Lección 12 para el 20 de septiembre de 2025: «TE RUEGO QUE ME MUESTRES TU GLORIA».
No hay duda. Dios y Moisés llegaron a ser amigos íntimos.
Esto no ocurrió de la noche a la mañana. Fue un proceso lento. Comenzó en sus primeros años de vida, cuando su madre le hablaba del maravilloso Dios al que servían.
Su amistad se reforzó en los varios encuentros que tuvieron en el monte Sinaí, y siguió creciendo hasta el día en el que Dios llamó a Moisés al descanso.
Los capítulos 33 y 34 de Éxodo registran un momento especial de esta intensa relación: la petición de Moisés de ver la gloria de Dios.
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Dios y Moisés:
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Reuniéndose con Dios (Éxodo 33:7-11)
- Moisés se reunía con Dios en el tabernáculo, donde hablaba con Él cara a cara (Éxodo 33:7-11).
- Una aclaración: la expresión «cara a cara» no implicaba que se vieran físicamente, sino que tenían un diálogo directo (aunque Moisés nunca vio el rostro de Dios).
- La relación entre Dios y Moisés se fue intensificando gradualmente.
- Moisés llegó a ser un siervo fiel de Dios (Hebreos 3:5), un faro inextinguible en la oscuridad, y un profeta ejemplar.
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Conociendo mejor a Dios (Éxodo 33:12-17)
- Cuando Dios le dijo a Moisés que no acompañaría al pueblo hasta Canaán (Éxodo 33:1-3), se produjo una conversación interesante (Éxodo 33:12-17 NVI):
- Dios: Eres mi amigo y cuentas con mi favor
- Moisés: Si realmente es así, muéstrame tu camino, para que te conozca
- Dios: Yo mismo iré contigo y te daré descanso
- Moisés: O vas con todos nosotros, o mejor no nos hagas salir de aquí
- Moisés: Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber que contamos con tu favor?
- Dios: Está bien, haré lo que me pides, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo
- Moisés había pasado 40 días con Dios, y había recibido los Diez Mandamientos y las instrucciones para construir el Santuario. Ahora estaba nuevamente ante Él intercediendo por el pueblo. Parecía que conocía bastante bien a Dios, pues le hablaba con mucha familiaridad. ¿En qué sentido, pues, necesitaba conocerle (Éxodo 33:13)? ¿En qué sentido necesitas tú conocerle también?
- Cuando Dios le dijo a Moisés que no acompañaría al pueblo hasta Canaán (Éxodo 33:1-3), se produjo una conversación interesante (Éxodo 33:12-17 NVI):
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La gloria de Dios:
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El deseo de conocer la gloria de Dios (Éxodo 33:18-23)
- Moisés pidió: Muéstrame tu gloria (Éxodo 33:18) + Dios contestó: Yo te mostraré mi bien (Éxodo 33:19) + Lo que Dios le mostró fue su carácter (Éxodo 34:6-7) => La gloria de Dios es su bien, es decir, su carácter.
- Así, nuestra “gloria” es reflejar el carácter de Dios en nuestra vida (2ª de Corintios 1:12; 3:18).
- Cuando miramos a la Cruz, tenemos la mayor revelación de la gloria de Dios, su bondad y su carácter.
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La visión de la gloria de Dios (Éxodo 34:1-28)
- Dios le mostró su gloria a Moisés en la séptima vez en que éste ascendió al Sinaí.
- La visión de la gloria de Dios resultó ser una autoproclamación del carácter divino (Éxodo 34:6-7). Ante esta vislumbre del amor de Dios, Moisés, adoró (Éxodo 34:8; 1ª de Juan 4:19).
- Finalmente, Dios reiteró su pacto con Israel, y perdonó el episodio del becerro.
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El resultado de ver la gloria de Dios (Éxodo 34:29-35)
- Moisés había hablado ya muchas veces con Dios «cara a cara» y, hasta entonces, su rostro nunca había resplandecido. ¿Qué había cambiado en esta ocasión? Observa, además, que el cambio se mantuvo a largo plazo (Éxodo 34:34-35).
- Ahora, Moisés conocía mucho mejor a Dios. Su amistad había llegado a la madurez. Había contemplado la gloria de Dios, y había sido transformado por esa gloria.
- Haciéndose eco de este episodio, Pablo nos invita a imitar a Moisés, y a contemplar la gloria de Dios para ser transformados como él lo fue (2ª de Corintios 3:12-18).
- Moisés es un modelo que demuestra lo que Dios puede hacer por nosotros cuando le permitimos que transforme nuestro carácter y nos moldee a su imagen divina.
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Para meditar:
«¿Creéis que Dios reprobó la presunción de Moisés? ¡Claro que no! Moisés no hizo este pedido [ver la gloria de Dios] por vana curiosidad. Tenía un objetivo en vista. Comprendió que por su propia fuerza no podría realizar aceptablemente la obra de Dios. Sabía que, si podía obtener una clara visión de la gloria de Dios, estaría capacitado para avanzar en su importante misión, no por su propia fuerza sino por la del Señor Dios Todopoderoso. Toda su alma se extendió hacia Dios. Anhelaba saber más de Dios, para poder sentir de cerca la divina presencia en cada emergencia o perplejidad … Su único objetivo era el deseo de honrar mejor a su Hacedor».
(Elena G. White, En los lugares celestiales, 22 de agosto).
Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática.