Skip to main content

La palabra transformación es una de las más importantes que encontramos en la Escritura por la implicación que tiene en la vida del creyente. ¿Te has preguntado alguna vez cuántos tipos de transformación existen? Cuando se habla de transformación normalmente se piensa en una, hay quien yendo más lejos piensa en dos, pero en realidad hay tres. Me gustaría considerar con vosotros este tema para poder, si es posible, clarificar el papel juega cada una de ellas en nuestra vida.

Hay transformaciones que Dios nunca desea que se produzcan. Hay transformaciones que Dios no quiere hacer pero se hacen. Y hay transformaciones que Dios desea que se hagan pero cuestan, se retrasan y a veces nunca llegan. Hablemos brevemente de cada una de ellas.

1. Transformaciones que Dios no desea.

La razón por la que Dios no desea que se produzcan ciertas transformaciones es porque éstas vienen, no de él sino del enemigo. No buscan pues, ayudar al hombre, sino todo lo contrario, buscan entorpecer el camino que nos lleva hacia el cielo.

Quizás con un ejemplo tomado de la Biblia nos resulte más fácil entenderlo. El texto lo encontramos en el evangelio de Mateo 4:3. “… que estas piedras se conviertan en pan.” Sin duda que ya habrás ubicado el texto así como su contexto. Después del bautismo, Jesús es llevado al desierto para se tentado y después de 40 días de ayuno, tuvo hambre. Es ahí cuando el enemigo se le acerca y le sugiere que haga una curiosa transformación, aunque oportuna para el momento: “que las piedras se conviertan en pan.” ¿Por qué Jesús no lo hizo? El Espíritu de Profecía nos ayuda a entender. Jesús estaba sentando las bases de actuación para su ministerio en la tierra. ¿Cómo resolvería los problemas, cuando éstos apareciesen? ¿Con su poder o con la confianza en Dios? Todo en la vida es empezar. Cuando uno abre una puerta que no debería abrir, finalmente esa puerta quedará abierta para siempre y se convierte en una tentación que complicará el camino.

¿Me permites una pregunta? Si Cristo hubiese usado de su poder para saciar su hambre, ¿habría pecado? Es una buena pregunta que prefiero no responder por escrito. Lo que sí que veo es que se habría equivocado en trazar la línea que guiaría su camino de redención. Pero afortunadamente Jesús no cedió y prefirió esperar a que su Padre diese la solución. Y es de esta manera que en el versículo 11 vemos que su espera dio un mejor resultado: “Y he aquí vinieron ángeles y le servían.

Así pues hay transformaciones que Dios no quiere que se produzcan en nuestra vida por las consecuencias negativas que tendrán.

2. Transformaciones que Dios no desearía hacer pero… que finalmente hace.

Este tipo de transformaciones es muy curioso, porque se trata de cosas que no están en el plan de Dios, pero… finalmente Dios altera su plan para hacer otro diferente. ¿De qué estamos hablando? Veámoslo con otro ejemplo que encontramos en la Palabra de Dios.

Si ahora vamos al evangelio de Juan en el capítulo 2 vemos como Jesús realiza una transformación llamativa: Jesús transforma el agua en vino. Jesús es invitado a una boda, en esa boda surge un problema, se terminó el vino. Y su madre le pide a su hijo que solvente esta situación. Jesús le indica que no es el momento. No sabemos qué ocurrió, quizás María, su madre, insistió y dijo: por favor Jesús tienes que ayudar a esta gente, es necesario que lo hagas. Finalmente Jesús cedió y hizo la transformación.

Se trataba de algo que no estaba en el plan de Dios, pero finalmente el Señor cambió su plan. ¿Por qué cambió, si Dios nunca se equivoca al trazar el camino? Una vez más el Espíritu de Profecía nos resuelve la incógnita. Hacía algún tiempo que Jesús se había separado de su madre. Ahora vuelve a estar con ella y ésta quiere presumir de hijo delante de su familia. No olvidemos que María era humana y desde el principio se debatía entre las visiones de parte de Dios y las experiencias vividas. Las palabras de Simeón aparecían en su mente una y otra vez: “Una espada atravesará tu misma alma.” (Lucas 2:35). El Espíritu de Profecía sigue diciendo: “María no tenía una concepción correcta de la misión de Cristo, sin embargo, confiaba en él. ¿Por qué entonces Jesús cambió su plan? Para honrar la confianza de María y para fortalecer la fe de sus discípulos.” Hermoso, ¿no te parece? Veamos el tercer tipo de transformación.

3. Transformación que Dios quiere hacer, pero que no siempre se realiza.

Este tipo de transformación es la que Dios desea hacer con todas sus fuerzas. Todo su poder, todos sus ángeles están puestos al servicio para que ésta se haga realidad pero… siempre surgen inconvenientes que retrasan y en muchos casos impiden la realización de la misma. ¿De qué transformación estamos hablando? De la transformación más importante para ti y para mi. Se trata de nuestra forma de ser. Pasar de ser viejos hombres a nuevas criaturas. Es la transformación que Jesús señaló a Nicodemo como algo necesario e imprescindible para entrar en el reino de los cielos: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3:3)

CONCLUSIÓN

Si es tan importante que se produzca este cambio. Si la misión de Dios y por lo tanto de todos los ángeles va en esta dirección ¿cómo es que tarda tanto en producirse y en muchos casos no se produce? La explicación que puedo dar es que el cambio no depende sólo de Dios, sino de un trabajo en común: Dios contigo y tú con Dio. Dios tiene el poder, y tú la decisión de que se haga o no se haga.

¿Cómo conseguirlo? Si pensamos en los dos tipos de transformación anteriores quizás recibamos luz. En el primer tipo se nos hablaba de transformaciones que Satanás sugiere y que son difíciles de evitar porque además de ser lógicas son oportunas y por si fuera poco nos gustan. El problema es que estas transformaciones obstaculizan la verdadera transformación. De esta forma abrimos puertas que deberían quedar cerradas por lo que nuestro camino se llena de obstáculos que dificultan la verdadera transformación.

¿Qué nos gusta más, vencer los obstáculos yendo por los atajos y por los caminos rápidos, o a través del dolor y del sacrificio, esperar la solución que Dios provea? No hace falta que responda, todos sabemos la tendencia que como pecadores tenemos. Es más fácil ceder que luchar. Es más fácil recurrir a las soluciones rápidas que a las que Dios provee. Esto hace que el viejo hombre siga triunfando y el nuevo tenga que esperar.

Es bueno fijarse en el segundo tipo de transformación. Dios está dispuesto a cambiar su plan y ceder para que tu fe no falte, para que sigas confiando en Él y finalmente triunfes y consigas ser la nueva criatura que te permitirá entrar en la eternidad.

Cuántas gracias tenemos que dar a Dios por su paciencia, por su espera, por buscar el momento cuando el hombre volviendo en sí diga, volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre he pecado contra el cielo y contra ti, ya no soy digno de llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros… Todos sabemos cómo termina el relato. Dios no hace caso y poniendo el calzado en tus pies y anillo en tu mano, te adentra en la fiesta para que disfrutes nuevamente del hogar.

Que bueno es recordar la obra que Dios está realizando en ti para cumplir su propósito. No te desanimes. Sigue luchando y si perseveras, todo terminará tal y como el Señor ha provisto.

Que Dios te bendiga. AMÉN.

Hay un comentario

Revista Adventista de España