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Lección 7 para el 17 de febrero de 2024: TU AMOR ES GRANDE HASTA LOS CIELOS.

Cuando David trasladó el arca a Jerusalén, cantó: «Porque su amor es eterno» (1º de Crónicas 16:34); Cuando el arca fue colocada en el Templo de Salomón, los levitas cantaron: «Porque su amor es eterno» (1º de Crónicas 5:13); En la ocasión que el fuego divino consumió el holocausto, repitieron: «Porque su amor es eterno» (1º de Crónicas 7:3); Cuando Josafat salió a la batalla, los levitas cantaban: «Porque su amor es eterno» (2º de Crónicas 20:21); Cuando Zorobabel colocaba los cimientos del nuevo Templo, se cantaba: «Porque su amor… es eterno» (Esdras 3:11).

La misma frase se repite en los salmos 100, 103, 106, 107, 118, 136 y 138. Jeremías profetizó que, al restaurarse Jerusalén, se cantaría: «Porque su amor es eterno» (Jeremías. 33:11).

¿Qué significa para mí que el amor de Dios sea eterno? ¿En qué consiste ese amor? ¿Qué beneficios me reporta? ¿Cómo puedo responder yo a ese amor?

  • El amor de Dios:

    • Amor que perdura para siempre (Salmo 136).

      • El salmo 136 es un canto antifonal. En cada uno de sus 26 versos, una parte del coro alaba a Dios y la otra parte contesta: «Porque para siempre es su misericordia».
      • ¿Qué hace Dios impulsado por su amor [misericordia] eterno?
        • Ha realizado obras portentosas creando todo lo que nos rodea (Salmos 136:1-9)
        • Libró a Israel de la esclavitud y lo estableció en la Tierra Prometida (Salmos 136:10-22)
        • Actualmente, se preocupa de nosotros, nos libra, y nos sustenta (Salmos 136:23-26)
      • El amor de Dios no afecta solo a aquellos que le aman, pues Él «da alimento a todo ser viviente» (Salmos 136:25). Al contemplar ese amor, el salmista comienza y termina su himno invitándonos a alabar a Dios (Salmos 136: 1, 26).
  • Amor que transforma (Salmo 51).

    • Tras su pecado con Betsabé, los remordimientos corroían el alma de David. Ahora abría su corazón ante Dios y confesaba su pecado sin atenuarlo ni justificarlo, consciente de su incapacidad para dejar de pecar (Salmos 51:3-5).
    • Sabía que, por su gran amor, Dios limpiaría su pecado y borraría completamente su transgresión (Salmos 51:1-2, 7-9).
    • Pero David va más allá. Pide una transformación, la transformación que todos necesitamos. Dios puede y quiere hacer ese milagro (Salmos 51:10).
    • El perdón y la renovación de nuestro ser redunda en gozo, testimonio, cánticos y alabanza (Salmos 51:12-15). Y Dios se goza en recibir nuestra humilde alabanza de amor (Salmos 51:16-19).
  • Amor que perdona (Salmo 130).

    • Dos son los temas principales del salmo 130:
      • El perdón
        • El pecado es un abismo profundo desde el cual el pecador clama a Dios (Salmos 130:1-2). Al escucharnos, el Señor nos mira y… ¿Qué ve?
          • Si fija sus ojos en nuestro pecado, estamos acabados (Salmos 130:3).
          • Pero los ojos amorosos de Dios se fijan en el pecador arrepentido, y le otorga su perdón (Salmos 130:4).
      • La espera
        • Esta actitud divina genera esperanza. Por ello, nosotros esperamos confiados en recibir el perdón de Dios.
        • Esperamos, especialmente, la mañana gloriosa en la que oigamos de sus labios: «entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25:21; confrontar con Salmos 130:5-6).
        • Todo el pueblo de Dios participa de esta espera anhelante, cuando «él redimirá a Israel de todos sus pecados» (Salmos 130:7-8).
  • Respuesta humana al amor de Dios:

    • Alabanza y confianza (Salmos 113 y 123).

      • ¿Qué motivos nos dan los salmos 113 y 123 para alabar y confiar en el Señor?
        • Porque es excelso sobre cielo y tierra (Salmos 113:4)
        • Porque, aunque habita en lo alto, se humilla y baja a nuestro nivel (Samos 113:5-6)
        • Porque levanta al pobre y al menesteroso (Salmos 113:7-8)
        • Porque realiza milagros portentosos (Salmos 113:9)
        • Porque tiene misericordia de nosotros cuando somos menospreciados (Salmos 123)
      • En la Cruz podemos ver, juntos, todos estos atributos divinos. Su gran amor llevó a Jesús a humillarse «hasta la muerte» por nosotros (Filipenses 2:8). ¿No es esto digno de alabanza? ¿No confiaremos plenamente en este Salvador poderoso y amante?
    • Bendición y admiración (Salmo 103).

      • ¿Qué beneficios nos otorga el Señor?
        • Perdona mis iniquidades (Salmos 103:3a)
        • Sana mis dolencias (Salmos 103:3b)
        • Rescata del hoyo mi vida (Salmos 103:4a)
        • Me corona de favores y amor (Salmos 103:4b)
        • Me sacia de bien (Salmos 103:5a)
        • Me rejuvenece (Salmos 103:5b)
        • Hace justicia cuando padezco violencia (Salmos 103:6)
        • Me hace conocer sus planes (Salmos 103:7)
        • Me ama y no se aíra contra mí (Salmos 103:8-9)
        • No me paga conforme a mi pecado (Salmos 103:10-11)
        • No se acuerda de mis pecados (Salmos 103:12)
        • Sabe que pronto pasaré, y tiene misericordia de mí (Salmos 103:13-18)

Como respuesta a estas bondades, nos unimos a los ángeles bendiciendo al Señor (Salmos 103:19-22). La alabanza comienza cuando uno reconoce la majestad y las obras de Dios y responde en adoración a su bondad, su misericordia y su sabiduría.

Para meditar:

«Debemos escondernos en Cristo, confiar en su amor, creer día tras día que nos ama con un amor que es infinito. No permita que nada la desanime y entristezca. Piense en la bondad de Dios. Recuerde sus favores y bendiciones. […] Que la alabanza al Señor esté siempre en nuestros corazones, en nuestras mentes y en nuestros labios». (Elena G. White, Alza tus ojos, 16 de enero).

«No debes sucumbir al desaliento. El corazón débil será fortalecido; el abatido tendrá esperanza. Dios cuida tiernamente de su pueblo. Sus oídos están abiertos a su clamor. […] Nuestro deber es cumplir con nuestra parte, en nuestro lugar, y vivir… con humildad al pie de la cruz y ser fieles, viviendo píamente delante de Él. Al hacerlo no seremos avergonzados, sino que nuestras almas confiarán en Dios con santa osadía. […] Mi corazón está determinado en su confianza en Dios. Tenemos un Salvador poderoso. Podemos regocijarnos en su rica plenitud. Anhelo ser más devota y consagrada a Dios». (Elena G. White, Reflejemos a Jesús, 3 de diciembre).

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática

 

Revista Adventista de España
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