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 ¿Qué ocurrió en San Antonio…?

Del 2 al 11 julio se celebró el LX Congreso mundial de la Asociación General.  Este congreso es el evento de mayor importancia, trascendencia y repercusión para nuestra iglesia. Se celebran cada cinco años y en su agenda se consideran siempre cuatro puntos: 1) La elección de nuestros dirigentes a nivel de Asociación General y de las 13 divisiones que la componen. 2) Actualización de nuestros Reglamentos: Working. Policy y Manual de la Iglesia. 3) Se presentan las directrices a seguir en lo que a la misión se refiere para los siguientes cinco años. 4) Informe de las 13 divisiones, donde cada una de ellas muestran las actividades más sobresalientes en cuanto a la misión se refiere. Además de estos cuatro puntos, se añaden otros, resultado de propuestas recibidas del campo mundial. En esta ocasión se añadirían dos puntos más: a) Actualización del texto de nuestras 28 creencias fundamentales y b) Posibilidad de ordenar a la mujer al ministerio pastoral. Este punto fue el más controvertido de todo el congreso.

La representación de un congreso

Para poder hacer cualquier cambio en el ámbito que sea, es necesario tener una representación de la iglesia a nivel mundial. Los datos de este congreso son: Asistieron 2.570 delegados, venidos de 168 países y 600 invitados especiales. Los delegados son los únicos que tienen derecho a intervenir así como a emitir sus votos frente a las mociones que se presentan. Como oyente puede asistir cualquiera que lo desee ocupando espacios diferentes a los de los delegados. La asistencia que hemos tenido en esta ocasión ha superado las 65.000 personas.

La elección del presidente

Me gustaría comentar cómo trabaja la comisión de nombramientos en un Congreso Mundial. Se trata de una comisión numerosa, ya que en esta ocasión estaba compuesta por 245 personas. Sin duda que su mayor responsabilidad está en elegir al presidente para el siguiente quinquenio. Todo comienza con una oración a través de la cual se pide la intervención divina en un asunto tan delicado y difícil. Después se dan unas indicaciones a todos los miembros de la comisión, que serán la base para el trabajo subsiguiente. Una vez hecho esto se da paso a los nombramientos de los que serán nuestros dirigentes. El primer nombramiento es la elección del presidente. Se inicia fijando el perfil que debería cumplir un presidente. En esta ocasión se fue muy exigente, ya que se determinaron 18 características a cumplir y que menciono a continuación. (No están puestas por orden de importancia sino en el orden en que se propusieron y aceptaron). Un presidente mundial debe reunir las siguientes peculiaridades:

  1. Debe tener habilidad para la unidad.
  2. Debe ser íntegro en la Palabra de Dios.
  3. Debe estar centrado en la Misión.
  4. Debe ser un líder espiritual.
  5. Sabio en rehabilitar a las personas.
  6. Sabio para interpretar los tiempos.
  7. No debe ser un político.
  8. Debe ser una persona accesible.
  9. Debe tener la capacidad para ver y aceptar las diferentes culturas.
  10. No debe ser dictador.
  11. Abierto a promocionar a líderes jóvenes.
  12. Debe trabajar con estrategias.
  13. Que siga las reglas de la iglesia.
  14. Debe ser respetuoso.
  15. Debe ser democrático.
  16. Debe ser una persona con fuerza y coraje.
  17. Debe ser humilde.
  18. Debe ser alguien que esté dispuesto a escuchar y a aprender.

¿Qué te parece? Te diré que después de dejar escrito en la pizarra todas estas características hubo quien dijo que lo que se estaba pidiendo era un hombre perfecto. La comisión sonrió y finalmente entendió que éstas eran características importantes a considerar a la hora de elegir al mayor responsable de nuestra iglesia. Se indicó que no era necesario que cumpliese todos los requisitos. Esto tranquilizó a la comisión  que se puso a trabajar. Se empezaron a proponer nombres como candidatos a la presidencia. Seis fueron los nombres que se propusieron para ocupar la mayor responsabilidad eclesiástica. A partir de aquí, un dato interesante, se fue indicando las cualidades positivas que tenía cada uno de los candidatos. Esto debería ser un referente para las comisiones de nombramientos en las iglesias. No es necesario mencionar defectos, inconvenientes o aspectos negativos de ninguno de los candidatos, con lo positivo es suficiente. ¡Interesante! Después de haber escuchado las cualidades que tenía cada candidato para llevar adecuadamente la responsabilidad se pasó a la votación. Se hicieron varias votaciones ya que la elección del presidente no puede depender de algunos votos más que los demás, se requiere una mayoría clara. Una vez conseguida esa mayoría, se lleva la propuesta a los delegados que están en la sala.

El tema central del congreso

Sin duda que el tema central que polarizó todo el congreso fue la propuesta de si era factible ordenar a la mujer al ministerio pastoral. La preocupación se centró en dos aspectos:

  1. La elección del nuevo presidente. La tensión sobre quién sería el nuevo presidente se vivió sobre todo en la comisión de nombramientos. Sólo el que estuvo allí pudo percatarse del trasfondo que subyacía en cada una de las intervenciones. El debate se alargó varias horas. Era evidente que los comentarios giraban en torno a la posición que tendría el posible presidente en relación a la ordenación. La razón era clara, la opinión del presidente sobre la ordenación sería determinante en la consideración de este punto que se trataría más tarde en la agenda. Las intervenciones se sucedían de forma interminable. Después de mucha tensión y por una mayoría clara, salió la reelección del anterior presidente.
  2. La votación sobre la ordenación de la mujer al ministerio pastoral. Todos los asistentes de forma personal, así como todos aquellos que lo desearon vía internet, pudieron ver lo que sucedió en el Alamodome. Se formaron varias filas de intervención en el que de forma sucesiva se podía escuchar los que estaban a favor y los que estaban en contra de la ordenación. Cada delegado que intervenía tenía 2 minutos para expresar su opinión y justificar el porqué de esa opinión. Después de varias horas de intervenciones llegó el momento de la votación, la cual arrojó el siguiente resultado: 977 votos a favor, 1.381 votos en contra y 5 abstenciones. Esto suponía que el interrogante con el que todos los delegados fueron al Congreso quedó resuelto: ¡No a la ordenación de la mujer al ministerio pastoral!

Lo que debió suceder y lo que sucedió

  1. Lo que debió suceder. Manejar temas a nivel teórico es mucho más fácil que hacerlo a nivel práctico donde sentimientos y emociones juegan un papel importante. Por eso me gustaría expresar como se debería trabajar en un Congreso, sobre todo cuando hay algún tema delicado como fue en este caso el tema de la ordenación de la mujer. Es normal que en este o en cualquier otro tema haya discrepancias de opinión. Esta discrepancia se justifica porque cada uno tienes sus raíces culturales que dan lugar a una forma de pensar. Cada delegado tiene el derecho a expresar su sentir y a dar las razones que le han llevado a esa conclusión. Estas razones deben ser oídas por todos los delegados, y una vez escuchadas, se debe proceder a la votación la cual indicará el sentir de la mayoría. Este sentir debe ser aceptado por todos los delegados. Así se trabaja dentro de nuestra iglesia. El voto de la mayoría es el que nos permite salir de tensiones y enfrentamientos innecesarios.
  2. Lo qué sucedió. En lugar de llevar cada grupo una opinión abierta a la discusión, lo que pudimos apreciar fue un posicionamiento claro: Por un lado Norteamérica, Europa Occidental y Australia y por otro Centroamérica, Sudamérica, Europa oriental, África y Asia. La tensión era clara a veces mostrada por los aplausos de los asistentes apoyando una postura mientras se rechazaba la otra. Se podía palpar la diferencia que hay entre una opinión y una postura. Mientras que una opinión siempre es abierta, una postura es cerrada. Esto dificultó un poco las cosas.

¿Qué pasará a partir de ahora? En principio no debería pasar nada. Es verdad que el resultado de la votación fue “No a la ordenación de la mujer”. La pregunta es la siguiente, si hubiese salido ¡SI a la ordenación!, ¿cómo nos hubiese gustado que hubieran actuado los que apoyaban el NO? Sin duda que esperaríamos que los del NO aceptasen el voto de la mayoría. Ha salido un NO, por lo tanto, es necesario actuar como nos hubiera gustado que actuase el otro grupo en caso contrario. Es decir, debemos respetar las reglas y aceptar la votación de la mayoría y no hacer un problema de esto.

Conclusión: Lecciones a aprender

Sin duda que un Congreso mundial nos abre la posibilidad de aprender lecciones que deberíamos aplicar de hoy para mañana y que cito a continuación:

  1. Nuestra iglesia es una iglesia mundial con todo lo que esto implica: diferencias en la forma de pensar, de sentir y por lo tanto de opinar.
  2. Nuestra iglesia es un movimiento en marcha que avanza y por lo tanto siempre debe plantearse la conveniencia o no de realizar ajustes, cambio o modificaciones en algunos de sus planteamientos.
  3. Necesitamos unas reglas de funcionamiento que nos permitan seguir avanzando evitando caer en luchas, disensiones o divisiones que producirían mucho daño a la iglesia.
  4. La unidad es el gran desafío por el que debemos luchar y orar, ya que la unidad hará fuerte la iglesia.
  5. No olvidemos que el Señor guía, protege y guarda a su iglesia en su caminar hacia el Hogar y lo hace con frecuencia de una forma que nosotros no entendemos.
  6. Necesitamos mantener un espíritu abierto a la influencia del Espíritu Santo.
  7. Debemos recordar que la oración será el medio que Dios usará para hablarnos y darnos las indicaciones oportunas según el momento en el que nos encontremos.

Deseo que, lo ocurrido en el Congreso de San Antonio, nos sirva a todos para darnos cuenta de que Dios está a nuestro lado y esa compañía es el verdadero tesoro que tenemos. Que Dios nos ayude a cada uno en las luchas, desafíos y necesidades.

 

Revista Adventista de España