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Si creciste siendo adventista, puede que hayas sido víctima de los avisos del “Tiempo de Angustia”. Tal vez fuiste como yo, y cuando tenías 10 años tuviste pesadillas donde huías a tierras salvajes con una mochila. En ella una Biblia, El conflicto de los siglos, y puede que una lata de comida para que tu familia y tú pudieseis sobrevivir durante los siguientes dos meses, o hasta que Jesús volviera.

Si te puedes sentir al menos un poco identificado con esto, puede que te hayan dicho que Jesús volvería “mientras estés vivo” o “este mismo año”. O incluso mientras estabas sentado en la iglesia te dijeran, como me dijeron a mí, que Jesús puede que vuelva justo después del sermón.

A pesar de todo esto, en los últimos 10 años me he dado cuenta de que las discusiones entre adventistas sobre el tiempo del fin se ha reducido notablemente. A lo largo de mi aprendizaje durante los años ochenta y los noventa, el “Tiempo de Angustia” era una idea muy popular en el adventismo de Norte América. No era poco común tener conversaciones en las que personas de mi comunidad hablaran de huir durante la persecución, o que conocidos dijeran de mudarse a lugares remotos para vivir desconectados y escapar la inminente intrusión del gobierno en sus vidas.

Puede que mi experiencia sea distinta a la vuestra, pero estos temas están cada vez menos de moda en los adventistas. ¿A qué se puede deber esto?

Creo que una buena razón es porque estamos un poco avergonzados, y puede que incluso un poco traumatizados, por algunas premoniciones fallidas de algún miembro de nuestra iglesia sobre la Segunda Venida. O tal vez, simplemente estamos cansados de estar equivocados sobre el “Fin del Mundo”.

Discurso inverso

Me gustaría proponer la idea de que el adventismo necesita revisar su discurso sobre la teología del tiempo del fin. No intento decir que nuestra teología sobre el Apocalipsis es incorrecta, o que necesitamos revisarla, sino más bien que necesitamos pensar y hablar sobre el fin de los tiempos de diferente manera. Creo que la interpretación adventista sobre la Escritura, y por lo tanto la profecía del tiempo del fin, es notablemente oportuna para el siglo XXI.

Si aprendemos a contemplar el Apocalipsis de una manera más objetiva en términos más actuales, podemos ofrecer al mundo la valiosa explicación bíblica de por qué el mundo se está deshaciendo, y porque nuestra fe en Jesús está bien fundamentada. En otras palabras, necesitamos parar de decir que Jesús vendrá en los próximos dos años basándonos en una dudosas matemáticas y en quién será presidente, y en lugar de esto tenemos que empezar a hablar sobre cómo Jesús salvará el mundo, y por qué los problemas medioambientales actuales corroboran profecías bíblicas.

La sociedad actual está saturada con imágenes y discursos sobre el “Fin del Mundo”. Hay una gran cantidad de películas, programas de televisión, libros, artículos y noticias que hablan sobre el fin de la civilización tal y como la conocemos. Ya sean zombies, enfermedades o plagas, un meteorito, invasión alienígena, cambio climático, profecías Mayas, sobrepoblación, o guerra nuclear, estamos obsesionados con el Apocalipsis.

El fin del mundo está a la vuelta de la esquina

Hay una sensación palpable en nuestra cultura sobre que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina, y que nosotros como individuos y como sociedad somos frágiles, a merced de fuerzas fuera de nuestro control, y que necesitamos ser salvados de verdad. La idea de ser salvados de la destrucción del mundo es lo que impulsa el éxito de las franquicias de Hollywood como Superman y Los Vengadores, nos lleva a idolatrar a inventores y aspirantes a redentores como Elon Musk y Jeff Bezos, y nos hace depositar  una cantidad ilógica de fe en la capacidad de los líderes políticos. Salvar a la humanidad casi siempre viene en forma de un héroe, un salvador.

Creo que los pensamientos ocultos presentes en nuestra cultura -que señalan que nuestro planeta está condenado- y un conocimiento general de que necesitamos desesperadamente un salvador, indica que el mundo está hambriento de esperanza en un Salvador Celestial. Es el momento oportuno para que los Adventistas se armen de valor para compartir a Jesús como la esperanza para la humanidad y poner énfasis en las profecías del final de los tiempos, pero necesitamos hacer todo esto de una manera más relevante.

Insertando las Buenas Noticias

Nosotros, los adventistas, tendemos a obsesionarnos sobre los eventos políticos y creamos elaboradas teorías conspirativas, pero esto nos ayuda poco en esta sociedad contemporánea y educada. Habéis visto posters, panfletos, estuches de DVD, portadas de libros y boletines de la iglesia con un puñado de líderes políticos, una explosión nuclear, la Biblia, puede que el Corán, y un puñado de bestias del libro de Daniel 7-9. Yo creo firmemente que los eventos políticos serán una de las grandes causas del fin de los tiempos, pero son tan subjetivos e impredecibles que destinar gran parte de nuestro tiempo en entender cómo encajan en la profecía nos ofrece muy poco por todo el tiempo invertido. Puede que incluso estemos asustando a más gente de nuestra denominación con fijaciones políticas que lo que las estemos atrayendo.

En lugar de las teorías conspirativas e infundir temor sobre “el fin del mundo”, propongo que incorporemos las buenas noticias de Jesucristo en el contexto de hechos objetivos sobre lo que está pasando en nuestro planeta. Esto será mucho más atractivo para una sociedad informada e hipercrítica como la que tenemos y, en general, más atractiva para la gente que considera la investigación científica como una fuente fiable de la realidad.

Jesús viene, y los hechos lo corroboran

Por ejemplo, Apocalipsis 8 tiene algunas grandes representaciones de lo que ya le ha pasado a la tierra y que seguirá ocurriendo y empeorando en los últimos días. Las trompetas mencionadas allí proporcionan a los Adventistas una gran oportunidad para hablar sobre nuestra teología del fin de los tiempos. Nos dicen que “Un tercio de la tierra” será “quemado” incluyendo un “tercio de los árboles… y toda hierba verde”. “Un tercio de los seres vivientes del mar” morirán. Además, “Un tercio de las aguas” se volverán “amargas” y mucha gente morirá debido a esto. “Un tercio” del “ Sol”, “Luna” y “estrellas” “oscurecerán”(Apocalipsis 8:7-12).

Estos mismos símbolos de juicio vuelven nuevamente con mayor furia en Apocalipsis 16.

En los medios de comunicación populares podemos encontrar evidencias de las manifestaciones reales de estos eventos simbólicos que están empezando a ocurrir, y la ciencia corrobora lo que dice la Biblia que sucede y que se proyecta que sucederá en nuestro planeta. Podemos explorar estas profecías usando la ciencia, que es una manera mucho más eficaz de enmarcar el relato bíblico del final de los tiempos que decir con una corazonada, “Jesús estará aquí en unos cinco años”.

En el mundo natural

Enmarquemos esta conversación en el contexto actual, teniendo en cuenta las palabras de Jesús en Mateo 24 sobre un planeta cada vez más deteriorado y lleno de eventos catastróficos.

Un tercio de la tierra será quemada

“Un tercio de la tierra será quemada”, las plantas y especies de animales de nuestro planeta se están extinguiendo rápidamente. Tantos insectos están muriendo que algunos expertos están preocupados sobre el “colapso de la naturaleza”. Aunque a menudo no tengamos gran aprecio hacia los insectos, “el 40% de las especies de insectos se están reduciendo y un tercio están en peligro de extinción”. Este es un problema real si se considera su importancia para la polinización de las plantas y cómo ecosistemas enteros dependen de ellas para alimentarse.[1] En un estudio reciente, se descubrió que 2.9 mil millones de pájaros han desaparecido de los cielos de Norteamérica desde 1970. La biodiversidad de nuestro planeta está experimentando un holocausto, y actualmente, se estima que un millón de especies “están en peligro de extinción”.[2]

Está claro que “un tercio de la tierra” está muriendo. La desertificación, el proceso por el cual la tierra agrícola se degrada a la infertilidad, está ocurriendo de “30 a 35 veces la tasa histórica”. Dos mil millones de personas “dependen de los ecosistemas de las zonas de tierra seca”, y Naciones Unidas estima que aproximadamente 50 millones de personas tengan que ser “desplazadas” en unos 10 años por causa de la desertificación.[3] Si esto no te da el suficiente miedo, 18.7 millones de hectáreas de bosque son destruidas cada año. Esto es el equivalente a perder “27 campos de fútbol de bosque cada minuto”. Esto es comparable a perder un bosque del tamaño de Panamá cada año.[4]

Un tercio de los océanos morirán

“Un tercio de los océanos morirán”, el Fondo Mundial para la Naturaleza publicó un informe que indicaba que casi la mitad de la vida marina encontrada en 1970 ya no existía en 2012.[5] Simplemente, los océanos se están muriendo. Estudios publicados en Australia indican que tal cantidad de especies marinas están o disminuyendo o no están presentes en sus hábitats naturales que los océanos “están al borde del colapso.”[6] Los sistemas de agua de nuestro mundo están en tal desorden que las Naciones Unidas estiman que “para el año 2025, 1.8 mil millones de personas experimentará una escasez absoluta de agua, y ⅔ del mundo vivirán en condiciones de escasez de agua”.[7]

El Sol, la Luna y las Estrellas se oscurecerán

La profecía sobre “el tercio” del Sol, la Luna, y las Estrellas oscureciendo podría ser interpretada de varias maneras, pero podría indicar los problemas ecológicos de nuestro planeta.[8] Esta podría ser una profecía sobre la contaminación del aire, ya que la contaminación del aire y la luz evitan que millones de personas vean el cielo nocturno de una manera que nuestros ancestros reconocerían. Nuestro aire es tan malo que alrededor del mundo 4.2 millones de personas mueren cada año por estar expuestas al aire exterior. Alrededor del 91% de la población del mundo vive en lugares donde la calidad del aire no cumple con los estándares de la Organización Mundial de la Salud.[9] Cuando miramos hacia arriba, ya no vemos los cielos de la manera que Dios quiso, y muchos de nosotros en este planeta somos dañados por el aire que respiramos.

Norteamérica es el hogar de una sociedad rica, educada, y cada vez más secular. Nuestras mentes son bombardeadas por 34 terabytes de datos cada día.[10] Nosotros, simplemente, no tenemos el tiempo ni la energía para entretenernos con información que no nos parece relevante para nuestras necesidades cambiantes y caprichos del momento. Con tal cantidad de datos disponibles nos vemos obligados a emitir juicios rápidos, descartar ideas, conceptos y narrativas irrelevantes que parecen inverosímiles o no están respaldados por la lógica o la evidencia científica. Nuestra sociedad simplemente no tiene la paciencia o necesidad de teorías de la conspiración y de sembrar el miedo. Lo que tiene sentido para los occidentales es que el mundo se está muriendo y necesitamos un salvador, un héroe.

¿El adventismo necesita revisar su discurso sobre su teología del “Tiempo del Fin”?

Como adventistas, tenemos el lujo de tener a la ciencia apoyando nuestra teoría del “Fin de los Tiempos”. Podemos ofrecer una perspectiva de Jesús que le señala como el Salvador que el mundo necesita. Empecemos a hablar sobre el “Fin del Mundo” de nuevo, pero de una manera que esté centrado en Cristo y basado en datos.

Autor: Dr. Adam Fenner, es el Director de la Comunidad de Aprendizaje Adventista y un educador e historiador comprometido de la Universidad Andrews. Texto original en: Noticias de la División Norte-Americana, https://bit.ly/2QKBEeE Traducción: Gerson Fraj Holgado
Imagen: Photo by Ben White on Unsplash

NOTAS:

[1] https://www.theguardian.com/environment/2019/feb/10/plummeting-insect-numbers-threaten-collapse-of-nature
[2] https://www.vox.com/science-and-health/2019/5/7/18531171/1-million-species-extinction-ipbes-un-biodiversity-crisis
[3] https://www.un.org/en/events/desertificationday/desertification.shtml
[4] https://www.livescience.com/27692-deforestation.html; and https://www.globalcitizen.org/en/content/queen-elizabeth-ii-forests-planet-earth/
[5] https://www.cnn.com/2015/09/17/world/oceans-report/index.html
[6] https://www.themonthly.com.au/issue/2018/august/1533045600/james-bradley/end-oceans
[7] https://www.unccd.int/issues/land-and-drought
[8] Algunos adventistas han interpretado el oscurecimiento del Sol, la Luna y las Estrellas como eventos astronómicos específicos del siglo XIX. Mi propósito no es descartar estas interpretaciones, sino ofrecer la idea de que estas profecías pueden tener aplicaciones o interpretaciones dobles.
[9] https://www.who.int/airpollution/en/
[10] https://bits.blogs.nytimes.com/2009/12/09/the-american-diet-34-gigabytes-a-day/

 

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