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El GOZO de la verdadera prosperidad

Lo esperaba como siempre para estudiar la Biblia. Sin embargo, cuando lo vi entrar esa mañana me llamó la atención su actitud atípica. Su andar no era como de costumbre, estaba muy abatido, aunque, al mismo tiempo, su rostro reflejaba firmeza. Una voz dentro de mí me decía que debía ser algo normal: el joven estaba atravesando por un difícil momento sentimental y, aunque ponía todo de su parte, no se había recuperado del todo.

Con semblante serio, me dijo: «No quiero trabajar más los sábados, pero mi jefe me presiona y no me entiende». El silencio inundó la sala. Miró la Biblia y, después, cabizbajo, me preguntó: «¿Qué debo hacer?».

Además de la crisis familiar, estaba a punto de perder el trabajo, consciente de que se podía ir sin cobrar lo que le correspondía. ¿Qué más tenía que sufrir?

«Muchos golpes en poco tiempo», pensé. «¿Qué le voy a decir?».

En ese momento, el Cielo me hizo recordar un pasaje bíblico. ¡Qué bendición! Justo el mensaje adecuado para él y para mí: «Ahora, pues, Israel, ¿qué pide de ti Jehová, tu Dios, sino que temas a Jehová, tu Dios, que andes en todos sus caminos, que ames y sirvas a Jehová, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?» (Deuteronomio 10: 12, 13).

«¿Te apetece estudiar?», le pregunté. Sabía que me apreciaba y que me respetaba, pero en esas circunstancias no era suficiente. Para mi sorpresa, me miró y, asintiendo con la cabeza, me dijo: «Estoy preparado».

1. Que temas a Jehová

¿Qué significa temer a Dios? En primer lugar, es aprender a respetarlo. Si uno no ama a Dios, si no lo conoce, en los momentos de conflicto no confiará ni en él ni en su Palabra. «El temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia» (Job 28: 28).

En segundo lugar, temer a Dios significa no confiar en las palabras del hombre cuando la petición de este entra en claro conflicto con los preceptos divinos: «¡Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en la fuerza humana, mientras su corazón se aparta de Jehová!» (Jeremías 17: 5).

El temor a Dios ayudará al ser humano a no dejarse intimidar por las palabras de los hombres incrédulos. Le dará la fuerza y el ánimo para hacer frente a cualquier prueba. Sin embargo, «la persona desalentada se llena de tinieblas, desecha de su alma la luz divina y proyecta sombra en el camino de los demás».1

«El temor de Jehová aumenta los días, mas los años de los malvados serán acortados. La esperanza de los justos es alegría, mas la esperanza de los malvados perecerá» (Proverbios 10: 27, 28).

2. Que andes en todos sus caminos

Andar en los caminos de Dios trae felicidad, bendición y protección divina. El Salmo 91 es una muestra de ello. Pero esto no nos asegura siempre un final feliz en nuestra vida. Al hablar con el chico, mi mayor dolor y preocupación era hacerle ver que cabía la posibilidad de irse del trabajo sin ningún derecho que a él le correspondía.

¿Cuál puede ser el final de un cristiano que anda en el camino de la lealtad? «Nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, rey, nos librará. Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado» (Daniel 3: 17, 18).

«Podéis estar perplejos en los negocios; vuestra perspectiva puede ser cada día más sombría, y podéis estar amenazados de pérdidas; pero no os descorazonéis; confiad vuestras cargas a Dios y permaneced serenos y alegres. Pedid sabiduría para manejar vuestros asuntos con discreción, a fin de evitar pérdidas y desastres. Haced todo lo que esté de vuestra parte para obtener resultados favorables. El Señor Jesús nos prometió su ayuda, pero sin eximirnos de hacer lo que esté de nuestra parte. Si confiando en nuestro Ayudador hemos hecho todo lo que podíamos, aceptemos con buen ánimo los resultados».2

«Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: «¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!» ¡Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros! ¡Estamos alegres!» (Salmo 126: 1-3).

3. Que ames a Jehová

La vida del cristiano debiera guiarse por dos prioridades muy claras: amar a Dios y amar al prójimo. Atravesar una situación difícil, ya sea en casa, en el trabajo, en los estudios o en cualquier otro ámbito; vivir una experiencia desalentadora con alguien; sufrir la pérdida de un ser querido o experimentar la injusticia ante un derecho que pensábamos que habíamos ganado no justifican un comportamiento de rebelión contra Dios ni contra las personas que nos rodean. Más bien tendríamos que enfrentar dichas situaciones con una actitud positiva, confiados en el Señor: «Pero también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os inquietéis. Al contrario, santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pedro 3: 14, 15).

Dios nos ha ofrecido su amor inconmensurable y desea que lo compartamos con los demás, con alegría. «Y los judíos tuvieron luz y alegría, gozo y honra» (Ester 8: 16).

4. Que sirvas a Jehová

Cada ser humano nace en un mundo que sufre las consecuencias de la transgresión de los preceptos divinos, por lo que se halla ante la imposibilidad de ejercer un control absoluto sobre su propia vida, pues esta se encuentra bajo el dominio del pecado. Sin embargo, Dios ha puesto a nuestra disposición su Ley y las herramientas para cumplirla, con el fin de que vivamos una vida de libertad en él. «Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte» (Romanos 6: 20, 21).

Dios ha elegido educarnos y hacer de cada uno de nosotros siervos de Cristo. Todos aquellos que deseen servirle han de pasar por un proceso educativo que incluirá momentos de dolor, sufrimiento y adversidades. No obstante, el Señor no nos desampara y es a través de Cristo como podremos hacer frente a cualquiera de esas situaciones. Es parte de nuestro crecimiento. Elena White dice: «Todos los que en este mundo prestan verdadero servicio a Dios o al hombre, reciben una educación preparatoria en la escuela del dolor. Cuanto mayor sea la confianza y más elevado el servicio, más difícil será la prueba y más severa la disciplina».3

«¡Entraremos en su Tabernáculo! ¡Nos postraremos ante el estrado de sus pies! Levántate, Jehová, al lugar de tu reposo, tú y el Arca de tu poder. Tus sacerdotes se vistan de justicia y se regocijen tus santos» (Salmo 132: 7-9).

5. Que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos

¿Qué ocurre con una persona que entiende el verdadero espíritu del gozo en Cristo?

• Se da cuenta de que pertenece al pueblo de Dios. Ser consciente de esa pertenencia genera en él un sentimiento de alegría y seguridad. «Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová, nuestro hacedor, porque él es nuestro Dios; nosotros, el pueblo de su prado y ovejas de su mano» (Salmo 95: 6, 7).

• Lee, estudia y asimila la Palabra de Dios. Abre la puerta para tomar una decisión inteligente de la voluntad y no únicamente un arrebato sentimental. «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti» (Salmo 119: 11).

• Tiene claro cuáles son sus prioridades. El conocimiento de los preceptos divinos lo ayudará a mantenerse firme en sus decisiones diarias. «Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la avaricia» (Salmo 119: 36).

• La Biblia es su consuelo en cualquier momento de la vida. Encuentra el apoyo que necesita en la Palabra de Dios, por encima de cualquier persona o circunstancia. «Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado» (Salmo 119: 50).

• Entiende cuál es su responsabilidad para con Dios. Acepta el reto de servir a Dios con todo lo que implica. «Mi porción es Jehová; he dicho que guardaré tus palabras» (Salmo 119: 57).

• No olvida lo que fue y lo que es. Con humildad, su actitud es de agradecimiento por lo que Dios ha obrado en su vida. «Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo tu palabra» (Salmo 119: 67).

Al terminar el estudio bíblico, el joven se levantó y me dijo decidido: «Me veo preparado para hablar con mi jefe». Le invité a orar. Nos pusimos de rodillas y conversamos con Dios. Después, nos despedimos con un abrazo, como siempre, y me prometió que me llamaría. Pasadas unas horas, me llamó. «Mi jefe me ha entendido. Seguiré trabajando en la empresa. Dejaré de ser encargado, pero seré un trabajador del turno de mañana», me dijo eufórico. ¡Que bendición! Una vez más, el Señor había actuado. «Alegría es para el justo practicar la justicia, pero un desastre para los que cometen iniquidad» (Proverbios 21: 15). Aquel miércoles por la mañana Dios me volvió a enseñar que «el justo por su fe vivirá» (Habacuc 2: 4).

Tener gozo en Cristo es muy diferente del gozo de este mundo. En el Salmo 98: 1-6, David expresó lo que es la alegría en el Señor: «Cantad a Jehová cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra lo ha salvado y su santo brazo. Jehová ha hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha descubierto su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. Cantad alegres a Jehová, toda la tierra. Levantad la voz, aplaudid y cantad salmos. Cantad salmos a Jehová con arpa; con arpa y voz de cántico. Aclamad con trompetas y sonidos de bocina, delante del Rey, Jehová».

¡Que nuestra vida sea un fiel reflejo del gozo en Cristo!

 

1 Elena White, El camino a Cristo, pág. 117.                                                                                                           2 Ibíd, pág. 122.
3 Elena White, La educación, pág. 135.

 

Para compartir

  1. ¿Cuánta felicidad deberíamos esperar en esta vida como cristianos que viven en armonía con el conocimiento del amor infinito de Dios?
  2. ¿Por qué cuanto más nos centramos en nosotros mismos, más miserables y más apartados de Dios nos sentimos?
  3. ¿Por qué es tan vital tener y fomentar la esperanza en las promesas de la vida eterna, de una vida totalmente nueva?
Revista Adventista de España