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Descarga tu revista de la Semana de Oración integrada, que celebraremos del 7-14 de noviembre.  El tema de la misma es: “Fidelidad en el estilo de vida cristiano” y se puede descargar, en PDF, aquí: Semana Oración Integrada 2020

El estilo de vida cristiano y los eventos de los últimos días

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Él se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tito 2:11-14).

Estos versículos enseñan una lección muy diferente de la que se presenta en las palabras de muchos que profesan creer el Evangelio. Se nos exhorta a vivir sobria, justa y piadosamente en este mundo, y a aguardar la gloriosa aparición del gran Dios y Salvador Jesucristo.

Algunos han objetado mi obra, porque enseño que es nuestro deber aguardar la aparición personal de Cristo en las nubes de los cielos. Han dicho: «Cuando escuchamos a  la Sra. White referirse a la venida de Cristo parecería que el día del Señor ya está sobre nosotros. Ha estado predicando sobre el mismo tema durante los últimos cuarenta años, y el Señor todavía no ha venido».

Esta idéntica objeción podría levantarse contra las palabras de Cristo mismo. Él dijo por boca de su discípulo amado: «Ciertamente vengo en breve», y Juan responde: «Amén; sí, ven, Señor Jesús» (Apoc. 22:20, 21). Jesús pronunció esas palabras como un mensaje de advertencia y aliento para su pueblo, ¿y por qué no las tendremos en cuenta? El Señor ha dicho que será el siervo fiel y prudente quien será hallado velando y esperándolo.

El momento exacto de la segunda venida de Cristo no ha sido revelado. Jesús dijo: «Pero del día y la hora nadie sabe». Sin embargo dio señales de su venida, y dijo: «Cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas» (Mat. 24:48, 36, 33). Las ofreció como manifiestas señales  de su venida: «Levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca» (Luc. 21:28).

En vista de estas cosas el apóstol escribió: «Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día» (1 Tes. 5:4, 5). Puesto que no conocemos la hora de la venida de Cristo, debemos vivir sobria y piadosamente en este mundo, «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo».

Cristo se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos  de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2:14). Como sus representantes, su pueblo ha de preservar sus características peculiares.

Hay una obra que cada uno de ellos ha de hacer. El rico brindará sus medios, el honrado su influencia, el sabio su sabiduría, el pobre su virtud, si desean ser efectivos obreros con Dios. Han de entregarse a sí mismos en una correcta relación con Dios, a fin de que puedan reflejar la luz de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.

Leemos de algunos que ponen en el futuro lejano el día de la venida de Cristo. Para ellos, su venida llegará como ladrón en la noche, y serán alcanzados repentinamente por la destrucción. Hay muchos que se dejan acunar hasta caer dormidos en la  cuna de la seguridad carnal, pero es tiempo de despertarse del sueño. Dice el apóstol: «Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas; Por tanto […] vigilemos y seamos sobrios» (1 Tes. 5:5).

Deberíamos estar despiertos para discernir las señales de los tiempos, y para advertir a las personas. Hay muchos en el mundo que buscan acallar la alarma de las personas, quienes dicen: «“Paz, paz”, ¡pero no hay paz!» (Jer. 6:14), pero deberíamos tomar un rumbo opuesto. Hay muchos que dicen a las personas que despiertan: «No se molesten, continúen en la impiedad, sigan glorificándose y viviendo en el placer. El día del Señor no está cercano».

¿No tuvo Cristo acaso un objetivo en vista cuando dijo: «He aquí, vengo pronto»? ¿No vio que su iglesia necesitaría tener en mente este evento solemne? ¿Diremos acaso con los burladores de los últimos días, «¿Dónde está la promesa de su advenimiento?

Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación» (2 Ped. 3:4). No es mi intención estar en este grupo. Mi intención es despertar a los hombres con el mensaje del pronto regreso de Cristo.

Una gran responsabilidad 

Los que conocen la verdad presente se encuentran bajo una gran responsabilidad ante el mundo. Tienen que advertir a los hombres de los juicios venideros. Tienen que representar a Cristo ante las personas. No tienen que andar deplorando su condición, hablando de las tinieblas, y murmurando y quejándose de las dificultades del camino. Tienen que elevar la mente hacia Dios, abrirle la puerta de su corazón a Jesús, y permitirle que entre y habite en ellos.

Necesitamos que Cristo reine en el corazón, para que el templo del alma sea limpiado de toda contaminación. El pronto regreso del Salvador tiene que ser una realidad viviente. La pregunta de suma importancia para este tiempo es: «¿Cómo está mi alma? ¿Estoy buscando reiterar las palabras de Cristo? ¿Estoy enseñando a mis hijos que tienen que salvar sus almas; que la paz y la santidad tienen que ser parte de sus vidas? ¿Les estoy enseñando a poner sus manos en las manos de Cristo, para que él los guíe?»

Tenemos que llevar a cabo el trabajo más serio, y no tenemos tiempo que perder bebiendo de cisternas rotas que no retienen el agua (véase Jer. 2:13). Deberíamos ir a Cristo sin demora por el agua de vida.

Deberíamos estudiar la Biblia con diligencia. El estudio de la Biblia es de gran importancia para nosotros. Las Escrituras pueden hacer a los hombres sabios para la salvación (véase 2 Tim. 3: 15), y sin embargo, ¡cuán pocos dedican tiempo a escudriñar la Palabra de Dios! Los hombres y las mujeres están totalmente absorbidos en las cosas de esta tierra que perece. Están construyendo sus esperanzas en cimientos sin valor, y escribiendo sus nombres en la arena. Aun los que profesan ser seguidores de Cristo no prestan atención a sus requerimientos […].

Dios nos da sus ricas bendiciones para que las disfrutemos, y espera que demos frutos para su gloria, pero muchos descuidan esta obra. No se rinden plenamente a su voluntad.

Hay muchos que parecen sentir que pensar en Dios y en las cosas celestiales tiende a tornar a los hombres sombríos e infelices; que es perjudicial para la salud permitir que la mente medite en temas religiosos.

Cuando en mi juventud Dios abrió mi mente a las Escrituras, dándome luz sobre las verdades de su Palabra, salí a proclamar a otros las preciosas nuevas de la salvación. Mi hermano me escribió diciéndome: «Te ruego que no deshonres a la familia. Haré cualquier cosa por ti si no sales a predicar».

«¡Deshonrar la familia! –repliqué–. ¿Puedo deshonrar a mi familia si predico a Cristo y a este crucificado? Si me dieras todo el oro que entrara en tu casa, no dejaría de dar mi testimonio de Dios. Respeto la recompensa del premio. No guardaré silencio, porque cuando Dios me imparte su luz, espera que la difunda a otros, según mi capacidad».

¿No fueron los sacerdotes y gobernantes a los discípulos, y les ordenaron que dejaran de predicar en el nombre de Cristo? Encerraron a los fieles en prisión, pero el ángel del Señor llegó hasta ellos y los liberó para que hablaran palabras de vida al pueblo. Esa es nuestra obra […]

La verdad como está en Jesús 

Tenemos que presentar la verdad como está en Jesús. Cristo vino al mundo a salvar a los pecadores. Durante treinta años vivió como nuestro ejemplo. Soportó los insultos la ignominia, los reproches, el rechazo y la muerte. Aun así, vive. Es un Salvador viviente. Ha ascendido a lo alto para interceder por nosotros.

Justo antes de su crucifixión, oró para que sus discípulos fueran uno con él, así como él era uno con el Padre. ¿Es en efecto una posibilidad que el hombre pecaminoso y caído sea llevado a una relación tan exaltada con Cristo? Esa unión con Cristo traerá luz y paz y consuelo a nuestras almas. Al regresar al cielo, dijo a sus discípulos: «Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Conso- lador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré» (Juan 16:7).

¿Quién no quisiera la ayuda del Consolador en momentos de prueba? […]

Contadles del amor de Cristo, habladles de su poder, y disfrutaréis en este mundo un anticipo de las glorias del cielo. Responded a la luz de Dios, y seréis como un jardín regado; vuestra salud brotará prestamente; vuestra luz se alzará en la oscuridad, y la gloria del Señor será vuestra recompensa.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Qué significa vivir «sobria, justa y piadosamente»? En ese contexto, ¿nos hace la cercanía del regreso de Cristo más inclusivos o más exclusivos?
  2. Mientras aguardamos el regreso de Cristo, ¿qué pasajes de la Biblia resultan más útiles para aprender a refejar el carácter de Cristo a los que nos rodean?
  3. En la escala del 1 al 10 (10 es el máximo), ¿cuánta confianza tiene usted en que sería salvo si Cristo regresara hoy? Sea honesto.

Autora: Elena G. White, profeta y escritora cristiana. Los adventistas creemos que Elena White (1827-1915) ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público. Este fragmento ha sido tomado de una carta escrita por Elena White que más tarde se publicó en Señales de los tiempos, el 24 de junio de 1889.

 

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