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A nivel personal somos ricos en recursos y pobres en visión. Hemos perdido nuestra razón principal de ser y existir. Sí, somos muy buenos desempeñando el papel como iglesia. Pero no somos tan serios cuando se trata de construir el reino de Dios.

¿Cuál es nuestra razón de ser? ¿Por qué estamos aquí? ¿A qué hemos sido llamados? ¿Cuál es nuestro propósito principal?

Si no podemos definirlo, ¿cómo lo podremos vivir?

Recientemente, leí un cartel en una iglesia que decía: “Esta iglesia existe para cuidar de las necesidades de sus miembros”. A primera vista puede soar bien. Después de todo, lo que se desea es que nuestras iglesias sean lugares donde la gente importe y se cuide de ella.

Pero servirnos a nosotros mismos no es el propósito de la iglesia. ¿Sabe cuál es? Jesús lo dijo de forma sencilla: Si me seguís, os haré pescadores de hombres.

Pregúntese a sí mismo: ¿cuántas personas he llevado a Cristo en los últimos 12 meses? ¿Cuántas personas siquiera intenté llevar a los pies de Cristo? He viajado por toda la División del Pacífico Sur y puedo asegurar que hay muchas personas que responderían con un rotundo cero. Esto no es suficiente. Nuestra experiencia espiritual solo crece cuando vivimos activamente la vida de discipulado que Cristo ofrece, sin esconder nuestra luz a los ojos de los demás.

Nuestro mejor recurso para la evangelización no son los 20 ó 30 evangelistas altamente cualificados, ni siquiera nuestros pastores locales. Somos todos y cada uno de nosotros. Cada cristiano adventista en particular está siendo llamado a compartir el evangelio.

Sé lo difícil que puede ser traer personas a Cristo. En los últimos cinco años he estudiado personalmente con un número de personas que fueron bautizados y ahora son miembros de la iglesia. Es un trabajo duro. La evangelización personal tiene un coste: estudios bíblicos semanales e incluir a sus nuevos amigos en su vida. Significa apagar el televisor o no pasar tiempo en Facebook, y literalmente embarcar a alguien en un viaje de fe. No solo es difícil traer personas, una vez que ya son miembros de iglesia necesitan cuidado y personas que compartan con ellos la visión que Cristo tiene para ellos o acabarán desligándose de la comunidad de fe. Incluso si usted no se involucra directamente en traer personas a Cristo, aún podría proporcionar cuidado de continuación y discipulado para el nuevo creyente en su iglesia.

El punto es, tenemos que recuperar el núcleo, el ADN de nuestra misión. Lo hemos perdido. No es retórica. Es práctica. A lo largo y ancho de la iglesia muchos están a la deriva.

La respuesta a la iniciativa World Changers Bible(1) ha sido mixta. Sé que Dios está detrás de ella. Le he visto trabajar de formas maravillosas. He conocido cristianos adventistas que están vivos y son vigorosos compartiendo el evangelio. Pero demasiado a menudo me he encontrado con apatía. ¿Cómo podemos nosotros, un movimiento llamado a preparar el camino para la pronta segunda venida de Cristo, ser apáticos en la ganancia de almas? Apatía por las almas es la antítesis de lo que deberíamos ser.

No podemos ser discípulos, ni seguidores reales de Cristo, si no estamos compartiendo el evangelio. Estamos llamados a ser la sal, pero hemos perdido nuestro sabor. Si nos lo tomásemos en serio, si cada uno de nosotros estuviese “ardiendo con pasión”, esta iglesia vería una explosión demográfica en su membresía. En el hecho de compartir nuestra fe es lo que nos lleva más cerca de Cristo y al crecimiento espiritual. Me temo que este es uno de nuestros mayores problemas. Demasiado a menudo nuestras experiencias religiosas se centran en nuestra propia salvación, nuestra vida en la iglesia, en nosotros. Se nos olvida que ser un discípulo de Cristo significa involucrar activamente a otros en el viaje de la salvación. Si no tenemos esta experiencia activa con Jesucristo, ¿cómo podremos compartirla?

Piense en ello. En 200 años, la iglesia primitiva aumentó de 120 seguidores de Cristo a unos 20 millones. Los primeros creyentes cristianos no tenían propiedades, ni un estatus social, poca formación teológica, pero tenían lo único que realmente era crucial: un deseo ardiente de ver almas salvadas a través de Cristo. Ese es el poder del Espíritu Santo trabajando a través de nuestros corazones abiertos y manos dispuestas.

¿Dónde están nuestros corazones abiertos? ¿Dónde están nuestras manos dispuestas?

Estamos tan distraídos por las mismas razones que todos los demás, la carrera, el entretenimiento, inversiones, y todas esas cosas. Creemos que somos fuertes y sofisticados. Pero somos débiles. Somos pobres. Necesitamos el santo fuego que solo Dios puede darnos.

El fundador de la megaiglesia Bill Hybels dice: debemos amar a los perdidos tanto que no queramos ir al cielo sin ellos. Así como Moisés estuvo dispuesto a rendir la eternidad de modo que otros pudiesen disfrutar del cielo. ¡Hoy, me temo que no estamos dispuestos a dedicar una tarde da que otros puedan disfrutar el celo!

¿Queremos reavivamiento y reforma? Les digo por dónde comenzar. Sobre nuestras rodillas pidiendo a Dios que nos dé el corazón de Cristo. Un corazón lleno de amor al punto que soportó insultos, escupitajos, latigazos y en última instancia la muerte porque deseó hasta lo sumo salvar a otros. ¿Dónde está nuestro amor hoy? ¿Dónde encontramos un nivel así de preocupación por los demás? Estamos involucrados en una batalla eterna. Las expectativas no pueden ser mayores. Todas las almas a nuestro alrededor se están precipitando hacia el abismo. Y estamos callados y satisfechos.

Mire en su propio corazón y pregúntese, en serio, pregúntese a sí mismo: ¿me preocupa el destino eterno de aquellos que me rodean? Sabrá si realmente le preocupa o no, mirando a lo que ha hecho por ganarles para Cristo. Si la respuesta es encogimiento de hombros seguido de “no mucho”, podemos estar seguros de que no tenemos el corazón de Jesucristo. ¿Por qué? Porque Cristo se dedicó por completo a salvar este mundo uno a uno.

Miro a mi alrededor y veo cómo gastamos millones de dólares en edificios, iglesias y todo ese tipo de cosas. No importa. Lo que realmente importa es el espíritu en el corazón de aquellos que están en las iglesias. Hasta que hagamos de nuevo la misión de Cristo nuestro núcleo principal de preocupación. Hasta que tengamos sed, un deseo desesperado. Hasta que nuestro instinto más íntimo sea ver a otros en el reino de Dios, no tendremos nada. No asistimos a la iglesia; somos la iglesia. En el trabajo, en la universidad, escuela o dondequiera que nos relacionemos con almas por salvar.

Todo comienza escogiendo cinco personas que conozca que en este momento no estén caminando con Jesús. Comprométase a orar por ellas de forma diaria durante los próximos 12 meses. Hay cuatro tipos diferentes de oración que nos pueden ayudar a comenzar a rodar:

• Que Dios le de un corazón amante hacia sus amigos.

• Pidiendo oportunidades de compartir su testimonio/historia con ellos.

• Que estén abiertos a la dirección del Espíritu Santo.

• Que se den cuenta de su necesidad de Cristo.

¿El punto de todo? Jesús rindió todo para salvar a otros. Y nos pidió, a usted y a mí, que sigamos su ejemplo. Tenemos un propósito para existir. Mientras tengamos aliento, Dios tiene una tarea para que hagamos. Se nos ha entregado una misión. Así que dejemos de “actuar” como cristianos y comencemos a ser discípulos de Cristo. Aquí es donde comienza el cristianismo, compartiendo la luz que se nos ha confiado. Cuando cerramos un ciclo de la vida, solo las cosas hechas por Dios tendrán significado eterno. Cada nuevo ciclo tiene un significado nuevo. Algunos cierran etapas de la vida prácticamente insignificantes desde este punto de vista. Pero si realmente tenemos a Jesús en nuestro corazón, los nuevos períodos que se abren o inician pueden ser relevantes para la eternidad a través de las almas que alcanzamos para Él.  ¿Quieres cambiar el mundo?

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(1) Nota del editor: World Changers Bible Project es una iniciativa promovida por la Universidad Adventista Avondale, en Australia, con la intención de distribuir 200.000 Biblias entre adultos. Más información en https://wp.avondale.edu.au/connections/tag/world-changers-bible-project/

Revista Adventista de España