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Palabras de amor:

“…el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc. 22:5, NVI).

“Para siempre” es una expresión difícil de entender. ¿Por qué? Porque nunca nadie ha hecho algo “para siempre”. Nunca nadie ha caminado para siempre, comido pizza para siempre, jugado fútbol para siempre o mirado televisión para siempre. Todo que hacemos tiene un principio y un final. Incluso el día de hoy tiene el alba y el atardecer. Comienzos, finales, arranques y paradas. Así es la vida. Te muestro un texto bíblico que describe lo que haremos en el cielo. Esto es lo que dice: “El Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc. 22:5, NVI).

Muy bien. ¡Eso está bueno! La Biblia dice que en el cielo no necesitaremos un sol brillante, porque la gloria de Dios nos dará la luz que necesitamos. Y, en lo que a mí respecta, no me molestaría ser como un rey. En esta Tierra he vivido toda mi vida bajo la mano dura de Satanás, siendo tentado muchas veces, y con miedo e inseguridades. En el cielo no habrá tentaciones ni pecados que arruinen las cosas buenas. Ser como un rey será buenísimo.

Pero ¿qué significa la expresión “por los siglos de los siglos”, de la que habla el texto? Una vez que el cielo comience, ¿no tendrá un final?

Sí. Eso es exactamente lo que dice el texto.

Tendremos que usar nuestra imaginación porque, como dije antes, nunca nadie ha hecho nada “para siempre”. El para siempre, simplemente, es. Siempre ha sido y siempre lo será. Nuestros cuerpos y nuestras mentes pecaminosos no pueden entender ese tipo de existencia.

En vez de tratar de comprender lo que el “para siempre” es, quizá podamos divertirnos planificando lo que será nuestro para siempre.

Cuando era pequeño, solía jugar un emocionante juego con mis amigos, y muchas veces el sol comenzaba a ponerse en el horizonte occidental cuando todavía estábamos jugando. Entonces, a menudo, escuchaba que mi madre nos llamaba: “Carlos, entra a la casa. Ya está oscureciendo”.

Yo no quería dejar de jugar ese juego emocionante. No quería entrar. No quería que oscureciera. Quería quedarme afuera y jugar con mis amigos… para siempre.

Hace algunos años, miraba el rostro sonriente de mi padre, quien estaba ya muy anciano y enfermo. Hablamos del tiempo pasado, y me dijo cuánto me amaba. Yo comencé a llorar y le dije: “Papi, no quiero que envejezcas y estés enfermo. Quiero visitarte, hablar contigo y amarte… para siempre”. Falleció no mucho tiempo después.

¿Ves lo que significa el para siempre? Significa que no tiene que terminar nuestra diversión. Significa que no tienes que dejar de jugar. Y, lo mejor de todo, significa que no tienes que decir adiós a tu madre, tu padre o tus amigos. Para quienes aman a Jesús tanto como para estar dispuestos a empezar una nueva vida con él, el para siempre tiene un comienzo, pero no tiene final.

A mí me parece bien. ¿Qué te parece a ti?

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Haz algunos dibujos de cómo piensas pasar tu tiempo en el cielo. Debajo de cada dibujo, imprime o escribe la palabra PARA SIEMPRE. Luego, coloca los dibujos en un lugar donde puedas verlos todos los días.

Revista Adventista de España