias católicas del centro urbano de Algeciras.
Libre albedrío
Seguramente muchas personas que profesan una fe, sea el credo que sea, se sienten escandalizadas y horrorizadas al comprobar que, una vez más, en pleno siglo XXI se sigue utilizando la fe, la justificación religiosa, como excusa para perjudicar, agredir y hasta destruir al prójimo.
Normalmente, asociamos la falta de tolerancia y respeto por creencias e ideas con otras confesiones religiosas y en ocasiones, pasamos por alto nuestra falta de capacidad para aceptar opiniones, posturas y decisiones de los demás, simplemente porque no coinciden con las nuestras. Es necesario recordar que ciertas posturas están alejadas de los principios que promueve la Biblia. Tengamos en cuenta que después del don de la vida, el don más significativo con el que Dios bendice al ser humano es el de la libertad individual, el libre albedrío, es decir, Dios dota al individuo con la capacidad para elegir, para tomar decisiones.
Dios es profundamente respetuoso con la libertad que ha dado al ser humano. Por este motivo, el Señor propone -no impone- que le amemos, que le sirvamos, que sea Él quien oriente y conduzca nuestra vida, aunque rechazar la propuesta divina, implique la pérdida de la vida Eterna.
Como Dios nos ha creado libres para escoger, el libre albedrío está muy presente a lo largo de toda la Biblia:
- Josué invita a Israel a servir fielmente a Dios, pero no trata de imponérselo, Jos. 24: 15, «Y si os parece mal servir al Señor, entonces elegid hoy a quién servir».
- Jesús procura hacer reflexionar al joven rico para que se dé cuenta de que en su vida antes que Dios están sus riquezas. El joven no responde como el Maestro hubiera deseado, pero no trata de forzar la voluntad de su interlocutor, Mt. 19: 22, «El joven se fue triste porque tenía muchas posesiones».
- Conocemos la historia de Judas y cómo Jesús durante sus años de convivencia jamás lo confrontó, demostrándole un exquisito respeto por sus decisiones.
Apreciemos el derecho, y el privilegio, dado por Dios para elegir. Eso implica asumir que somos llamados a ser tolerantes y respetuosos también, con los que discrepan con nosotros, incluso en el terreno espiritual. El Maestro nos invita: «De gracia recibisteis, dad de gracia» (Mt. 10: 8).
Llamados a la reconciliación
La intolerancia religiosa es incompatible con la forma de ser de Dios. Es más, como afirma el apóstol Pablo, somos «embajadores en nombre de Cristo» (2ª Co. 5: 20) llamados a representar al Maestro en este mundo alejado de Él. Pero es que, además, el Señor nos da un ministerio que es precisamente la antítesis de la falta de respeto por los que discrepan conmigo, especialmente en lo religioso. 1ª Co. 5:17-19, «Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación. Porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no atribuyendo a los hombres sus pecados. Y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación».
Jesús, el Maestro de Nazaret, ha sido la persona más tolerante y respetuosa con los demás que jamás haya vivido en este mundo. Su ejemplo es el que los creyentes somos llamados a imitar. Tener principios claros y definidos es compatible con respetar y tolerar al que piensa de manera diferente, tanto dentro como fuera de la Iglesia. Así lo hizo Jesucristo, porque así era él, y así somos llamados a hacerlo nosotros si queremos vivir por y para Cristo. Como dice el apóstol Juan, 1ª Jn. 2: 6, «El que dice que está en él, debe andar como él anduvo».
Contradicciones de la vida… una de las muchas tareas que realizaba el sacristán Diego Valencia era ayudar a familias musulmanas que acudían a solicitar el apoyo de Cáritas. 1ª Jn. 3: 11-18, «Este es el mensaje que habéis oído desde el principio, que nos amemos unos a otros. Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino con obras y en verdad».
Autor: Antonio Ubieto, pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Oropesa y Llíria (España), y colaborador de La Voz de la Esperanza.
Imagen: La Verdad