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Introducción

Es otoño mientras escribo estas líneas. Los árboles están perdiendo sus hojas y ya se aprecia la desnudez de sus ramas. Las aves y otros animales emigran hacia el sur, buscando lugares más cálidos. La naturaleza se prepara para pasar el duro invierno.

La vida del cristiano no es fácil en medio de un mundo frío que, en su mayoría, rechaza a Dios. Pero las edificadoras palabras que el Señor dirige a su pueblo pueden hacer que la vida del creyente sea una constante primavera dentro de un gélido invierno.

No todos los creyentes poseen los mismos dones, que se dan para edificación de la iglesia y para la evangelización, pero el fruto que tienen que dar debe ser el mismo. Es el resultado de la presencia de Dios en la vida de cada persona que cree, e identifica a los verdaderos hijos de Dios.

Esta Semana de Oración de la Familia nos acercaremos juntos a conocer más a nuestro Dios a través del fruto del Es- píritu. El texto clave se encuentra en Gálatas 5: 22, 23: «Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza». ¿Cómo te ves cuando te contrastas con los elementos de este fruto? ¿Cómo ves a tu familia y a tus hijos? Jesús dijo: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17: 3).

Querido hermano y amigo, cuando leas estas líneas será invierno, pero es mi deseo que nuestro buen Dios guíe tu vida, para que siempre haya una eterna primavera en tu interior por la morada del fruto del Espíritu Santo en ti.

¡Feliz Semana de Oración!

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Revista Adventista de España